En una reunión con padres y madres de sus alumnos, un tutor explica la importancia de la comunicación entre el colegio y la familia. Y pide a los padres y madres que no digan nunca a su hijo o hija: “Es que tu profe….”. Muestra, en cambio, su absoluta disponibilidad para comunicarse en tutorías para poder solventar los desacuerdos o conflictos que haya y poder así ayudar a los niños y niñas, “que es para lo que estamos vosotras, vosotros y yo”, concluye. Hoy hablamos de una frase que puede hacer mucho daño en la educación de nuestros hijos.
Silvia y Alba son dos madres amigas que se quedan charlando a la salida del colegio. Sus hijos, Samuel y Marcos, han estado el fin de semana estudiando para un examen que iban a tener el lunes. Al salir del cole el lunes, Samuel le cuenta a su madre que no han tenido el examen. Silvia, a la que le ha molestado bastante tener menos tiempo libre el fin de semana porque Samuel tenía que estudiar, no puede contenerse y dice: “Pero ¿por qué no te ha puesto el examen? ¡Todo el fin de semana estudiando para nada! Claro, es que los profes, con tal de no trabajar…” y el desahogo continúa mientras Alba se suma al carro de la indignación y el desprestigio de la profesora delante de sus hijos. Silvia y Alba llegan a decir que la profesora es una vaga, que cómo falta el respeto a las familias, que hace lo que le da la gana… Esta escena es real.
Cómo se sentirá Samuel
Quizá no lo exteriorice, pero Samuel puede sentirse confuso si un pilar de su educación, su madre, desautoriza y desprestigia a otro, su profesora, delante de él. Además, esta frase, este desahogo por parte de Silvia, no ayuda a la educación de Samuel, porque no deja de ser una queja que no cambia nada y porque Samuel va a tener que seguir lidiando con la profesora durante todo el curso escolar.
Cómo te sentirías si te lo dijeran a ti
Imagínate que has ido al médico porque tenías una cita para recoger los resultados de un análisis que estabas esperando. Al final, los resultados de los análisis no están y cuando se lo comentas a un amigo este salta con que los médicos son unos vagos, que con tal de no trabajar, que te han tomado el pelo… Seguramente esta frase no te guste. Seguro que preferirías que tu amigo preguntara antes de disparar y que no echara leña al fuego.
Qué podría haber hecho Silvia
Como comentaba el tutor real del que hemos hablado al principio, Silvia podría haber pedido una tutoría con la profesora para preguntarle por este episodio. Silvia podría haber pensado que al menos ahora Samuel entiende y se sabe la lección, de modo que no pensaría que ha estudiado para nada. Silvia habría ganado mucho si hubiera entendido que la profesora de su hijo debe ser una aliada, no una especie de rival. Incluso, si le parece conveniente, Silvia podría haber hablado con la profesora sobre la necesidad de la familia de contar con tiempo libre el fin de semana. Pero además, Silvia podría haber contribuido a calmar los ánimos de Samuel en lugar de encenderse aún más y podría haber visto el lado positivo de un fin de semana de trabajo duro por un examen. Podría haberse puesto también en el lugar de la profesora en lugar de desprestigiarla o al menos concederle el beneficio de la duda.
Desprestigiar o desautorizar al profesor no ayuda en absoluto a nuestros hijos. Como nos dijo Eva Bach en la primera edición de Gestionando Hijos, “familia y escuela vamos en la misma barca. En ocasiones nos miramos, cooperamos, nos hablamos y nos coordinamos. En ocasiones nos ponemos de espaldas, no nos miramos, no nos hablamos, no nos organizamos. Y entonces no avanzamos. Y los niños están en el agua, esperando que nos pongamos de acuerdo”. En Gestionando Hijos reconocemos y valoramos a los profesores como unos aliados de excepción en nuestra labor como padres y madres y os invitamos a cuidar esa alianza y a resolver los conflictos o desavenencias de la mejor manera para no perjudicar a nuestros hijos.
Imagen: Homework. Fuente: Marco Nedermeijer / Flickr