No es esta solo una típica frase de padres, sino que muchas veces la aplicamos en las relaciones con otros adultos, entre amigos o incluso en el trabajo. Y, como en muchas frases de las que hemos hablado, que decimos sin pensar, si la examinamos con detenimiento vemos que encierra un significado no muy positivo: en este caso, parece que estamos cuestionando la inteligencia de nuestro interlocutor.
Marcos tiene 12 años y está viendo las noticias con sus padres. Están hablando de la actividad parlamentaria. De repente, Marcos pregunta cómo funciona el Congreso de los Diputados. Su madre, pensativa, dice:
-A ver cómo te lo explico para que lo entiendas fácilmente.
Otro día, en clase, Marcos no ha entendido un problema de matemáticas. El profesor le dice:
-Voy a explicarlo de un modo sencillo para que lo entiendas.
Este tipo de frases quizá hagan pensar a Marcos que no es muy listo, que es su culpa porque no entiende lo que se le explica y que tienen que explicarle todo muy sencillito porque si no no se entera. ¿Es este el mensaje que queremos transmitir a nuestros hijos?
Es cierto que a menudo cuesta explicar las cosas a nuestros hijos, utilizar su lenguaje y contarles cómo funciona un mundo que, como nos dice Catherine L’Ecuyer, ellos no dan por supuesto (pero nosotros, los adultos, sí). Pero ¿cómo nos sentaría que nuestro jefe nos dijera que nos va a explicar una nueva tarea que nos encomienda “de un modo sencillito, para que lo entiendas”?
Una de las estrategias de comunicación asertiva y positiva es hablar desde el yo en lugar de centrarse en juzgar el tú. Por ejemplo: “Yo me pongo de los nervios cuando…” en lugar de “Me pones de los nervios”. En esta misma línea, ¿no sería mejor responsabilizarnos a nosotros mismos, cuando nos comunicamos con alguien (también con nuestros hijos), de explicarnos bien?
En definitiva, ¿no sería mejor que la madre dijese a Marcos?:
–Uy, qué pregunta más interesante. A ver si soy capaz de explicarte cómo funciona porque nunca me lo he preguntado.
O que el profesor le dijera:
– Vamos a ver, voy a buscar otra forma mejor de explicar este problema.
¿Qué os parece?
¡Ya te puedes apuntar a nuestro encuentro! Seguro que tus hijos agradecerán verte con las pilas cargadas de ilusión por educar