Frases que ilusionan: “Comprendo que te sientas así”
A veces, sobre todo con niños pequeños, los padres y madres pensamos que nuestros hijos necesitan que les rescatemos de sus emociones negativas, que los saquemos de ahí cuanto antes resolviendo por ellos el problema que ha causado esta emoción, distrayéndoles de ella o animándoles a olvidarla. Quizá resulte difícil de creer, pero muchas veces la mejor manera de apoyar a nuestros hijos ante un problema o una emoción negativa es simplemente escuchar y comprender cómo se siente nuestro hijo. Como nos dijo Begoña Ibarrola en su ponencia en Madrid en diciembre pasado, si nuestros hijos “sienten vuestro acompañamiento, que legitimáis esa emoción y que no les queréis quitar cuanto antes de ahí, es tremendamente importante para ellos porque se sienten respetados”. Lo vemos con la historia de Ramón, enfadado porque sus amigos no le hacen caso en el parque.
Ramón tiene 5 años y está en el parque con tres amigos del cole. Se lo está pasando pipa hasta que, muy enfadado y disgustado, acude a sus padres diciendo que sus amigos no quieren jugar a un juego que ha propuesto y le han llamado mandón. En un primer momento, sus padres, muy apenados por ver a su hijo tan disgustado, se afanan en sacar a su hijo de esa emoción: le quitan importancia (“venga, Ramón, no es para ponerse así”), le quieren distraer (“anda, olvídalo y vete a jugar con otros amigos”) e incluso están a punto de levantarse a resolver la disputa entre amigos. Pero, felizmente, entienden que todo esto va a ayudar menos a su hijo, para que en el futuro se sienta entendido y capaz de resolver sus problemas, que escuchar cómo se siente y hacerle ver que quieren entenderlo. Así que le dicen a su hijo:
-Vaya, Ramón, estás muy disgustado.
-Sí, no me gusta que me llamen mandón. Pero es que mi idea es mejor.
Tentada a decirle a su hijo que no está bien decir que su idea es mejor, la madre decide dejar la corrección para más tarde y expresar empatía.
-Claro, entiendo que te sientas enfadado si te llaman eso.
Ramón enseguida se relaja y se pone a llorar más tranquilo. Sus padres le abrazan y le dejan llorar, sin prisa por apagar el llanto.
Después de un rato, Ramón se calma. Y entonces su padre le dice:
-¿Qué crees que puedes hacer?
-Es que no me quiero ir a casa. Creo que les voy a decir que no me gusta que me llamen mandón y que si puedo jugar con ellos a lo que están jugando.