Puede que la desesperación, el cansancio nos lleve a pensar, o decir, que con nuestros hijos no hay manera, que no hay quien los aguante. Expresar nuestra desesperación, nuestro cansancio, nuestro enfado con ellos, incluso nuestra decepción, es muy legítimo. Pero quizá sea bueno hacerlo planteando dos pequeños giros: El primero, poner el foco en nosotros, en cómo nos sentimos, en lugar de reprochar y juzgar: “Yo me siento enfadado”, “Hoy no estoy de humor”, “En este momento ya no tengo paciencia”… Y el segundo, no perder la esperanza y las ganas de aprender. Como nos decía Eva Bach, “cuando un padre me dice que con su hijo no hay manera, les digo que lo primero que hay que hacer para encontrar una manera es dejar de decir que no hay manera. Hay que decir que seguro que hay manera pero que aún no la hemos encontrado y tenemos que buscarla juntos”. Ángel Peralbo insistía también en que los padres “no deben perder el optimismo y deben tener confianza en sus propios recursos y en los recursos que pueden ir encontrando a nada que se muevan y que tienen que transmitir confianza a sus hijos”.
Daniel y Elisa son los padres de una niña llena de energía llamada Violeta, que tiene tres años. Violeta tiene muchísimo genio y sus rabietas y estallidos emocionales son constantes. Daniel y Elisa han intentado todo: abrazarla, prevenir los factores que suelen desencadenar las rabietas, ignorarla, aguantar el chaparrón, elaborar un discurso muy interesante sobre la necesidad de deponer esa actitud y que Violeta, claro, no escucha, castigarla en su habitación o dejarla sin algún plan chulo… Pero nada ha parecido funcionar.
Cuando los padres hablan con sus amigos sobre las rabietas de sus hijos, los amigos parecen tenerlo muy claro, los métodos que han solido utilizar para atajar las rabietas han funcionado muy bien. Y Daniel y Elisa suelen quejarse amargamente, a veces delante de su hija, de que “con Violeta no hay manera, se coge una rabieta y nada funciona para calmarla“. Un día dicen esta frase en medio de una rabieta tremenda de Violeta en el parque porque los padres no le han querido comprar un helado. Y entonces, una de las mamás amigas de Daniel y Elisa les dice, con mucha dulzura:
-Ya sé que es duro y estaréis agotados, pero no es que con Violeta no haya manera, es que no la habéis encontrado porque está siendo difícil. Pero lo haréis. Estoy segura. Es solo conocer un poco más qué puede ayudarle a calmarse y encontrar un estilo que os haga sentir cómodos.
Esta pequeña charla tiene para Daniel, Elisa e incluso Violeta un efecto balsámico, les ayuda a calmarse, a cargarse de optimismo y a entender que ellos también tienen que aprender, y no tanto de métodos escrit0s en libros, sino observando a su hija y escuchándose más. Y aunque las rabietas siguen, Daniel y Elisa empiezan a verlo como una fase necesaria del crecimiento de su hija y empiezan a ver las necesidades que Violeta no sabe expresar, por ahora de otro modo. Y entienden que sí, que con Violeta hay una manera que ya están buscando.
Si quieres reflexionar sobre cómo educar a las personas que más quieres en el mundo, regálate un día inolvidable. Este 10 de junio en Barcelona contamos con un cartel de lujo. ¡Te esperamos!