Frases que ilusionan: “Sé que puedes hacerlo”
En una magistral ponencia, el filósofo y pedagogo Gregorio Luri nos dijo que hay cuatro palabras mágicas en la educación: “por favor, gracias, perdón y confío. Estas cuatro palabras forman la estructura básica de la cordialidad”. En cuanto a la confianza, resaltó que “cuando confiamos en alguien reconocemos su competencia”. Noelia López-Cheda, por su parte, nos dijo en su ponencia que “tenemos miedo de que nuestros hijos no lo hagan bien o fracasen. No confiamos en ellos” Cuando los ‘ayudamos’. “nos olvidamos de que cuando prueban y fallan aprenden. Y de que cuando aciertan se llevan un chute de autoestima” que les estamos negando si actuamos así. Nos anima a “que confiemos en la Humanidad, en nuestros hijos, que confiemos en que pueden lograrlo, que pueden crecer, buscar su objetivo vital y que tendrán recursos para abordar la incertidumbre del futuro. Que ayudándoles a superarse cada día entrenarán esa capacidad de reponerse de los golpes de la vida y seguir adelante”.
Laura ha empezado a dar clases de natación bastante tarde, con seis años, porque hasta esa edad Laura rechazaba la piscina y se negaba a intentar nadar. Pero, quizá porque ve que ya todos sus amigos en el cole nadan, quizá porque algo ha hecho “clic” en su cabeza y se siente preparada, lo cierto es que Laura ha pedido a sus padres que le apunten a un curso para aprender a nadar. Y ahí está ella, a punto de comenzar la clase, temblando como un flan y diciendo a sus padres, Charo y Luis, que quiere irse a casa, que se está arrepintiendo. Luis y Charo, que se habían ilusionado tanto con la decisión de su hija, al principio se ponen un poco nerviosos: no quieren numeritos, les ha costado mucho madrugar y encontrar un buen curso para su hija y sienten que es un fracaso dar un paso atrás. Ya iban a saltar como un resorte para decirle algo así como: “Hija, siempre haces lo mismo y montas numeritos” o incluso se veían con ganas de ‘rescatarla’ y llevársela a casa, cuando algo les hizo frenar y dar con palabras más adecuadas. Luis se acuclilló para ponerse a la altura de Laura y le dijo, con voz amable:
–Ya sé que estás nerviosa y tienes miedo, es normal, Laura, pero has decidido ir a por este reto y sé que puedes hacerlo. Cariño, no quiero que te quedes sin probar porque cuando lo logres te vas a sentir tan bien que sería un crimen perder esta oportunidad.
Laura siguió nerviosa hasta que la llamaron para entrar en la clase, pero decidió meterse. Y cuando salió, con una sonrisa enorme, le dijo a sus padres.
-Teníais razón, lo he conseguido. Me ha encantado estar en el agua y ver cómo avanzaba. ¡Ha sido genial!