Ponencia de José María Gasalla sobre las claves de la autoconfianza

José María Gasallanos desvela cinco elementos para trabajar la autoconfianza. Además, nos hizo reír y nos emocionó contándonos la historia de su padre, que cumplió su sueño de estudiar en la Universidad a los 70 años, y la vida de Viktor Frankl, psiquiatra superviviente de Auschwitz. 

José María Gasalla es conferenciante, escritor y profesor, que ha estudiado exhaustivamente el tema de la confianza. En esta ponencia en nuestro octavo encuentro, reflexiona sobre la autoconfianza, nos desvela cinco elementos para trabajarla y critica que “siempre nos han educado hacia afuera, que tratemos realidades de fuera, pero, ¿cuándo nos tratamos a nosotros mismos?”. Además, nos hizo reír con anécdotas de su vida y nos emocionó contándonos la historia de su padre, que cumplió su sueño de estudiar en la Universidad a los 70 años, y la vida de Viktor Frankl, psiquiatra superviviente de Auschwitz. 

De estudiar la confianza a aprender sobre autoconfianza

Nos cuenta Gasalla que en nuestro entorno “tenemos que estar dispuestos a reaprender continuamente y no es fácil. Ya no basta con aprender hoy en día, hay que desaprender y reaprender también”.

En este proceso de aprender constante, nos cuenta, “llevo muchos años estudiando la confianza”. Nos confiesa que se metió en un postgrado de Psicología en la Complutense y, aclara, provocando muchas risas, “tengo papeles”. En estos estudios, “yo nunca he visto un modelo de confianza, se da por supuesto, pero en realidad estamos en un mundo de desconfianza. Precisamente por eso tenemos que hablar de confianza”. Así que desarrolló un modelo de confianza con 371 comportamientos y siete competencias. Pero, desvela, “se me había olvidado una segunda parte, que es el tema de la autoconfianza, que es la que quiero trabajar con vosotros”.

Es un tema novedoso, porque, afirma Gasalla, “siempre nos han educado hacia afuera, que tratemos realidades de fuera, pero, ¿cuándo nos tratamos a nosotros mismos?”. Por eso, nos quiere facilitar una herramienta de cinco elementos “para trabajar vuestra autoconfianza cuando estéis un poquito bajos”, porque la autoconfianza fluctúa y se puede perder, “no es como el título de Bachiller, que lo normal es que si lo tenéis lo sigáis teniendo siempre, aunque tal y como está la cosa si viene un Ministro de Educación raro os puede quitar el título”, nos dice entre risas. Nuestra autoconfianza, subraya, “tenemos que saber trabajarla nosotros, ¿quién va a trabajar tu autoconfianza si no eres tú?”.

Primer elemento de la autoconfianza: Tu autoconcepto

Gasalla nos pide “revisad dentro de vosotros qué concepto tenéis de vosotros mismos, qué pienso yo de mí”. Nos confiesa que él ha tenido “serios problemas con mi autoconcepto por culpa del nombre de mi madre. Mi madre se llamaba Peregrina da Pena Mouriño”, nos dice, provocando la risa del público. “El problema fue el Da Pena, que me lo pasó. Me llamo José María Gasalla Da Pena. En el colegio, cuando era pequeñome llamaban Da Lástima”, cuenta recordando que en un encuentro de antiguos alumnos todos se acordaban de ese mote. Así, Gasalla concluye: “Cada uno de vosotros tiene su historia. Revisad vuestro autoconcepto, por favor”.

Segundo elemento de la autoconfianza: Autoestima

Aunque pueda parecer lo contrario, “no es lo mismo que el autoconcepto. Uno es qué pienso yo de mí y la autoestima es cómo me quiero”. Así que Gasalla lanza una pregunta difícil: “¿Cómo os queréis?”, pero la respuesta que le vale no es bien, regular o mal, sino que nos anima a colocarnos “en la escala de vuestros amores, inclúyete en las cinco personas que más quieres en tu vida y si no estás amplía la escala a 10. Recordemos el prefecto divino: Amar al prójimo como a ti mismo”.

Gasalla claves para la autoconfianzaGasalla reflexiona sobre las instrucciones en caso de despresurización de los aviones. Se nos dice que si vamos con niños pequeños debemos aplicarnos la mascarilla primero nosotros. “Y ves alguna madre que dice que los de Iberia son peores que los de Ryanair, que primero su niño siempre. Y es para decirles: que se va a cargar usted a su niño”. Por eso, concluye Gasalla, “yo soy de los que piensa que no se puede dar lo que no se tiene. Cuando trabajo en ONGs y me encuentro a voluntarios que no están bien les digo ‘trabájate a ti antes de dar algo’”.

Tercer elemento de la autoconfianza: Autocrítica

La autocritica tiene que ver, afirma el profesor, con conocer “cuáles son tus singuralidades”. Nos comenta que a sus alumnos de la universidad “les pedía uno por uno que me dijeran cuál creía que era su singularidad. Alguno me dijo que su singularidad era que iba a ponerse a estudiar inglés. Y yo pensaba que ya sabía cuál era su singularidad: era gilipollas”, nos dice provocando una carcajada. Y es que está claro que “no es fácil” saber en qué somos sigulares, porque aunque “somos seres singulares, nos cuesta reconocerlo”. Para responder a esta pregunta, nos invita Gasalla, “busquemos dentro”.

Cuarto elemento: Autoeficiencia

La autoeficiencia tiene que ver con conocer y reconocer nuestros logros y es, sin duda, lo contrario del quejido. En este sentido Gasalla se muestra muy vehemente: “Algunas veces me encuentro en formaciones a ejecutivos que son predepresivos, van con la cabeza gacha”. Su respuesta no puede ser más provocadora: “Les regalo a todos el librito de Viktor Frankl, El hombre en busca de sentido. Víktor Frankl nos cuenta cuando estuvo en el campo de concentración de Auschwitz, en donde asesinaron a su mujer,  embarazada de gemelos, y el horror aquel. Estos ejecutivos no aguantan media hora, al poco me dicen: “Estoy fenomenal, José María”. Y yo les digo: “Eso esperaba escucharte, ¿por qué siempre te estás quejando?”. Y es que, lamenta Gasalla, “estamos rodeados de quejicas por todas partes. A los quejicas hay que juntarlos en un rincón y que se cuezan en su quejido”. Define el profesor a los quejicas como “verdaderos egoístas que nada más que miran su ombligo. No estoy hablando de las víctimas, que hay muchas por desgracia, estoy hablando de los victimistas, estos que se quejan y no aportan ninguna idea, ninguna solución”. Así que aportar soluciones, ideas y conseguir logros y no cocerse en los quejidos son elementos básicos de esta autoeficiencia.

Quinto elemento de la autoconfianza: Autodisciplina

La autodisciplina es “la capacidad tenemos de dirigirnos a nosotros mismos, de dirigir nuestra propia vida”. Habla Gasalla de la costumbre de hacerse en diciembre o enero propósitos para el año próximo, como “voy a ir al gimnasio dos veces a la semana, voy a correr tres kilómetros al día”. Pero muchas veces ocurre que “allá para el mes de marzo o abril dicen: Bueno, mejor lo dejo para el año que viene, porque se me ha juntado con otra cosa”. Esto de no cumplir los propósitos tiene sus peligros, subraya Gasalla: “Cada vez que nos hacemos un propósito y no lo cumplimos, nuestra autoconfianza, inconscientemente, sufre mucho”

Amar a nuestros padres, guías de la autoconfianza

Gasalla cuenta que le gusta terminar “hablando de mis padres”. Propone que si admiramos a nuestros padres pasemos “de la admiración en genérico a la admiración en cosas concretas, porque eso os va a servir de guía a vosotros. Si todavía os viven, aprovechadlos un poquito más: para darles amor, para preguntarles por alguna etapa de su vida”.

Comenta Gasalla que siempre ha admirado a su padre por su autodisciplina. Y es que, recuerda emocionado, su padre tenía que recorrer 8 kilómetros por el monte para ir a la escuela de la aldea cercana, para ofrecerle mejores oportunidades su madre, viuda, recaudó dinero para que fuera en barco a México con 14 años, y no tuvo demasiado dinero para poder acompañarlo. A los 22, después de trabajar mucho, volvió a Pontevedra, “conoció a mi madre, tuvo cinco hijos y decía siempre que lo que más quería es que sus hijos fuéramos a la Universidad. Él quería ir a la Universidad, pero nunca lo decía, tenía que sacar a la familia adelante”. Pero eso sí, “cuando se jubiló se fue a la Universidad, a los 70 años se puso a estudiar Derecho. A los 77 años decide estudiar lo que le gusta, la Contabilidad. Estuvo de auditor desde los 77 hasta los 81 años. Y por las tardes se iba a una academia a estudiar Informática e inglés, porque quería prepararse para el futuro”, nos dice, riendo. Estudió inglés hasta los 87, a los 88 empezó a estudiar Teología y a los 90, cuando seguía estudiando, “su mujer, mi madre, se nos fue a otro plano. Y él, automáticamente, dejó de tomar todas las pastillas que tenía para el corazón, para el pulmón y se dejó ir con ella”, nos cuenta, emocionándonos.

Por eso concluye que “he tenido la gran fortuna de estar muy cerca de un joven de 90 años y eso es lo que os deseo a vosotros. La juventud está en la cabeza. Os deseo que sigáis siendo siempre jóvenes”.

En el turno de preguntas, Lucía Galán le pregunta qué puede hacer con esos pacientes que son niños muy quejicas. Y la respuesta que le da Gasalla es: “Cuando me viene un quejica, le digo sí, estás fatal, estás hecho una mierda, menudo desastre. Y entonces él dice: ‘Hombre, José María, no es para tanto’. Y yo le digo: “¡Ahora empezamos a hablar!”.

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