Aunque los Simpson dan continuamente malos ejemplos a sus hijos, hay un ejemplo, el más importante de todos, que se lo dan continuamente: se quieren conociendo perfectamente los defectos que tiene el otro
Los Simpson no son una familia perfecta, y precisamente por eso tenemos mucho que aprender de ellos. Este fue el hilo conductor de esta provocadora ponencia del filósofo y pedagogo Gregorio Luri, que nos recordó que “no está mal ser familias humanas, y por tanto imperfectas”. Gregorio Luri estará con nosotros el 16 de diciembre en Madrid.
Nos contó Gregorio Luri la historia de un monje que cuidaba un jardín y lo dejó impecable y perfecto para la visita del gran maestro. Cuando este llegó, “miró el jardín con insatisfacción, tiró un hoja seca en medio del jardín y dijo: “Ahora sí, este jardín es bello. Ahora es un jardín humano”. Por eso, Gregorio Luri nos recordó que “no está mal ser familias humanas y por lo tanto imperfectas”.
Luri critica que el medio social en el que nos movemos nos está animando a ser una familia perfecta. Pero recordó que esto es imposible, porque, nos dijo entre risas, que “se necesitarían tres condiciones fundamentales: la primera es tener el segundo hijo antes que el primero. La segunda es que los niños nacieran con más sentido común que energía, porque si siguen naciendo así los que tenemos que poner el sentido común somos los padres y eso es agotador. También ayudaría mucho poder planificar los estados de ánimo: me interesa que a la hora de cenar les diga: “Niños, a la cama” y se vayan saltando de alegría. Como todo esto es difícil de conseguir hay que aspirar a la imperfección”, resume.
Y aquí entra en escena la familia amarilla, pues nos plantea si nos consideramos mejores o peores padres que los Simpson, provocando muchas carcajadas. Y nos va presentando a los diferentes miembros de esta familia que no nos parece perfecta y mostrando escenas de su vida familiar. “Los Simpson tienen muchísimos defectos, pero por encima de todo se quieren. Y aunque los malos ejemplos que dan continuamente a sus hijos dan para una enciclopedia, hay un ejemplo, el más importante de todos, que se lo dan continuamente: se quieren conociendo perfectamente los defectos que tiene el otro. En la educación de una persona adulta hay un elemento esencial: aprender a querer a los demás siendo plenamente conscientes de los defectos que tienen”.
Otro de los elementos de los que podemos aprender de los Simpson es que “hay un elemento que nunca aparece cuando están todos a la mesa: la tele”. Nos cuenta Luri que “en el último informe PISA se preguntaban cuáles son los elementos de la vida familiar que tienen una repercusión más directa en los conocimientos de los hijos en Ciencias. Yo habría respondido”, nos dice Gregorio Luri, “el número de libros científicos que hay en casa, el vocabulario científico de los padres, si van a museos… Pero el dato que consideran esencial es hacer una comida diaria todos juntos alrededor de una mesa. A mí me da la sensación de que tenemos desde hace años un invitado en la mesa que se dedica a consumir todo el espacio de la conversación, que es la televisión”.
Otra de las cosas que podemos aprender de una familia tan imperfecta como los Simpson es que “cada capítulo comienza desde cero. No llevan un memorial de agravios. La capacidad para recomenzar me parece que es la virtud más inteligente de una familia”.
Y el último aprendizaje que nos dejan Homer, Marge y los suyos es que “pueden hacer muchas barbaridades, pero saben que hay límites que no traspasarán. Y eso crea un elemento de confianza esencial”.
Las familias imperfectas pueden mejorar, dice Luri, “pero no hacia la perfección, sino hacia la normalidad. Una familia normal es aquella capaz de gestionar sus neurosis cotidianas sin excesivas gesticulaciones”, concluye.