No es nada nuevo, todo lo contrario, viene siendo el tema estrella de conversación desde hace casi un año y, además, a nivel mundial. Vayamos donde vayamos se habla de lo mismo, se sienten emociones muy similares (angustia, miedo, incertidumbre, desilusión, desesperanza…) y se cuentan experiencias parecidas (pérdidas, duelos…).
Pero, esto que parece tan claro, ¿también lo hacemos con los más pequeños? De una manera natural, instintiva, los padres tendemos a evitar a nuestros hijos todo tipo de situación “peligrosa”. Muy entendible, son nuestra responsabilidad y les apartamos del peligro velando por su supervivencia y bienestar. La pandemia actual es una situación peligrosa, el contagio puede tener muchas consecuencias nocivas para la salud (física y emocional) y lo más natural es querer evitar esas situaciones a nuestros seres queridos.
Sin embargo, en ese intento de protección nos dejamos muchas cosas pendientes como, por ejemplo, hablar sobre la Covid, la situación vivida y que seguimos experimentando y sobre las emociones que nos genera. Leyendo un artículo de Pilar Jericó (Entre la desilusión y la recuperación, ¿dónde estamos?, El País), habla sobre las diferentes fases que componen las crisis y en una de las últimas, la recuperación, menciona la importancia de “conversar sobre lo vivido para superarlo”. Hemos aprendido a callar los temas que nos duelen o nos descontrolan a nivel emocional, aquellos que no sabemos gestionar y que nos traen consecuencias negativas. Pero, de acuerdo con Pilar, “no se puede superar el dolor si no lo convertimos en palabras que nos permitan distanciarnos de él”. Y en este proceso no podemos olvidarnos de los niños y niñas que, con protección incluida, están viviendo la misma situación que los adultos.
La narrativa es una herramienta muy potente, los expertos en infancia lo sabemos y no nos cansamos de repetirlo. Comprender y aprender a gestionar lo que nos sucede a nivel emocional es mucho más sencillo si, previamente, tenemos una explicación. En la tendencia a la sobreprotección, cuando los niños tienen experiencias complicadas muchas veces optamos por estrategias contraproducentes, como quitarle importancia, cambiarles el foco de atención o, directamente, hacer como si nada hubiera pasado. Puede que, de ese modo, el malestar desaparezca, pero no les damos herramientas para superar situaciones futuras. Perdamos el miedo a hablar sobre los acontecimientos que nos provocan malestar y ayudemos a nuestros niños y niñas a trabajar su inteligencia emocional.
Consejos para hablar sobre la Covid con los niños y niñas:
- Háblale de tus emociones: la mejor manera de gestionar bien nuestro mundo interno es conociendo lo que nos sucede, poniendo nombre a todas esas emociones. Si papá y mamá ayudan explicando lo que sienten, será más fácil que reconozcan en ellos mismos todo eso. No tengamos reparos en comunicarles nuestros miedos, incertidumbres y tristezas. Las emociones se dan de manera natural en todas las personas, mejor conocerlas para poder gestionarlas. Como siempre, un buen recurso para los más pequeños son los cuentos, hay infinidad de opciones en las librerías.
- Explícale qué sucede en tu cuerpo: las emociones conllevan una activación física, diferentes síntomas que, cuando no se entienden bien (como es el caso de los más pequeños) pueden sumar angustia e incertidumbre a todo el revuelo emocional que viven en situaciones de crisis. Por ejemplo, explicarles que el miedo genera la necesidad de salir corriendo, así que el corazón nos late más fuerte, puede que nos suden las manos… Cuando estamos nerviosos (ansiedad) podemos sentir un nudo en el estómago, como una pelota que nos impide tragar y que nos puede hacer hasta vomitar.
- Cuéntale qué haces tú para gestionar tus emociones: las estrategias de afrontamiento son el siguiente paso, saber qué hacemos frente a las emociones que generan malestar. Cuando nos sentimos tristes solemos llorar, necesitar contacto físico (abrazos y caricias) para sentirnos reconfortados. Con la angustia necesitamos sentirnos protegidos, trazar algún plan y pensar en opciones y alternativas.
- Permanece disponible y accesible para que te cuente lo que quiera: recuérdale que puede contarte todo lo que necesite, que podéis hablar de sus miedos y preocupaciones y así poder ayudarle a superarlos.
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