Tradicionalmente le hemos dado más importancia al hemisferio izquierdo del cerebro, el relacionado con las matemáticas, la lógica, la ciencia… es decir, hemos dado más peso a la parte racional, dejando relegada la parte emocional de nuestro cerebro. Sin embargo, hoy en día sabemos que, como apuntó el psicólogo y escritor Daniel Goleman, el éxito en la vida depende más de hacer una buena gestión de las emociones que del coeficiente intelectual de cada uno.
Por eso es hora ya de darle a la inteligencia emocional la importancia que se merece y de que empecemos a trabajarla, tanto nosotros como nuestros hijos e hijas. De esto nos habló el psicólogo químico, doctor en educación y autor de libros como “Educación emocional y apego”, Rafa Guerrero, en el webinar que impartió sobre “cómo hacer de tu hijo un experto emocional”.
7 fases para llegar a ser un experto/a emocional
1. Conocer qué es una emoción
Rafa Guerrero nos cuenta que “las emociones son, principalmente, reacciones, lo que implica que es algo automático, involuntario e inconsciente. Por lo tanto, no podemos controlarlas”. Sin embargo, lo que sí podemos controlar es la conducta consecuente de esa reacción. Por lo tanto, el psicólogo nos explica que “siempre que nos encontremos con una emoción, siempre, siempre tiene que ser legitimada. Aquí no puede entrar la razón, no debe entrar el que si eres un exagerado o no es para tanto”.
Así pues, “es legítimo que mi hijo esté enfadado, pero lo que no es legítimo es que, debido a ese enfado, empuje a un compañero, por ejemplo”. También nos cuenta que las emociones suelen ir acompañadas de fenómenos neurovegetativos, es decir, de una respuesta de tipo corporal. Por ejemplo, sentir calor en la cara cuando tenemos vergüenza o apretar los puños y dientes cuando sentimos rabia. Esto nos puede ayudar a identificar la emoción que nuestro hijo o hija está experimentando en un momento determinado.
“Las emociones no son ni positivas ni negativas”.
Rafa Guerrero hace esta afirmación y nos explica que esto se debe a que “todas las emociones nos ayudan o aumentan nuestras posibilidades de supervivencia”. Por lo tanto, nos propone otra clasificación de las emociones: las de defensa y las de aproximación. “Las emociones de defensa son aquellas de las cuales nos defendemos, tendemos a protegernos, y las emociones de aproximación son aquellas que, cuando las experimentamos, nos hacen acercarnos a esos estímulos o personas que nos provocan esa emoción”, como la alegría, la sorpresa o la curiosidad.
2. Primero conocer, después reconocer.
Una vez ya conocemos todas las emociones, lo que son y lo que causan, ya podemos reconocerlas cuando se dan. Esto será clave, pues sin conocerlas no seremos capaces de reconocerlas. Rafa Guerrero nos aconseja que, si utilizamos los cuentos, las series, las películas, las situaciones cotidianas… para explicarle a nuestros hijos los diferentes tipos de emociones, será necesario también una decodificación, una explicación o incluso que les pidamos que escenifiquen una emoción en concreto, para que ellos puedan identificar y entender cada una de las emociones.
Para ayudar a nuestros hijos e hijas en la gestión emocional, Rafa Guerrero nos explica que es necesario: estar disponible, ser accesible, ser capaces de sintonizar con nuestros hijos y ser responsivos, es decir, darles los que necesitan en cada momento (abrazarles si están tristes, calmarles si están enfadados).
3. Legitimar la emoción.
Hay que aceptar todas las emociones, tal y como nos aconseja Rafa Guerrero. Esto implica una conexión de nuestro hemisferio derecho con el de nuestro hijo o hija, “solamente seremos capaces de sintonizar con nuestros hijos si somos capaces de, teniendo en cuenta que tiene su hemisferio derecho activo, activar el nuestro”. Por lo tanto, se trata de no recurrir a la racionalidad en estos momentos, sino de intentar empatizar con ellos y comprender lo que están sintiendo. También es importante que entendamos que comprender una emoción no es lo mismo que justificarla, “yo puedo entender que tengas rabia, pero no que insultes a tu profesor”, nos explica Rafa.
4. Aprender a regular las emociones.
Rafa Guerrero nos explica que un adulto que no sabe autorregular sus emociones es alguien cuyos padres o principales figuras de apego no realizaron de forma correcta la “heterorregulación”, que consiste en que cuando nuestros hijos están “con su balancín desequilibrado, les llevemos al equilibrio”, es decir, proporcionarles estrategias para ayudarles a encontrar ese equilibrio. Rafa Guerrero nos cuenta que, por ejemplo, una emoción que nos cuesta mucho heterorregular es la tristeza, por lo que nos aconseja que para ello les pidamos que hagan un dibujo o escriban sobre lo que sienten, “cualquier cosa que implique expresar esa emoción de tristeza va a ser muy positivo”.
5. Reflexionar sobre la emoción.
Rafa Guerrero hace hincapié en esta fase, sobre todo teniendo en cuenta que vivimos en una sociedad en la que imperan la inmediatez y la rapidez. Por eso es tan importante que empezamos a trabajar la inteligencia emocional “desde el momento en que nos enteramos que vamos a ser madres o padres”.
6. Dar una respuesta.
Sabiendo ya que las emociones son reacciones, es importante que demos una respuesta que intente ser lo más adaptativa posible a la emoción que nuestros hijos están sintiendo. Entonces, tenemos que tener en cuenta que las emociones se pueden expresar de 3 maneras:
- De forma pasiva: aquellas personas que se comen sus emociones.
- De forma agresiva: las personas que cuando tienen una emoción la manifiestan “de manera bruta, sin filtros o procesamiento”.
- De forma asertiva: como Rafa Guerrero nos explica, esta manera implica que “yo te respeto a ti, pero también me respeto a mí”.
7. Dar una narrativa.
Esto implica dar una explicación a lo que el niño o la niña siente, darle una narrativa coherente a lo que le sucede, ser empáticos y proporcionarle soluciones a la situación en la que se encuentra.
Si queréis enteraros aún mejor de todas las claves que nos da Rafa Guerrero, aquí os dejamos el vídeo completo de su webinar para que lo podáis ver todas las veces que queráis. ¡Que lo disfrutéis!