Nuestra colaboradora Lalu Gómez cumple estos días cuatro años de maternidad y los quiere celebrar con este precioso post en el que cuenta lo que ha aprendido: “a aceptar que no me perteneces”, “a no juzgar”, “a vivir la vida con intensidad, porque así la vives tú”, “que el mejor regalo que te puedo hacer es ser feliz, buscar mi lugar en el mundo”…
En estos cuatro años de maternidad…
– He aprendido a aceptar que tú no me perteneces, que la vida tiene preparada sus propias sorpresas y retos para ti.
– He aprendido a no asustarme de tu llanto, de tu dolor, de tu sufrimiento. He aprendido que hay veces que lo máximo que puedo hacer es acompañarte y decirte que todo va a estar bien. Y que ese ” máximo” ya es mucho, y te permitirá ser un niño que se adapta a las circunstancias y se siente protegido y capaz desde una identidad fuerte y segura. Marca la diferencia entre un adulto que solo se siente bien cuando las cosas son perfectas, cuando se encuentra en el lado amable y fácil de la realidad, y un adulto que sabe amar y disfrutar la vida, tal y como es, con sus luces y sombras.
– He aprendido que no es lo mismo la teoría que la práctica. Que lo que veía tan fácil desde fuera cobra un matiz muy distinto al vivir la maternidad en primera persona. He aprendido a ejercer mi profesión desde un lugar más humano y más humilde, a integrar el corazón con la razón. He aprendido a acompañar y ayudar a otros padres y madres a los que la llegada al mundo de sus hijos les llevó a un nuevo lugar, a veces confuso.
– He aprendido a no juzgar, a ser la mejor madre que puedo en cada momento, y he aprendido también que eso es lo que tratamos de hacer todos los padres y madres: ofrecer a nuestros hijos nuestra mejor versión. He aprendido a renunciar a los juegos de buenos y malos, de nosotros y ellos, de querer imponer y defender el punto de vista propio como el único válido. Y como no me gustaría que vivas una situación de exclusión, rechazo o maltrato, voy a poner mucha atención en no transmitirte eso en mi manera de tratar a los demás.
– He aprendido a vivir la vida con intensidad, porque así la vives tú. Porque un “no quiero ir” puede ir seguido de un ” es el mejor día de mi vida”. Cosas de la edad.
– He aprendido que cuando una mamá no se siente sostenida y no sabe pedir lo que necesita, no puede dar sostén a su bebé recién nacido. He aprendido que el tiempo pasa, y las heridas se pueden sanar, pero lleva un tiempito. ¿Podrás tener un poco (más) de paciencia, cariño?
– He aprendido a trabajar y escribir desde un banco en el parque. He aprendido a atender los ” mira mamá” entre frase y frase. He aprendido el difícil equilibrio entre compartir contigo tiempo de calidad y permitirme atender otras cosas que necesito para sentirme bien, para sentirme completa. Bueno lo estoy aprendiendo, y ya voy hijo, ya voy.
– He aprendido que por mucho que me asuste, el mejor regalo que te puedo hacer es ser feliz, buscar mi lugar en el mundo. Aunque eso me aleje de territorios conocidos, de lo que se supone que iba a ser. Aunque me asuste, aunque te duela. Aunque me cueste, aunque no lo entiendas.
-H e aprendido, bueno, estamos haciéndolo, que hay que vivir con los finales sin renunciar a otros principios. Que la vida ofrece demasiadas posibilidades y alternativas cada día como para quedarnos enganchados en lo que no pudo ser, en lo que ya no es. Y porque, según la frase que yo te digo tanto y tú ya has hecho tuya “siempre podemos empezar de 0”.
Me gustaría terminar este texto diciéndote que es lo que me gustaría enseñarte (y tú decidirás si te sirve o no):
– Me gustaría que entendieras que todo lo que pasa es perfecto, por el simple hecho de haber sucedido.
– Me gustaría que no te den pereza los domingos por la tarde, me gustaría que los vivas como la oportunidad de empezar la semana con fuerza, con energía, de ofrecer tu talento y tu valía al mundo. A mí aún me cuesta.
– Me gustaría que algún día sientas que yo soy la mejor madre que podrías tener, aunque la líe un millón de veces, porque un día decidí y desee traerte al mundo.
– Me gustaría enseñarte que soy irremediablemente imperfecta, y desearía poder reconocer mi lado más desequilibrante y frágil ante ti. Porque solo así podre brindarte mi lado mas brillante. Porque solo así, tú serás capaz algún día de aceptar y permitir tus errores, y podrás tener una autoestima que te permita quererte y sentirte bien cuando las cosas van bien, cuando te sientas aceptado y querido y pienses que la suerte esta de tu parte. Y especialmente cuando las cosas se pongan feas, cuando no logres encontrar la pieza que te hace completar el puzle o cuando todo se complique.
– y me gustaría seguir celebrando la vida contigo, porque has venido pegando fuerte, y se que, algún día expresaré con lágrimas el orgullo y la ternura de ver el adulto en que te has convertido, ya lo hago ahora y solo tienes solo 4 años. Gracias hijo, eres valioso, eres único, eres perfecto. Felicidades
Y te lo prometo, haré que merezca la pena.
Este sábado nos vemos en Barcelona. Más info aquí: wwwgestionandohijos.com/evento
