La relación de los niños con la tecnología empieza cada vez a edades más tempranas, y el teléfono móvil se ha convertido en una pieza indispensable. De hecho, la edad media en la que los menores reciben su primer teléfono se sitúa por debajo de los 11 años, según un reciente estudio de Unicef. No solo se inician más pronto, sino que también pasan más tiempo con sus terminales. Según un realizado por la plataforma líder en seguridad online y bienestar digital para familias Qustodio, los menores pasan una media de 711 horas y 45 minutos al año frente a una pantalla, o lo que es lo mismo, 2 horas al día.
El coste de oportunidad de sus hábitos digitales
No hay tiempo para todo, el día tiene 24 horas. Nuestros hijos duermen 8 de ellas, otras 8 están en el colegio. Hay que restar también el tiempo que dedican a desayunar, comer, cenar, ducharse, vestirse, hacer los deberes, ir a alguna clase extraescolar… ¿A qué dedican el resto de horas que les quedan libres?
Y lanzo esta pregunta para que reflexionemos sobre el coste de oportunidad que se desprende del hecho de que nuestros hijos prácticamente monopolicen su ocio con las pantallas.
El coste de oportunidad es aquello a lo que renunciamos cuando tomamos una decisión. Aunque normalmente se suele utilizar en decisiones económicas, podemos aplicarlo en cualquier ámbito de nuestra vida.
Por ejemplo, si yo te pregunto: ¿por qué no le das a tu hijo de merendar un bollo cada día? Seguramente tu respuesta sea: porque un bollo no es saludable, tiene muchas grasas saturadas, aceites refinados, azúcar… Bien, pero, ¿por qué solo pensamos en lo malo que les aporta el bollo y no en lo bueno que dejamos de aportarles? Es decir, dar un bollo para merendar a nuestro hijo supone no darle fruta, por ejemplo, con la consecuente pérdida de oportunidad para tu hijo de consumir esos nutrientes y vitaminas que sí son necesarios, al contrario de las grasas y azúcares del bollo.
Algo similar ocurre con la tecnología. Si nuestros hijos pasan 2 horas por la tarde enganchados a la tableta, el problema ya no es solo el efecto negativo del abuso de las pantallas, sino también todo lo que se están perdiendo: hacer ejercicio al aire libre, socializar con otros niños, leer, jugar a juegos de mesa…