Mi hijo insulta y pega: claves para gestionar los estallidos emocionales

Cada vez que hablamos sobre temas relacionados con la disciplina positiva, sobre desterrar los castigos o no chantajear en la educación, hay una duda que nos planteáis bastante: ¿y qué hacemos cuando se enfada mucho y nos agrede o nos insulta? ¿Cómo podemos gestionar los estallidos emocionales desde la calma, el amor y el respeto, sin perder los nervios?

Lo cierto es que en estas situaciones nos cuesta muchísimo mantener la calma y no recurrir a los gritos o las amenazas. Por eso hemos recopilado algunos de los consejos para gestionar los estallidos emocionales de nuestros hijos que tres grandes expertas tratan en sus libros (cuya lectura os recomendamos sin lugar a dudas). ¡Vamos a verlos!

Responder con agresividad ante los estallidos emocionales

Amaya de Miguel nos explica en su libro Relájate y educa. Soluciones eficaces para los conflictos cotidianos que “en la mayoría de los casos, la reacción autoritaria del adulto no frena los insultos y para lo único que sirve es para aumentar la tensión entre los miembros de la familia. Ese niño, que estaba tan enfadado que no supo filtrar sus palabras, después de la reacción tan fuerte de los adultos estará aún más enfadado y le va a resultar más difícil elegir qué términos usa”.

En la misma línea, María Soto nos cuenta en su libro Educa Bonito que “la firmeza no suena a portazo, aspaviento o resoplido. La firmeza suena a comprensión y respeto. A compasión y conexión. Porque al establecer límites, si no se hace de manera respetuosa, podemos provocar todo aquello que estábamos intentando evitar: conseguiremos exactamente lo contrario de lo que buscábamos”.

Por lo tanto, y como bien apunta María Soto, “hasta que no entendamos que el respeto se gana con admiración y no con miedo, en lugar de educar estaremos amaestrando”.

Revisemos nuestra comunicación

Ya tenemos claro que ponernos nerviosos y empezar a gritar probablemente solo hará que avivar más aún el fuego interior de nuestro hijo o nuestra hija. Pero, entonces, ¿qué hacemos cuando se pone a insultar o agredir? Porque no podemos dejar que se comporte de esa manera y no intervenir, claro está.

La psicóloga infantil Mª Luisa Ferrerós, en su libro Dame la mano, nos aconseja que “lo primero de todo es cambiar la forma en que nosotros, los padres, abordamos el tema. Optaremos por la comunicación constructiva, en vez de la destructiva, ya que la etiqueta hace entrar al niño en bucle, por lo que se frustra, ya que sus padres soportan la teoría de que él es así”.

Además, la psicóloga añade que “el siguiente paso recomendable sería no dejarse guiar por una búsqueda de Google y consultar con un profesional, que ahorra malentendidos y miedos que surgen cuando buscamos solucionar las cosas de manera no profesional”.

Por otra parte, es importante reivindicar el ejemplo. Muchos padres y madres se preguntan de dónde ha sacado el niño esos comportamientos si en casa no se habla o se agrede de esa forma. Amaya de Miguel nos recomienda revisar nuestro lenguaje: “No solo las palabras que usas, sino tu tono, tu lenguaje corporal, el volumen de tu voz y tus gestos faciales. Tal vez tú humilles y agredas a tu hijo sin usar insultos, con expresiones como por ejemplo: me tienes harto, no te aguanto más, con este niño no hay manera, siempre igual…”. Aunque no estemos insultando, estos gestos de desprecio y humillación son ofensivos para nuestros hijos, y no podemos olvidar que ellos aprenden de nuestro ejemplo.

Cómo abordar los estallidos emocionales desde la calma

Abordar estas situaciones desde la calma y el respeto no es sinónimo de ser permisivos o no poner límites. “Tu misión consiste en contener al niño que está en un estallido emocional fuerte, así que no te dé miedo hablar con firmeza y asertividad: estarás creando límites sanos, dando seguridad, conteniendo a un niño desbocado y reforzando los valores familiares”, señala Amaya de Miguel. Y añade: “Dile a tu hijo que comprendes su enfado, que entiendes que quiera manifestarlo, que tiene que expresarlo de otra manera y nombra la conducta positiva: en esta familia no insultamos, me duele mucho cuando me insultas o no puedo ayudarte mientras me agredes”.

También es muy importante que entendamos que en pleno estallido no vamos a poder hablar con nuestro hijo, pues “está viviendo un tsunami interno y tus palabras no serán recibidas en la parte del cerebro que podría procesarlas. Así que no intentes explicarle entonces por qué no tiene que insultarte. En otro momento, cuando el estallido haya pasado, enseña a tu hijo a identificar sus dificultades”, recomienda Amaya.

Lo que hay detrás de estallidos emocionales y malos comportamientos

Como siempre nos recuerda María Soto, “los malos comportamientos son malas decisiones que nos hablan de una necesidad. Y ante su necesidad mal expresada, muchas veces solo tenemos en cuenta cómo lo expresan, no lo que sienten de verdad”. Es aquí donde entra la teoría del iceberg:

Teoría del iceberg

Para comprender esta teoría, María nos pone un ejemplo: “Imaginaos que mi hijo mayor pega a mi hija pequeña y yo le castigo para penalizar su conducta (parte visible del iceberg). Sin embargo, no miro en la parte no visible del iceberg para entender qué le está motivando a pegar a su hermana. En este caso, lo hace porque tiene celos. Mañana, en vez de pegarle, le esconderá los juguetes. Yo volveré a castigarle. Pero su creencia errónea (pensar que yo quiera más a su hermana) seguirá ahí”.

Por eso es muy importante que nosotros sepamos ver qué hay detrás de los malos comportamientos y también que ayudemos a nuestros hijos a identificar esas dificultades o motivaciones que le están llevando a comportarse de esa manera determinada.

Cómo ayudarles a rebajar la intensidad

Amaya de Miguel nos propone múltiples opciones en su libro para atajar los estallidos emocionales y conseguir rebajar el nivel del estallido de nuestro hijo: “Siempre que puedas, desmonta la agresividad de tus hijos a través del juego”. Amaya nos cuenta que practicó taekwondo y que, cuando uno de sus hijos se pone agresivo, “me pongo en posición de combate y doy un par de instrucciones en coreano. Me miran, se ríen y dicen: ¡Qué rara eres! Y la agresividad se les baja”.

La creadora de Relájate y Educa ha bautizado esto como “disciplina juguetona”, una herramienta que nos propone para conseguir que “el cerebro de tu hijo o tu hija se desbloquee para que vuelva a pensar con claridad. Y el juego puede ayudarte a lograrlo”. Si os interesa saber más ejemplos, seguro que os viene genial ver esta ponencia en que Amaya nos propuso muchas alternativas para actuar en determinadas situaciones que suelen llevarnos a perder los nervios.

Por último, pero no menos importante, es importante hacer hincapié en la necesidad que tienen nuestros hijos de sentirse queridos de forma incondicional. “Los niños que agreden con frecuencia necesitan saber que son queridos, de modo que tienes que hacérselo sentir todos los días, sobre todo aquellos en que las cosas han ido peor. Los niños son conscientes del daño que hacen y esto les hace sentirse mal y poco válidos, así que una sola mirada valoradora de los adultos les permite construir seguridad interna y sentir que tienen cosas buenas que aportar al mundo”, sentencia Amaya de Miguel.

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Marina Borràs

Cuando era pequeña me sentaba a diez centímetros de la televisión para ver las noticias todas las mañanas antes de ir al cole. Cuando crecí un poco, se dieron cuenta de que la razón por la que me acercaba tanto al televisor era porque necesitaba gafas, aunque yo prefiero pensar que por aquel entonces ya había encontrado mi pasión: de mayor quería ser periodista. Y así fue. Estudié periodismo y comunicación política, y sigo formándome en los temas que me apasionan: educación, igualdad de género y nuevas tecnologías.

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