Que nuestros niños tengan problemas para acostumbrarse a dormir solos no es un trastorno, es algo completamente normal. Como madres y padres nos preguntamos qué debemos hacer para evitar que lloren, ¿los dejamos llorando para que no se malacostumbren o los consolamos metiéndolos en nuestra cama? ¿Es una estrategia para llamar nuestra atención y salirse con la suya?
Ceder ante nuestros hijos vs. cubrir sus necesidades
Rafa Guerrero, psicólogo clínico y de salud, nos explica que “el neonato llega a este mundo con una gran inmadurez, lo que le convierte en dependiente de sus figuras de apego. Por lo tanto, son las figuras de apego, generalmente los padres, los encargados de cubrir las necesidades de sus hijos. No es necesario ni real pretender cubrir todas las necesidades de nuestros hijos, pero sí un porcentaje mínimo de ellas”.
Por lo tanto, “cuando un niño se despierta en medio de la noche llorando porque tiene miedo, hambre o no puede dormir solo, es nuestra función atenderle, cubrir su necesidad y devolverle a su equilibrio. Si no puede dormir solo, no podemos dejarle llorar y marcharnos, somos las personas llamadas a calmarle y atenderle. Claro que después de varios días sin atender sus necesidades durante la noche nos dejará dormir en paz, pero ¿esto es lo que queremos?”.
¿Nos manipulan para no dormir solos en sus camas?
Respecto a esta creencia tan presente en el imaginario colectivo, María Soto, experta en Disciplina Positiva, nos contaba en otro artículo que “un niño al que le estás enseñando a dormir aún no tiene capacidad para elaborar un plan de manipulación”. Además, en un artículo publicado en The New York Times, titulado: “La ciencia detrás del llanto de un bebé”, se hace mención a diversas investigaciones que “revelan lo crucial que es llorar para la supervivencia de los bebés y cómo sus chillidos se abren paso a través de un atiborrado panorama acústico para exigir la atención inmediata de los adultos”. Por lo tanto, podemos afirmar que no, cuando nuestros hijos e hijas lloran no es un teatro, lloran porque nos necesitan y es la forma que tienen de comunicárnoslo.
Cómo ayudarle a dormir solo
María Soto nos ha dado varios consejos para abordar esta situación desde la disciplina positiva:
- Lo primero: quitarse de la cabeza la idea de que un niño que se despierta es un niño que duerme mal y hay que enseñarle a hacerlo bien. No hay que enseñarle a casi nada, hay que acompañar sus procesos de manera respetuosa, ofreciéndoles seguridad. Nadie va a quedarse dormido plácidamente muerto de terror. Nadie.
- Recomiendo encarecidamente contacto. La logística de las familias a veces determina si puede hacerse o no colecho (dormir en la cama con el niño), pero pensemos que el hecho de que los niños tengan una habitación para ellos solos a parte de la de sus padres es algo muy nuevo, hasta hace muy poco tiempo aún dormíamos todos juntos. No debemos olvidarnos de que el ser humano es un animal “civilizado”, pero un animal social, al fin y al cabo, y de la misma forma en la que hemos transformado nuestro mundo por completo, seguimos por otro lado teniendo las mismas necesidades afectivas y fisiológicas de siempre, que nos conectan y nos hacen ser quienes somos.
- Recomiendo contrastar información siempre. Y para acompañar a nuestros hijos al dormir, mucha calma. Sé que es fácil decirlo, y que al terminar el día estamos todos agotados, ellos y nosotros, pero si esa rutina o un día de nuestra vida nos supera, es que hemos olvidado algo muy importante durante la crianza de nuestros hijos: EL AUTOCUIDADO.
- Sería muy positivo revisar si tenemos tiempos de calidad para poder recargar energías y, al estar con nuestros hijos, poder dar lo mejor de nosotros mismos, incluso en momentos complicados. Ellos van a absorber nuestras emociones, si pretendemos “dormirlos” tensos, agotados o enfadados, no se van a relajar. Imposible dormir.
- Si no puedes hacerlo, por lo que sea, al menos piensa que mantenerte en calma reconduce todas las situaciones. Es una etapa que va a pasar. Muchas veces nos ponemos tensos por cansancio, y nuestra mente nos traiciona, y abordamos la situación como si fuera a durar para siempre. Y esa tensión lo complica todo, nos deja sin recursos y bloquea nuestra capacidad de gestión.
- Si una vez acostados salen de la cama para sacar un tiempo extra y no irse a dormir solos, evitemos entrar en su juego. Se coge amablemente y de forma firme de la mano y lo volvemos a dejar en su cama. No es necesario ni gritar ni hablar, las acciones dicen más que las palabras y no dan espacio a las discusiones. Es más que probable que esta acción se repita varias veces, no importa, se realiza las veces que sea necesario, pero él debe entender que hablamos en serio y no cambiaremos de opinión.
Muchas madres y padres batallan cada noche para conseguir que sus hijos vayan solos a dormir. En esa lucha titánica para mantener el poder hay mucho desgaste emocional, miedo y gritos. María Soto señala un punto muy importante: “Si algo me hace llorar de terror como adulta, y otro adulto que dice quererme me deja sola de forma consciente para que aprenda, te aseguro que ese adulto va a dejar de existir para mí a nivel emocional”. Los niños no son muy distintos a los adultos.