La era tecnológica ha cambiado nuestra realidad a muchos niveles. Nos ha proporcionado un mundo nuevo lleno de oportunidades, comodidades e información, etc. a la par que otras no tan buenas, véase, aislamiento social, deterioro de la calidad de las relaciones interpersonales y multitud de trastornos psicológicos tales como frustración, ansiedad o depresión.
Niñez y adolescencia no son palabras que se asocien de manera espontánea a otras como sexo o pornografía, sin embargo las nuevas generaciones ven en ello una fuente de aprendizaje, entretenimiento y dispensador infinito de dopamina al alcance de un click.
Los padres de hoy día estamos muy preocupados e híper protectores con no dejar a los peques solos en el parque, que hagan recados a tiendas cercanas o que pasen el tiempo con la pandilla de amigos en una plaza a unas manzanas de casa. Sin embargo, no ponemos mucho cuidado en darles una ventana a un mundo adulto repleto de riesgos para el bienestar de sus cerebros en pleno desarrollo, como lo son las redes sociales o el visionado gratuito y sin restricciones del sexo en su peor versión a edades tales como los 9 o 10 años en muchos casos con la entrega de su primer móvil.
Está claro que vivimos en un mundo tecnológico y nuestros hijos e hijas han mantenido una relación continua desde su nacimiento con un gran abanico de dispositivos que nos han facilitado el día a día. No obstante, como padres responsables debemos promover un buen uso de los teléfonos, ordenadores o tabletas entre otros por parte de nuestros vástagos.
Los padres, madres y educadores de hoy tenemos una gran oportunidad de poner la tecnología al alcance de nuestros peques siempre con un buen control parental o a una determinada edad en la que, después de una buena educación en nuevas tecnologías, redes, internet y sus
implicaciones, los niños y niñas de al menos 16 años, para mi la edad recomendable, puedan hacer un uso responsable de un dispositivo sin restricciones.
La educación sexual pareciera ser un tema tabú, no solo en la sociedad, sino en la propia familia. Es muy importante que los adolescentes puedan obtener las respuestas adecuadas a sus preguntas con respecto al sexo en su adolescencia a través de una fuente fiable y cercana y no acudan al cine pornográfico en su lugar. Esto tiene un gran impacto en sus cerebros en desarrollo y sus instintos más básicos justo en plena pubertad y les lleva a asimilar como válidas algunas prácticas que no son sexualmente sanas, alejándose muchísimo de una relación sexual amorosa y real.
Nos parece descabellado pensar que nuestros niños y niñas puedan llegar a verse atraídos por el porno cuando son tan pequeños, pero en realidad es el porno el que los encuentra a ellos, como menciona en su libro ¿Hablamos de porno? José Luis García. El impacto en ellos es tal, que puede llegar a crear adicción y todo tipo de problemas de salud psicológicos. Además de las implicaciones de salud por no usar medios de protección sexual.
No se trata de ser alarmista pero desde luego es un tema al que debemos prestar un poco de atención, informarnos, formarnos y de esta manera formar a nuestros hijos e hijas progresivamente para que puedan gestionarse solos en el mundo de internet cuando llegue el
momento.