Diez días antes de celebrar nuestro sexto encuentro, recibimos la noticia que no quisimos recibir nunca: Carles Capdevila, el maestro que nos invita a educar con humor, había fallecido. Era justo rendirle un sentido homenaje dando voz a personas que conocían de verdad a Carles y que, como él, eran apasionados por la educación.
Contamos con una maestra de ceremonias de excepción, la pedagoga y amiga Eva Bach, que hizo subir al escenario a Gemma Ventura, periodista y amiga de la familia, el escritor, maestro y pedagogo Jaume Cela, la periodista de TV3 Mireia Segú y la enfermera Isabel Llimargas, que conoció a Capdevila en sus últimos meses de vida. Todos ellos rindieron un precioso homenaje a Carles, nos acercaron mucho más a esta excepcional persona y nos emocionaron.
El homenaje comenzó reviviendo momentos llenos de humor y reivindicación de las ponencias de Carles Capdevila, en los que hablaba de cómo decidió ser padre y qué sentía hacia los maestros.
Vídeo del Homenaje a Carles Capdevila
Eva Bach: “Carles era mago de las palabras que tocaba corazones”
Eva Bach quiso dar las gracias al “Carles iluminador y descubridor de personas y de la vida, que nos contagiaba la belleza de vivir y el bálsamo de reír, al Carles generador de ideas y proyectos para mejorar a las personas y la educación, al Carles mago de las palabras que tocaba corazones y sembraba optimismo y esperanza, al abridor de caminos que daba oportunidades con una generosidad inmensa”.
Nos cuenta Eva que ella soñaba con tener una columna sobre educación en un diario “y Carles me la regaló sin pedírsela”, pues Eva desde entonces escribe Flores de Bach en el suplemento Criatures del Diari Ara (que Carles fundó y dirigió). Eva califica a Carles como “conector universal que generaba y sigue generando vínculos entre las personas que lo queremos y amamos la educación, faro emocional para padres, madres y maestros”. Nos habla Eva del “efecto Capde.
Él aparecía, llenaba la sala de luz y alegría, mejoraba el estado de ánimo y nos dibujaba miles de sonrisas”. Recuerda Eva que una vez le preguntaron a Carles en un programa de radio si creía como Eva Bach que los adolescentes son una maravilla y él dijo: “Cuando lo dice Eva Bach con su voz calmada, sí, cuando llego a casa, no”.
Gemma Ventura: “Aprendí la voluntad de valorar más que pisar”
Gemma Ventura nos habla de la publicación en la que trabaja, Catorze, fundada por Eva Piquer, mujer de Carles Capdevila. Dice Gemma que de Carles aprendió “la voluntad de valorar más que pisar, de subir la autoestima de los otros en vez de hacerla pedazos, la capacidad de ver la vida con humanidad, inteligencia y buen humor, el interés por las personas y por recortar distancias entre ellas, que el mundo es de los optimistas, a estimar la vida cuando la vida hace daño, que el recuerdo que dejas no habla tanto de qué fuiste sino de cómo fuiste”. Gemma concluye diciendo que “no sé si sabía que de su vida hemos aprendido y aprenderemos todos”.
Jaume Cela: “Su mensaje es bello, inteligente y tiende a la bondad al mismo tiempo”
Jaume Cela considera que “Carles ha situado como una de las bases de la educación la confianza: la confianza del maestro hacia sus alumnos y alumnas, convencido de que son personas capaces de aprender y de ser buena gente, confianza de los alumnos y alumnas hacia sus maestros, que los viven y los sueñan y entienden como personas que están a su lado, para crecer juntos, confianza entre familias y escuelas, puesto que las dos instituciones trabajan con personas muy importantes que dan sentido a sus vidas”.
Cela subraya que “Carles no nos hace llegar su mensaje desde el corazón o desde la cabeza, su mensaje proviene de la unidad de estos dos elementos y en algún momento podríamos añadir el estómago. Su mensaje se dirige a la unidad que somos los que le escuchamos, no hay dicotomía. Por eso su mensaje es bello, inteligente y tiende a la bondad al mismo tiempo”. Cela nos puso un ejemplo de uno de sus mensajes: “Reivindicar la amabilidad es algo más que un deseo hermoso: es una profunda necesidad que tiene esta sociedad que cada vez más exige pantallas para comunicarse y renuncia a mirar a los ojos de las otras personas”.
El mensaje de Carles, concluye está “bien envuelto por un sentido del humor muy creativo y exigente, que ilumina pero no deslumbra”. Como bien afirma Jaume Cela, “la muerte nos duele profundamente, pero no tiene la última palabra, la tiene Carles con nosotros y nosotros con él, en esta conversación constante que seguiremos manteniendo para mejorar nuestra común humanidad. Continuaremos leyendo sus palabras y evocaremos su sonrisa”.
Mireia Segú: “Era una persona estimulante y empática”
Mireia Segú recuerda que “tuve la inmensa suerte de trabajar con Carles, me escogió para el programa de TV3 Qui els va parir (Quien los parió). Carles era muy directo y muy franco y me llamó porque quería trabajar conmigo”. Cuenta que en esa primera reunión quedaron en el restaurante de un hotel. Y el camarero les preguntó: “¿Habitación?”. Y él dijo: “No, no, la primera vez no tengo tendencia a hacerlo”. Así se rompió el hielo”, recuerda Mireia. “Era una persona estimulante y empática. Me recuerda a él una cosa que ha dicho Mar Romera: “Si no te hablo desde el corazón no te llegaré”.
Tenía esta empatía y esta manera de hablar de las cosas pequeñas con las que todos se identifican. Hablando de las cosas pequeñas que nos pasan a todos nos es más fácil comunicarnos. Dejémonos por tanto de ser estirados y de esta rigidez que a veces tenemos”. En el programa, recuerda Mireia: “me enviaba a diferentes casas para visitar a diferentes familias, fue muy interesante y más que grandes teorías aprendí prácticas de sentido común.
Tengo la sensación de que Carles aún no nos ha dejado”. Confiesa Mireia que “estoy muy enganchada a los vídeos de Youtube estos días porque lo veo y lo continúo viendo y pienso que está aquí y creo me costará mucho asumir que se ha muerto. Creo que tenía aquello que más falta nos hace hoy en día: valores y sentido común”.
Isabel Llimargas: “Basta de hablar y pongámonos a trabajar, eso he aprendido de él”
Isabel, enfermera, confiesa que “he sido tocada por la magia de Capdevila”. Nos cuenta que “él habló de que las enfermeras fuéramos más visibles”. Isabel reconoce que “he estado con él seis veces en estos nueve últimos meses de su vida. Piensen lo importante que son los últimos meses en la vida de alguien. En estos momentos, cuando me encontraba con él, íbamos directos a lo que queríamos.
Una de las últimas veces que hablé con él me explicó una anécdota que muestra como es él: Estaba en planta para hacerse un tratamiento, tumbado en una camilla, conectado con los dos brazos, y esperaba. Al cabo de diez minutos (hay que tener en cuenta que el tiempo para una enfermera es corto y para la persona que está esperando un tratamiento es larguísimo), pregunta si no le van a poner el tratamiento. “Es que estamos esperando un producto que nos falta”.
Pasan 10 minutos más y les dice: “Oye, que pasa el tiempo y estoy aquí, no me puedo mover, tengo que hacer cosas…”, como siempre decía él que tenía que hacer cosas… “Es que el tratamiento está en otra planta”, le contestaron. Preguntó en que planta era, que era la primera, y dijo: “Vale, vale, me espero”. Pasaron cinco minutos más y entonces preguntó: “Oye, ¿me puedes sacar esto un momento?” y la enfermera le dijo que no, que no se podía mover. Pero él insistió: “Quítame esto, que voy a buscar el producto a la primera planta”. Pongo esto de ejemplo porque es como era él: “Basta de hablar y pongámonos a trabajar”. Esto es lo que yo he aprendido de él.
Está muy bien que pensemos en él, que lo veamos, yo me he emocionado viendo las imágenes de él, pero pienso que ya está bien de hablar y pongámonos a trabajar. Yo he integrado en mi trabajo diario como enfermera enseñanzas que me ha dado él sin darse cuenta y desde la situación de enfermo. Un día me decía: “¿Tienes prisa?” Y yo pensé: “Si Carles me dice eso es que me esperan dos horas de conversación”. Me decía que “algunos profesionales, cuando las cosas iban bien, me daban su móvil, me llamaban…
Ahora que las cosas no van bien, no los encuentro”. Yo le decía: “Carles, piensa que no saben qué decirte, no saben decirte: Mira, las cosas van mal y no sabemos cómo acabará esto”. Y él me dijo: “Pero tú en cambio me lo acabas de decir, es tan fácil como decir lo que piensas”. Isabel concluyó afirmando: “Voy a seguir aplicando todo lo que me ha enseñado”.
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