Hoy me siento mal, floja y desanimada. Algo me retumba en la cabeza desde hace tiempo, meses o quizás años no lo sé; pero siempre está ahí revoloteando y en días como el de hoy aflora y hace que me sienta triste, otra vez!
Tenemos, generalmente jornadas maratonianas, de 12 horas, si, trabajas 8 y lo que falta hasta las 12 es lo que empleas en los traslados; así es en mi caso y en mi casa. Mis hijas de 10 y 8 años buenas personas, sensibles, juguetonas, creativas y con una carga de responsabilidad excesiva para su edad, EX CE SI VA.
Se levantan a las 7.45h para estar en el colegio a las 9.00h. Pasan su jornada en el colegio, de 9 a 17.00h comen en el comedor del cole. A las 17.00h fin de la jornada escolar; hacen extraescolares escogidas por ellas 2 y 3 días a la semana respectivamente, su válvula de escape y a las 19.00h de la tarde cuando llegan a casa, casi 12 horas después de haberse levantado, esa hora a la que tú estás llegando a casa cansada de tu día maratoniano, a esa hora en que su cabeza, como la mía, está cansada y necesita descansar con una ducha sanadora, un libro, cuento o Tebeo que te permita conocer otras vidas, otro paisajes… a ESA hora, es el momento de EMPEZAR a hacer los deberes. Mientras escribo esto mis ojos se están llenando de lágrimas, me siento impotente, rabiosa y mal.
Entre 9 y 12 horas deben dormir los niños de su edad, entre 9 y 12h… entre 09h15min y 9h45min duermen las mías de 8 y 10 años. Personalmente me gustaría que fueran 10 horas o más pero imposible, no llegamos.
A las 19.00h ellas empiezan con los deberes, vamos empiezan… no sin antes pasar por el lavabo, peinarse, mirarse y hablarle al espejo como si enfrente estuviera su mejor o peor amiga diciéndole lo que no se ha atrevido a decirle a la cara, y, si se tercia, pintándose las uñas o disfrazándose. Y yo con la cena, que una vez entorilada subo a ver que tal y si ya están acabando, ¿acabando? Dios, han pasado 15 minutos y están sacando la agenda de la mochila, sacando la agenda, SA CAN DO LA A GEN DA, 15 min y están sacando la agenda, si, son niñas, niñas, niñas y no tienen prisa, por suerte no tienen prisa, yo sí, pero ellas no, es normal, son niñas. La cara, y la mía más, es el espejo del alma, a las 19h15min y con los deberes por empezar yo ya empiezo a no ser esa madre amorosa que ha dejado su cara de cansancio en la puerta de entrada y ha entrado a casa sonriente y feliz. No, yo a esa hora empiezo a ponerme seria y pelín nerviosa porque a las 22.00h hay que estar en la cama habiendo pasado por la ducha, habiendo cenado con la máxima TRANQUILIDAD posible, SIN PRISAS y contándonos qué tal día hemos tenido todos.
Vuelvo a la cocina no sin antes haber valorado que hay de deberes para hacerme una idea de si a las 20.30h podremos empezar a cenar. La pequeña: hoja de mates, la mayor comprensión lectora sobre la Antártida, no la veo excesivamente interesada con el tema y la hora que es (más de las 19.30h) no ayuda demasiado.
Ni cinco minutos y ya está la pequeña con su hoja de problemas en la cocina que no entiende el primer problema, normal, faltando poco para las 20.00h no sé si yo misma lo voy a saber resolver, por suerte sí, lo entiendo, se lo explico y mientras lo hace, la mayor con su comprensión lectora que dice que la primera pregunta no puede responderla porque no lo dice en el texto, las otras preguntas no lo sabe porque aún no ha llegado. Lee el texto en voz alta e insiste en que no puede responderla, trabajamos el texto juntas. Mientras, llega su padre, casi las 20h30min; la pequeña de nuevo, que ha hecho el segundo problema pero el tercero no le sale. Su padre se pone las pilas y tras remover la olla se pone con la pequeña y le aclara las dudas del tercer problema y del cuarto y último ejercicio mientras la mayor y yo seguimos buscando respuestas en el texto sobre la Antártida. Sí, lo hacemos juntas, está (estamos) cansada (s) y se le (nos) nota. Lavamos manos, a cenar 20.45h pasadas. Hoy verdura y pescado, de postre, manzana de Solsona, bien. Me siento a la mesa resoplando (cansada). ¿Qué tal hoy, cómo ha ido el día? A partir del primer socorrido bien se van hilando historias de clase, del patio, del comedor, de nuestra hora y media en el Transporte público, del despacho…. Nosotros y la mayor vamos comiendo y hablando… la pequeña o habla o come, antes de 21h.30min los 3 hemos acabado, la pequeña EMPEZANDO con la verdura (o come o habla) y hoy ha hablado muchísimo, tenía mucho que contar y poco tiempo, los problemas de mates le han quitado demasiado tiempo. ¡No me dejéis sola en la cocina, porfa! que ahora me voy a dar mucha prisa. Momento en que la mayor busca sentarse encima de su padre o mío para dar y recibir los besos, abrazos, caricias y mimos varios que la comprensión lectora no le ha permitido. La pequeña, claro está, ha buscado las piernas que quedaban libres para sentarse encima y seguir con la cena interrumpida para dar y recibir besos, abrazos, caricias y mimos varios. Otro día más igual: para los deberes casi dos horas, para explicarnos nuestras cosas mientras cenamos y mimarnos no llega a una hora.
Más de las 21.45h, ¿os habéis duchado? La cara de mis hijas es un poema, ¿duchado? ¿Cuándo? ¿En qué milisegundo de esta tarde crees que he podido hacerlo? ¿Mientras calculaba el cambio después de saber el total de peras, manzanas y fresas que he comprado en la verdulería del problema de mates? ¿o mientras averiguaba cómo les afecta el cambio climático a los osos polares? Ufffff, venga, rápido, rápido, rápido, rápido. De nuevo se han metido en la cama sobre las 22h20min. Y de nuevo, sin tiempo para jugar, escribir en su diario, pintar, hacer la manualidad con las cartulinas que compramos el lunes o leer (algo que les interese, claro!)… De nuevo sin vida. De nuevo el mismo marcador Deberes 1 – Familia, ocio, juego, diversión, creatividad 0.
Cuando empezamos a asistir a las puertas abiertas de los colegios de nuestra zona porque mi hija mayor iba a empezar P-3 (primero de infantil) nunca, nunca, nunca se nos ocurrió preguntar sobre los deberes; a los que estáis empezando ahora sé que os parecerá una barbaridad preguntar por los deberes cuando hay cosas mucho más importantes como cuándo y dónde duermen la siesta, si hacen fila o si el día que llueve van a la piscina; yo que ya he pasado por P3 os digo que además de todas estas inquietudes nunca, nunca, nunca se os olvide preguntar sobre si en el colegio se ponen o no deberes. Y ojo, si las respuestas son del tipo: sí, pero pocos, en 5-10 minutos están hechos, sí, pero adecuados a cada niño/a porque para los niños los deberes nunca son pocos y siempre hay cosas más interesantes e importantes que hacer que los deberes, en 5-10 minutos los haces tú (adulto) y 7 años después sigo investigando qué quiere decir adecuados a cada niño porque en la clase de mis hijas TODOS los niños tienen exactamente los mismos deberes y algún día alguno tendrá un poco más que los demás si no le ha dado tiempo de acabar la tarea en clase.
Sinceramente, no, así no! ¿Soy la única que cree que no lo estamos haciendo bien?. ¿De verdad los niños tienen que tener esta presión encima?, ¿Por qué? ¿Para qué?
Recientemente han acabado exámenes trimestrales; a examen por día, añadir a los exámenes entregas de trabajos, dosiéres y demás; estamos satisfechos y orgullosos de los resultados pero mucho más que por eso estamos orgullosos del esfuerzo que hacen nuestras hijas por vivir en una sociedad que va a 1000 por hora, estamos orgullosos por el esfuerzo que hacen por vivir en una sociedad que las obliga a llevar una carga de responsabilidad excesiva y porque pese a todo ello siempre tienen una sonrisa, un gesto amable y una caricia para decirte : sois los mejores padres del mundo, os quiero mogollón y resulta que 5 minutos antes mi alma decía que vamos tarde, date prisa y corre al mismo tiempo que mi cara lo reflejaba. ¡GRACIAS, HIJAS! Gracias por sacar un huequito de vez en cuando para disfrutar de vuestro tiempo y de vuestra vida creando, manipulando, investigando y jugando con muñecos, playmobil, a la comba o al escondite. GRACIAS. Os queremos.
Texto escrito por una seguidora: María José Martínez, “mamá de dos niñas maravillosas de las que aprendo cada día, a las que me fascina escuchar y con las que tengo unas conversaciones interesantísimas que, por desgracia, a veces tenemos que dejar a medias porque las obligaciones del día nos hacen entrar en un bucle de prisas y obligaciones terribles”.