José Antonio Marina: “Estamos infantilizando demasiado a nuestros adolescentes pensando que así les protegemos”

Es una de las voces más acreditadas del mundo de la educación. Sus investigaciones, sus proyectos, sus libros y sus reflexiones son referente para docentes, padres y madres. Reconocido en este campo, ha querido contarnos en Educar es todo su visión de la educación y la crianza, sus ideas para remodelar el sistema educativo y, lo que es más importante, sus claves para conectar con nuestros hijos y alumnos adolescentes y ayudarles a resolver sus problemas. Precisamente acaba de publicar ‘El club de los buscadores de soluciones’ en el que ofrece propuestas y tips sobre situaciones que nos pasan (y que les pasan) día a día.

 

 

P. Sueles decir que los adolescentes tienen una capacidad para resolver problemas que los adultos no sabemos solucionar…

 

R. Es que estamos infantilizándolos demasiado pensando que les protegemos, pero les estamos haciendo más vulnerables y no aprovechamos las capacidades que tienen. Creo que hay que animarles para que vayan entrenándose en resolver problemas, porque si no en cuanto tengan un problema se nos van a venir abajo. Lo hacemos con toda la buena intención del mundo, pero les estamos perjudicando. Y este libro nace con la idea de ayudar también a profesores y padres, porque el trasfondo es un programa educativo para la adolescencia.

 

 

P. ¿Por qué los adolescentes tienen tan mala prensa?

 

R. La adolescencia fue una etapa inventada con una razón educativa, que no era otra que evitar que los niños entraran al mundo del trabajo tan pronto y educarles antes de hacerlo. Es decir, es una época ficticia y no sabemos cómo educarles. Así que les hemos dejado en un vacío, en un limbo educativo, que utilizan para hacer lo que les apetezca en ese momento. Al final, para dejarles tiempo para estudiar les hemos quitado la responsabilidad del trabajo y les hemos quitado, de paso, todas las demás responsabilidades. Pero ellos las tienen y tienen que hacerse cargo y los adultos tenemos que exigírselo. ¿Qué pasa? Que les infantilizamos y luego nos quejamos de que sean infantiles.

Los adolescentes tienen problemas. Y hay que enseñarles la actitud general que hay que tener cuando se tienen problemas, no hay que resolverles los problemas.

 

 

P. Entonces, ¿nuestro papel como padres, madres y maestros cuál ha de ser?

 

R. La idea es que les ayudemos a que desarrollen todas sus potencialidades. Tenemos que prepararles para el competitivo mundo laboral y para que sean buenos ciudadanos, es decir, para que tengan un modelo ético de resolver los problemas. El enfoque es que tenemos que educarles para un futuro que no sabemos cómo va a ser, no sabemos qué enseñar, pero hay una cosa que sabemos con certeza: nos va a plantear problemas. Y parece de sentido común el que les enseñemos a fortalecer su capacidad de resolver problemas de todo tipo, que es lo que se van a encontrar, problemas emocionales, sociales, de pareja, económicos…

Mi propuesta es una técnica general de resolver problemas, que creo que tendría que formar parte de la esencia de todos los currículum educativos. Está la historia, las matemáticas, la parte artística… pero si lo pensamos todo lo que nos rodea es un conjunto de soluciones. ¿Qué es una mesa? Un invento para sujetar objetos.  Creo que tener esa visión puede cambiar la actitud, y hacer que pasemos de una actitud pasiva a activa.

 

 

P. ¿Y cómo lo hacemos?

 

R. No basta con predicar, hay que pasar a la acción. Por eso fundé la universidad de padres. Había que tener claro que también los padres tenemos que aprender a educar, tenemos que comprender qué les pasa a los niños y a nosotros también. Los padres se matriculaban según la edad de sus hijos pero con cierta antelación. Hay que exigirles a los padres que busquen ayuda. No nos lamentemos, actuemos pidiendo consejo a alguien que sea de fiar.

 

 

P. Y educando en tribu. Hablas de que la búsqueda de la felicidad personal implica la de la felicidad pública, que es algo que nos afecta a todos, y lo estamos viendo en estos días más que nunca…

 

R. La moral y la ética son el conjunto de las mejores soluciones para resolver el problema de la convivencia. Los seres humanos siempre vamos a estar enfrentados porque deseamos distintas cosas, o las mismas, y cada uno quiere buscar su propia felicidad, pero esto ha de ser compatible con la búsqueda de la felicidad del vecino. Todo el sistema de derecho se ha ido haciendo para resolver problemas. Y en política pasa también. Es decir, estamos viendo cómo unos acaban con los otros que son sus enemigos en vez de intentar resolver el problema común. Así el problema se complica, y esa polarización de buscar enemigos está creando situaciones violentas. ¿Qué pasa en Valencia? Que en vez de decir que hay que resolver el problema, se pelean por ver quién tiene competencia para resolver el problema. Hay una lucha por el poder. Por eso hay que explicárselo a los jóvenes, porque nuestro futuro depende de ellos y los adultos ya estamos maleados.

 

 

P. ¿Crees que seremos capaces de generar el talento suficiente para resolver esos problemas?

 

R. Seríamos capaces de hacerlo, pero con frecuencia no lo hacemos porque hay desconcierto educativo. Todo el mundo está en estado de emergencia educativa. Ahora nadie pone de modelo a Finlandia, sino a Singapur. Vamos a tomarnos en serio la educación, pero tenemos que tomarnos el trabajo de hacerlo. Hay cosas que han de permanecer de la educación tradicional y otras hay que cambiarlas. La pedagogía y la psicología educativa están bajo mínimos y necesitamos el talento para reavivarla. No está funcionando. Nos hemos metido en un lío con las pantallas sin haber pensado en qué es lo que queríamos hacer con ellas. Hemos deteriorado la memoria y la atención. Cada uno tiene que hacer lo que pueda. Yo soy muy soy crítico pero me interesa dar soluciones y si ves la literatura pedagógica es repetitiva, muy sesgada y nadie sabe. Así que los que investigamos, los políticos y los docentes tenemos que tener talento para darlas.

Porque la educación no interesa a nadie y ése es el gran problema, solo interesa a los padres que tienen hijos en edad educativa. Nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena.

 

 

P. ¿Entonces no hay solución para el sistema educativo? ¿Cuál sería?

 

R. Hay que intentar buscar soluciones que sean viables. No se trata de hacer otra asignatura, sino de impartir cada asignatura de este modo. Los docentes se darían cuenta que también son solucionadores de problemas: motivan a los alumnos, mantienen la disciplina en el aula, actúan en casos de acoso o de desavenencias con padres… ahora están desbordados porque hay problemas en el aula. Hay que explicarles el interés de enfocar así su profesión y se darían cuenta de que este enfoque les facilitaría la vida. No hay que esperar a que cambie la ley, solo hay que cambiar la formación de los docentes. Porque ahora entran a las aulas como si fueran al cadalso. De hecho, si lo piensas, las las metodologías por proyectos van un poco así: planteas un objetivo y es a ver cómo resuelves ese objetivo.

 

 

P. No es pequeño el debate. ¿Y qué me dices del debate de jornada partida o continua?

 

R. Si pensamos en los niños, partida. Quien ha dado clase se da cuenta de que una continua lleva a que las dos últimas horas los niños estén fuera de juego. ¿Y qué hacemos? Ponemos asignaturas no muy allá, o dos recreos, y no tenemos tiempo para clases de apoyo y recuperación. Con la continua es verdad que encima los padres se tienen que buscar la vida otras dos horas… y si lo piensas no hay nadie que haya dado una justificación pedagógica de jornada continua. Necesitamos no más horas lectivas, sino horas de apoyo, usar los campos de deporte, orientación… Necesitamos tiempo, estamos obsesionados por los programas teóricos larguísimos y no podemos entrenar lo que están aprendiendo los niños. En clase están a salvo de móviles, aprenden a jugar en la escuela… Una solución podría ser que los centros abran en días festivos y que se conviertan, con personal destinado para ello que vaya específicamente esos días, en centros de reunión de la infancia, en espacios de celebración de cumpleaños, etcétera.

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Lara Fernández

Mamá, periodista y maestra de Educación Infantil

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