Creo que el mundo se encuentra ahora en un momento muy especial de DESPERTAR. Despertar figurado de un largo letargo (la pandemia), despertar a la importancia del momento presente, despertar a la idea de que solo vivimos una vez y merecemos la felicidad, despertar a la realidad de que vivir con prisas es vivir a medias, despertar a la percepción de sentimientos y emociones, despertar a reconocer nuestras sombras (esas que la pandemia nos ha obligado a enfrentar). Me refiero a un lento DESPERTAR DE CONCIENCIA. Quiero pensar que este es el legado de resiliencia que nos dejarán los estrambóticos sucesos acaecidos estos últimos años.
Y es en este proceso de lento despertar que cada vez oímos más hablar de la Alta Sensibilidad. Eso que nuestra cultura, tradición y educación nos ha conducido a esconder y que ahora parece que poco a poco empezamos a apreciar.
Pero, ¿qué es eso de la Alta Sensibilidad? ¿Es que no somos todos sensibles? La Alta Sensibilidad es un rasgo en principio subjetivo, pero los científicos han encontrado maneras de cuantificarlo de algún modo. Han estimado que existe un porcentaje de personas (aproximado del 20-30%) que nacen con este rasgo más desarrollado (congénito por tanto). En el mundo científico este rasgo es conocido como Sensibilidad del Procesamiento Sensorial. Me encanta este término porque nos ayuda a comprender que es una forma de procesar a través de los sentidos la realidad que nos rodea. Todos procesamos esa realidad, pero no todos lo hacemos de la misma manera, ¿verdad?
Características de esta forma de procesamiento de personas y niños altamente sensibles
- Es una forma de procesamiento profunda. Las Personas Altamente Sensibles (PAS) no sólo reciben datos, sino que analizan todos estos datos de una forma exhaustiva.
- Es una forma de procesamiento centrada en las sutilezas. Las PAS observan y perciben más detalles a través de todos sus sentidos (vista, oído, gusto, olfato y tacto).
- Es una forma de procesamiento centrada en las emociones y bañada de empatía. Las PAS perciben las emociones que impregnan cada cosa que ocurre a su alrededor. Y es esa capacidad para percibir las emociones de los demás sobre la que se construye la empatía. La empatía como la posibilidad de comprender lo que el otro siente.
- Es una forma de procesamiento tan compleja que conduce a una mayor tendencia a la sobreestimulación. Entendemos esta sobreestimulación como una saturación de datos sensoriales (imagen, sonido, sabor, olor, tacto) que producen agotamiento y mucho “ruido mental”. Todo lo que perciben sus sentidos se va acumulando a la espera de ser analizado.
Seguro que recuerdas alguna conversación con amigos en la que comentabais todos vuestra impresión acerca de una película. La película es la misma para todos, pero la interpretación de alguien del grupo (puede que tú mismo) estaba cargada de detalles sutiles e impregnada de emociones que otros no habían podido ver. Y ninguna de las interpretaciones es mejor, simplemente son diferentes y complementarias entre sí. La simplicidad muchas veces transmite una gran sabiduría, pero sin la profundidad de algunas observaciones viviríamos sólo en la superficie del mar perdiéndonos la belleza de su fondo, ¿verdad?
Ese procesamiento profundo, centrado en las sutilezas y en las emociones, da lugar a un torrente de información. La información siempre otorga poder, porque si es correctamente elaborada puede traducirse en soluciones a problemas, creatividad, arte, ingenio y progreso. Pero a veces ser receptor de mucha información puede ser incómodo, porque puede llegar a saturar ese sistema de procesamiento que es nuestra mente racional y emocional. Por eso decimos que las PAS tienen una especial tendencia a la sobreexcitación, que muchas veces en los niños podría confundirse con alguna neurodivergencia como el déficit de atención con/sin hiperactividad o incluso con el espectro autista. Es importante conocer este rasgo para no colgar etiquetas diagnósticas erróneas que podrían acompañar toda la vida de un niño sin aportar mucho beneficio a cambio.
Los Niños Altamente Sensibles ven donde los demás no han podido mirar
Otro posible inconveniente de esta forma compleja de procesamiento informativo es que suelen necesitar más tiempo y calma para realizar su trabajo. Suelen obtener mejores resultados si no se sienten observados ni presionados y si pueden atender a una única cosa a la vez. Generalmente no son especialistas de la “multitarea simultánea” pero sí suelen dar todo lo mejor que tienen cuando se les permite el “monocultivo momentáneo” de algo que les apasione. Su nivel de concentración y dedicación en un trabajo que les atraiga puede llegar a ser tan alto que luego les cueste desconectar. Por eso jugamos a su favor si respetamos estas transiciones más lentas de unas tareas a otras.
La empatía tiene grandes ventajas como facilitar lazos personales más profundos y gratificantes, pero genera inconvenientes como dificultar la asertividad y el autocuidado o la percepción de las propias carencias o necesidades.
Los estudios científicos sugieren que las PAS podrían ser más propensas a sufrir las consecuencias emocionales de un entorno más desfavorable, pero que también podrían obtener mayores beneficios emocionales de un entorno favorable. Incluso hay estudios que demuestran que los NAS se beneficiarían más de diversas terapias psicológicas aplicadas de forma preventiva o bien una vez presentado el desafío emocional. Esa capacidad de analizar, reflexionar y extraer conclusiones de todas las experiencias vividas es la base del autoconocimiento que da como fruto la resiliencia.
Los Niños Altamente Sensibles encuentran tesoros en mares que otros no han podido surcar
Para conseguir surcar el camino de la resiliencia se necesita valentía, consciencia, silencio, reflexión y confianza en el proceso de aprendizaje y crecimiento personal. Y ahí es donde los padres, hermanos, abuelos, tíos, maestros, profesores, sanitarios, psicólogos, psiquiatras, orientadores, amigos… podemos acompañar. Permitiéndoles verse en un espejo que les devuelva todo ese reflejo de luz, esperanza y confianza que se merecen. Ayudándoles desde pequeños a practicar el autocuidado y a nombrar sus emociones y propias necesidades. A vivir la empatía desde la escucha activa y no desde el contagio de emociones. Animándoles a poner en práctica la asertividad y a buscar momentos de silencio y calma que combatan esa sobreexcitabilidad. Proponiéndoles las tareas a realizar de una en una. Enseñándoles a gestionar su tiempo para que puedan trabajar a su ritmo. Prestando atención a sus peculiares reflexiones y observaciones porque seguro que muchas veces nos sorprenderán con grandes enseñanzas. En resumen, ayudándoles a cuidar y a venerar esa virtud que les convierte en alguien tan especial.
No olvidemos que los Niños Altamente Sensibles ven donde los demás no han podido mirar, buscan donde el resto no se atreve a entrar y encuentran tesoros en mares que otros no han podido surcar.