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La jerarquía y la obediencia, enemigos de la familia

María Soto nos invita a pasar desde la obediencia al respeto mutuo y a tener en cuenta a nuestros hijos. "Es bonito abrir puertas que te acercan a tus hijos"

Si entendemos la familia como una manada, sí, la jerarquía es importante. Para los leones o para las criaturas que solo tienen el recurso de la fuerza para encontrar su posición en un grupo, ser el que manda y que te obedezcan por miedo, es fundamental.

Los seres humanos nacemos programados para buscar la pertenencia en el grupo, y para encontrar dentro de él nuestra significancia, nuestro valor personal, que nos haga crecer y que haga crecer al grupo al mismo tiempo. Somos animales sociales, EVOLUCIONADOS, con un cerebro que nos ofrece INFINIDAD de recursos para convivir en armonía sin necesidad de someternos o manipularnos los unos a los otros. Pero eso requiere imaginación, humildad y ganas de avanzar.

Las medidas normalmente utilizadas para establecer una jerarquía vertical en la familia ( Mamá y Papá arriba, los niños abajo) están basadas en el conductismo, es decir, en el condicionamiento que dirige al niño a voluntad del adulto, sin posibilidad de participar de la familia, de aportar su propia esencia para sentir que realmente, su familia es suya.

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¿Cómo educar en la horizontalidad?

Para educar en la horizontalidad de forma que ni el adulto ni el niño pretendan DOMINAR al otro es imprescindible utilizar herramientas nuevas, no es posible lograrlo con un sistema conductista, sino que debemos prevenir, acompañar y buscar la cooperación (que no la obediencia) desde el respeto mutuo. Respeto a los diferentes procesos de los niños, respeto por nosotros mismos como acompañantes y guías de su proceso, y de las circunstancias que lo rodeen.

Es preciso un cambio total de perspectiva y considerar al niño como una persona a la misma altura que el adulto en lo que a respeto se refiere, porque, por poner un ejemplo gráfico: los mecanismos de reacción frente a una orden impuesta son exactamente los mismos tanto en la infancia como en la edad adulta: ¿Qué se te pasa por la cabeza cuando te obligan a hacer algo? ¿Cuando te mandan? OPOSICIÓN, RABIA, REBELDÍA…

Muchos dirán que no, que obedecerían. Sí. Claro.

Muchos dirán que han sido educados en la verticalidad, en la jerarquía, y les ha ido bien. Lo primero que les diría es si realmente les va bien. Eso para empezar, lo segundo les explicaría que cuando nosotros, nuestros padres o nuestros abuelos éramos pequeños VIVÍAMOS en una sociedad vertical…y eso ha cambiado.

La horizontalidad es el gran cambio social de este siglo. Todos los adultos, al menos en el trato, nos relacionamos de igual a igual (Mamá ya no tiene que OBEDECER a Papá) por lo que ahora, ya no funciona “estar por encima”, de hecho cualquier persona u organismo que quiera estar “por encima” a nivel social recibe un rechazo atronador… Y por eso cambiar la perspectiva educativa es URGENTE, porque las familias, que son el motor de la sociedad, no pueden ser un freno, un estorbo para el “progreso real” ( que no tiene nada que ver con tener robots, sino con alcanzar los ideales de una sociedad más justa para todos).

Lo segundo que les diría es si ellos, en algún momento han sentido miedo hacia sus progenitores…y me dirán que no. Claro, ahora como adultos vemos a nuestros padres desde el cariño y , por qué no, la comprensión ( les hemos “perdonado” todo porque estamos pasando por lo mismo pero desde el “otro lado”) pero la pregunta es: ¿Cuando eras pequeño tenías miedo? No te engañes: ahora es respeto, sensación de que “lo merecías”, antes era temor: a ser descubierto, a fallar, a “no ser bueno”, a que no te dejaran bajar a jugar, a que te quitaran un juguete, al grito, al cachete ( Y si, pegar es maltrato, a tu mujer, a tu hijo o a tu perro… a ti no te gusta que te peguen bajo ninguna circunstancia, ¿verdad?)

El problema es que es mucho más fácil educar a corto plazo: el grito funciona, el miedo funciona, el chantaje funciona…claro que sí, pero a corto plazo.

¿Qué aprenden los niños con el autoritarismo?

¿Qué aprende un niño cuando le regañan por gritar, gritando?

¿Qué aprende un niño cuando para todo lo bueno hay algo a cambio y para lo malo una venganza?

¿Qué aprende un niño si absolutamente todo se lo tienen que decir los adultos, sino necesita pensar porque todo son órdenes o prohibiciones?

¿Qué aprende un niño cuando, por no saber aun relacionarse, se pelea con otro, y en vez de poder solucionarlo, recibe un castigo?

¿Qué aprende un niño cuando no puede fallar y los adultos a su alrededor fallan constantemente?

¿Qué aprende un niño cuando le obligan a tener un control emocional a nivel marcial y sus adultos de referencia ni siquiera saben diferenciar sus propias emociones?

¿Qué aprende un niño si cuando más necesita que le atiendan, y no sabe como hacerlo de forma adecuada, lo ignoran aún más?

Cambiar la perspectiva desde la verticalidad y la autoridad hacia una visión de la educación que incluya al niño, con confianza, y con la seguridad de que venimos programados para aprender, siendo conscientes de que no necesitamos control absoluto, marcaje absoluto, es muy difícil. Nos toca en lo más profundo del ego a los adultos, que deberíamos primero reconocer que hay otra forma, que quizás, podríamos hacerlo mejor.

Porque ya no tenemos excusa, ya hay suficientes estudios científicamente avalados y firmados por auténticas eminencias de la neuropsicología que afirman que el conductismo (premio- castigo, la manipulación, el domesticado) no educa, es más, arrasa la capacidad de la familia como motor de la sociedadNos enfrenta con nuestros propios hijos, nos aleja de ellos en el nombre de la “educación”, porque no somos capaces de comprender que es un viaje en el que todos aportamos, en el que ellos son personas que ni nos pertenecen ni deberían estar por debajo, sino CON nosotros, tirando de la familia, aportando sus pequeños granitos de arena…a su manera, como van pudiendo SI LES DEJAMOS, si les hacemos partícipes y no espectadores.

No es un experimento, no es una irresponsabilidad, es simplemente otro método, que lleva más tiempo (por que es preventivo…no se interviene sólo en el momento, sino en TODOS los momentos) y el hecho de no conocerlo, no nos da derecho a ignorarlo, o a burlarnos de las familias que optan por intentar no ser los jefes de sus hijos, sino ser FAMILIA. Unidos, teniéndose en cuenta los unos a los otros, escuchándose, tomándose el tiempo para crecer, cada uno a su ritmo…

Una compañera dijo una vez que si nosotros fuéramos los pilotos del avión de nuestra vida, nuestros hijos no deberían ser los pasajeros…sino los COPILOTOS. Dentro de sus capacidades, de sus experiencias (dependerá de las que nosotros les permitamos vivir). Obviamente ellos no pueden tomar decisiones importantes aún, pero participar de ellas, o tenerles en cuenta cuando los adultos, por mayor experiencia vital, las tomamos, les empodera y les hace sentir que son significativos en su familia, y al sentir que FORMAN PARTE DE ELLA, les permite desarrollar la capacidad de sentir significativos e importantes a los demás miembros: te tengo en cuenta porque me tienes en cuenta. No se trata de que escojan qué comer o cuándo dormir, quedarse en ese argumento es muy simplista…

Y no, no se trata de darles a ellos una responsabilidad que no les corresponde, no se trata de ser permisivos o de “preguntarles todo” ( ¡qué miedo más raro tienen algunos adultos a preguntar a los niños!! me pregunto si será porque a veces dicen cosas que no estamos preparados para escuchar). Se trata de utilizar el sentido común, pero de verdad. Hacerse preguntas sobre lo que conseguimos con las herramientas educativas actuales ( si castigar realmente funcionase, sólo habría que castigar una vez…), dudar de métodos pensados para una sociedad que ya no existe, no dejarse llevar por lo fácil y arriesgarse a dedicar a la educación de nuestros hijos el tiempo, el empeño y las fuerzas que merece…

No nos gusta que nos manipulen, que nos hagan chantaje, que nos hagan sentir “menos que”, no nos gusta que nos griten cuando algo no nos sale bien, no nos gusta que nos juzguen constantemente o que no nos tengan en cuenta en un grupo…¿por qué lo hacemos con nuestros hijos?

Queremos hijos responsables ( eso es tener criterio propio y saber decidir “bien”), con iniciativa, con autoestima, hijos preparados para el futuro…y les estamos educando como nuestros abuelos educaron a nuestros padres…haciendo de ellos “máquinas” de obedecer, diseñando su futuro a nuestra medida, sin capacidad para pensar por si mismos, sin recursos para vivir en el mundo sin “hundirse” ante el primer contratiempo…

Tenemos miedo a que se rebelen, a que nos reten, a que se “desvíen”…y lo mejor que se nos ocurre es controlarles y someterles…como si eso no generase todo lo contrario a lo que queremos… afortunadamente no somos insectos, sino PERSONAS CON DIGNIDAD, y eso salta si se pisa. Repito, afortunadamente.

Eliminar los premios genera autoestima ( el “yo soy capaz” , el reto superado, es la mejor de las “golosinas”), eliminar los castigos genera confianza ( ya no tengo que mentir por miedo a que me pillen ) y fomenta el espíritu resolutivo ( no me la cargo por hacerlo mal,sino que tengo que solucionarlo y así aprendo de la responsabilidad de mis actos, sus consecuencias, la capacidad de perdonar, la empatía, etc…), y hacer a nuestros hijos pensar a través de un lenguaje motivador ( no darles las respuestas de todo, alentarles a que las consigan ellos mismos) , genera en las familias un clima de unión y de cooperación increíbles…

Hay infinidad de herramientas responsables y respetuosas para educar desde la horizontalidad…las FAMILIAS del S.XXI, que exigen innovación y avances a todos los niveles, no pueden quedarse atrás, nuestra sociedad depende de ello… Para no ser una especie incongruente, para no ser “leones” en casa y 3.0 fuera de ella, sin ofender, ya me entendéis los leones no tienen la culpa!!

Es BONITO, es esperanzador, es motivante, es emocionante, es un reto maravilloso…ver como en casa no es necesario faltarse al respeto para avanzar juntos, ver como ellos aprenden de nosotros y en la misma proporción, nosotros de ellos. Y hay malos momentos también, claro que si, pero ahora los vemos como oportunidades de aprendizaje, como baches necesarios para aprender a superar para avanzar, no como problemas “culpa de alguien” o “disfunciones” , o qué se yo….

Os animo a que dudéis, a que busquéis, a que os escapéis de todo lo que, en el nombre de la educación, os aleje de vuestros hijos y os posicione “por encima” de cualquier persona, incluidos ellos (sobre todo ellos!!) … y que hagáis un ejercicio de empatía y la próxima vez que necesitéis algo de ellos ( que os “obedezcan” básicamente) intentéis pensar cómo os gustaría que os tratasen a vosotros…

Te propongo cambiar:

Jerarquía por horizontalidad responsable

Autoridad por confianza y acompañamiento respetuoso

Obediencia por motivación, por aliento y cooperación

Es bonito abrir puertas nuevas, sobre todo cuando te acercan a tus hijos.

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Hoy seremos nosotros quienes te demos las gracias por confiar en nuestro trabajo. Mañana serán tus hijos quienes te agradezcan haberte formado en tu labor educativa y haber pensado en ell@s.

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María Soto

María Soto

Experta en disciplina positiva
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