De todas las falsas creencias difundidas sobre las altas capacidades, una de las más extendidas es aquella que asocia las altas capacidades con el alto rendimiento académico. Y esta asociación fue la que hizo la semana pasada el escritor Juan del Val en una de sus colaboraciones habituales en el programa ‘El hormiguero’. Asociación que le ha costado una denuncia ante el Defensor del Pueblo y un aluvión de críticas.
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«Cuando un niño suspende ahora los padres dicen: “No, mi hijo suspende porque es superdotado”. A lo mejor no. “No, es que como es tan inteligente, es que se aburre”. No hay ninguno que suspenda porque es un vago, no, es que tiene altas capacidades»”, decía Juan del Val durante su intervención en el programa.
Más allá de entrar en la polémica sobre la idoneidad de sus palabras, queremos aprovechar para desmontar este mito tan extendido. Y hablamos de mito porque, según recoge el Informe Nacional sobre la educación de los superdotados 2020, elaborado por Fundación El Mundo del Superdotado, “el 50% de los superdotados abandona la escuela con fracaso escolar”.
Si bien es verdad que hay un porcentaje de niños y niñas con altas capacidades que tienen un alto rendimiento académico, hay muchos, muchísimos que no. Los motivos son variados, nos dice la educadora y autora del libro ‘Altas capacidades, educando para el éxito’ Ana Roa García.”Los niños y niñas suspenden por múltiples factores, no solo por su inteligencia. Por tanto, por supuesto que un niño con altas capacidades pueden suspender. El fracaso escolar en niños de alta capacidad llega cuando no se encuentran comprendidos. Son niños que se autoexigen mucho y tienen miedo, incluso, a decepcionarse a sí mismos por no llegar a las metas que se proponen. Necesitan un ambiente en el que se sientan cómodos y, especialmente en la escuela, necesitan un docente que tenga formación y sepa guiarles, les rete…”, asegura Ana Roa.
Cerebro distinto, diferente forma de aprender
Gracias a la investigación y a las modernas técnicas de neuroimagen, sabemos que el cerebro del niño con altas capacidades es diferente en morfología y funcionalidad respecto al cerebro del niño normotípico. Entonces, no es tan difícil entender que un cerebro que es diferente aprende también diferente. Esta conclusión ha llevado a muchos expertos, entre ellos el psicólogo estadounidense y autor del la Teoría triártica de la inteligencia Robert Jeffrey Sternberg, a concluir que “los niños superdotados utilizan formas diferentes de resolución de los problemas y tienen formas diferentes de aprendizaje”.
Entonces, la pregunta que hay que hacerse no es cómo hacer para que el superdotado se adapte a los métodos de aprendizaje que la escuela ha diseñado para los niños que se encuentra en la media desde el punto de vista de potencial cognitivo, sino entender cómo aprende el cerebro del niño excepcionalmente dotado y ofrecer una respuesta académica acorde con su demanda.
“La escuela está cada vez más cerca de esta demanda. De hecho, los niños con altas capacidades están dentro del grupo de niños de diversidad educativa, los cuales necesitan una atención específica, que ese currículum tan rígido se adapte a ellos y a sus características”.
Es fácil comprender que no le podemos pedir al niño con un retraso en el desarrollo que alcance estándares de normalidad o que aprenda al mismo ritmo y manera que los no afectados por ningún retraso, tampoco se lo podemos pedir al superdotado. “La educación no admite trajes de tala única”, concluye Ana Roa.