La salud mental de los niños y niñas se ha visto afectada tras la pandemia. Es la principal conclusión a la que llega el estudio ‘Salud mental en la infancia’, realizado por la Guía AIJU, el Instituto Tecnológico de Producto Infantil y Ocio, que estima que la salud mental de entre el 30 y el 45% de los más pequeños ha podido empeorar, reflejándose en una mayor ansiedad, aburrimiento o pesimismo.
La muestra, que se ha hecho con 600 familias y niños entre 3 y 12 años, señala que los estados emocionales que consideramos “negativos” son los que más han aumentado en los más pequeños. “Los niños están más ansiosos. Para un 42% su estado de ansiedad es igual antes y después de la pandemia, pero para un 53% ha aumentado”, señala Pablo Busó, coordinador del área de investigación infantil y pedagogía de AIJU.
Las emociones como la tristeza han aumentado en ellos en un 31% o el enfado un 57%. El miedo también es otra emoción que ha incrementado sobre todo por el temido contagio. “Son niños más tristes, tienen más miedo, tienen miedo de contagiar a alguien”, cuenta Busó.
Este incremento de las emociones “negativas” no se ha podido gestionar en las familias, como comenta la psicóloga Silvia Álava, por la falta de herramientas en los padres y madres. “En niños, por su propio desarrollo evolutivo, no son capaces de regular todas sus emociones, necesitan que sea su adulto de referencia quien les ayude a regularse a través de un proceso de corregulación. Los adultos estaban tan sobrepasados que no es que no quisieran regular a sus hijos, sino que no tenían las herramientas”. Por eso, la psicóloga cree que más allá de ofrecerles un contenido intelectual, se les debe dar desde la escuela y desde las familias herramientas para su gestión emocional. “Hemos centrado la educación que hay que llenar la cabeza de los niños de contenido. Tan importante es tener contenidos en la cabeza como saber expresar lo que estoy sintiendo”, apunta Álava.
Reacciones físicas por las emociones negativas
Estas emociones negativas también han tenido su repercusión en el estado físico de los niños y niñas. Los dolores de barriga han aumentado, así como los dolores de cabeza en un 24%. Asimismo, los hábitos de sueño se han visto alterados: un 22% de los más pequeños ha disminuido sus horas de sueño, un 29% tiene problemas para dormirse y un 22% tiene más cansancio a lo largo del día.
La alimentación también ha sido un foco que ha sufrido algunos cambios si nos centramos en la infancia. Busó destaca que, aunque han mejorado los hábitos alimenticios, a la par han aumentado los atracones de productos procesados. “Le hemos dado mucha importancia a una alimentación saludable, de comer frutas y verduras, pero han aumentado los momentos en los que los niños comen de manera impulsiva, y así ha aumentado el consumo de productos procesados en un 25%”.
Merman las habilidades de los niños
El tiempo en el que los niños y niñas no atendieron las escuelas, así como el uso de las mascarillas ha hecho que se retrase en los más pequeños el desarrollo del lenguaje. “Hemos observado un impacto negativo en cursos de infantil y primaria, produciéndose un desarrollo del lenguaje más inmaduro y reducido relacionado con el aprendizaje de la lectoescritura”, expresa la profesora Sagrario Peña. También tras la pandemia se ha observado que ha disminuido la capacidad de concentración de los niños en un 31%.
Por otra parte, ha empeorado para el 40% la capacidad para relacionarse con iguales. Además, al pasar más tiempo en familia, las discusiones con las madres y padres han aumentado en un 51%.
Los resultados de este estudio se enmarcan dentro de la celebración del Día del Niño y de la Niña, cuyo objetivo este año es poner en valor el papel que juegan los más pequeños en nuestra sociedad.