María Soto, de Educa Bonito con Disciplina Positiva, reflexiona sobre el papel de las emociones en nuestro aprendizaje (un papel protagonista que estamos descubriendo ahora). Sin embargo, apenas nos atrevemos a mostrar nuestros sentimientos, porque lo consideramos una muestra de debilidad. Contándonos cómo su hijo pudo recibir el mensaje de una canción en inglés solo por el lenguaje universal de las emociones, María subraya “lo fácil que sería todo si nos atreviéramos a utilizar el lenguaje universal de los sentimientos”.
El cerebro humano es un órgano diseñado para crecer constantemente. Se podría decir que es perfecto. Hasta hace bien poco desconocíamos el papel de las emociones en nuestro desarrollo y, como no sabíamos para qué servían, no podíamos aprender a vivirlas de manera controlada, es decir, crecer aprendiendo de las emociones que nos suscita cada momento para perfeccionar nuestra capacidad de adaptarnos.
Normalmente hemos aprendido a vivir en la dualidad “anulo-exploto” o “reprimo-deformo”…y así nos va muchas veces.
Si fuéramos honestos reconoceríamos que la mayoría de nosotros vamos dando bandazos emocionales sin autoconocimiento y con muuuy poquito autocontrol.
¿Qué quiere decir esto? Que nos hemos perdido hasta ahora la único que nos hacía realmente fácil vivir en grupo, lo que nos permitía conectarnos con nosotros mismos y con los demás, porque con cada emoción vivida, vamos “creando mente”. Con cada emoción experimentada y aprendida nuestro cerebro crea conexiones nuevas. Madura y transforma esas experiencias en recursos para situaciones futuras.
Afortunadamente, la inteligencia emocional es un tema que ya resuena en la sociedad. Por fin hemos sabido apreciar su importancia y esperemos que dentro de más bien poco empiece a dejar de darnos miedo sentir y sacar lo que nos mueve. Esperemos que mostrar una emoción, sin faltar respetos ajenos, deje de verse como una debilidad porque realmente es todo lo contrario: hay que ser muy valiente para dejar hablar al corazón… a veces nos dice cosas muy intensas.
Os escribo esto porque he vivido con nuestro hijo de 4 años un ejemplo genial de sabiduría infantil y de lo que significa reconocer e interpretar la expresión de una emoción ajena. Empatía pura.
Volvíamos de la playa con el primo Germán y la tía Ana y, como no podía ser de otra manera, el asiento de atrás era un tornado grado 1000 en la escala de los tornados ruidosos, inquietos, explosivos y destructivos. Los dos se jaleaban más y más y los decibelios eran ya dolorosos.
Neuronas espejo retroalimentándose sin control.
Los dejamos en casa y Antón se quedó, COMO SIEMPRE, muy compungido.
“Ahora voy a recordar un ratito lo bien que nos lo hemos pasado”
Se quedó en silencio con la mirada perdida y en la radio empezó a sonar una canción de Katy Perry, “Thinking of you”.No sé si la conocéis pero por si acaso os pongo el enlace.
En el momento álgido de la canción me dice:
-Mamá, ¿Sabes qué? Esta chica echa mucho de menos a alguien.
Os podéis imaginar mi cara y mi piel de gallina.
Antón no sabe inglés; imposible haber entendido si no fuera porque está aprendiendo a pasos agigantados el lenguaje universal de las emociones con música y sentimientos.
Después de salir de mi asombro le pregunté por qué él creía que ella echaba mucho de menos a alguien, y por si todavía no estaba suficientemente atónita concluye:
-¿No la oyes CÓMO lo está diciendo, Mamá? Llora la música.
Ojalá Antón y el resto de personitas que están en estos momentos desarrollando su infinita corteza pre-frontal, lo hagan desde la naturalidad, la libertad y la pureza que es sentir sin tapujos, porque como dice mi amiga Ana Isabel, sientas lo que sientas , estará bien…poco a poco aprenderemos a dirigirlo hacia el aprendizaje.
No sabemos lo muchísimo que nos perdemos por no dejar salir lo que llevamos dentro para que los demás puedan leernos y lo fácil que sería todo si nos atreviéramos a utilizar el lenguaje universal de los sentimientos.
Porque sentir no es malo y, al igual que a andar se aprende andando, a sentir se aprende emocionándonos.
Imagen: Educa Bonito