Raquel de Diego condujo este interesante taller que nos invitó a vivir los conflictos como una oportunidad de cambio y de mejora y brindó varias claves sobre cómo hacerlo.
Raquel de Diego, responsable de ConciliaFam, nos invitó a analizar dos escenas de la película de Clint Eastwood Gran Torino para entender la importancia de la escucha, del interés por el otro, de la empatía y de la pregunta en una buena comunicación. Ya de entrada nos preguntó cómo vivíamos los conflictos: ¿Cómo una batalla, como algo natural?
A través de una frase de Humberto Maturana (“El fenómeno de la comunicación no depende de lo que se dice, sino de lo que le pasa al que escucha y eso es algo muy distinto a tranmitir información”), Raquel nos hizo reflexionar sobre cómo los conflictos y la comunicación dependen de cómo los vivamos. Lo mismo ocurre con los errores, depende mucho de cómo los vivamos.
Así, Raquel nos trajo una frase preciosa de Álex Rovira: “Aprendió tanto de sus errores que cuando tropezaba, en lugar de caer, volaba”. Con estas ideas, Raquel nos quiso hacer ver que vivir de otra manera los conflictos y errores es posible. Porque, nos recordaba, cuando estamos en un conflicto nos radicalizamos, “sacamos lo más potente, que no lo mejor, de nosotros mismos, queremos ganar”.
El uso de etiquetas (“ya está el sabelotodo”), nuestro enfado porque los demás no cumplen nuestras expectativas (“no me ha apoyado”), unas normas que no están claras para todos (“yo no sabía que se jugaba a este juego así”) y la pérdida de perspectiva (“el árbol que no nos deja ver el bosque”) son factores que Raquel analizó como causantes o agravantes de los conflictos.
Pero, ¿y si entendiéramos que los conflictos nos han ayudado a aprender? Raquel hizo un repaso por los conflictos desde la crianza de nuestros hijos a su emancipación. Siempre se producen conflictos que nos han ayudado a crear nuevas pautas, a reforzarnos. “Cada conflicto nos empodera”, asegura Raquel. Si lo pensamos bien, los conflictos nos ayudan a conocernos mejor, a expresar nuestros sentimientos de forma asertiva, a aceptar que somos únicos y, en el caso de conflictos familiares, a identificar la familia como un sistema y unidad.
Raquel pidió al público que rememorara de manera vívida dos momentos en familia: uno agradable y otro desagradable. Los dos recuerdos se diferencian muchísimo en cuanto a colores, volumen, movimiento… Y ante la mala experiencia, Raquel nos preguntaba qué podríamos haber hecho para cambiar la situación.
Para esta experta, debemos entender que, en los conflictos en la familia, todos tenemos parte y que si uno cambia todo cambia. Raquel nos animó a entender que podemos cambiar, que no somos víctimas de las circunstancias, y citó una frase que impactó en el público, del padre de la programación neurolingüística John Grinder: “Si usted siempre hace lo que ha hecho siempre, siempre obtendrá lo que siempre ha obtenido. Si lo que está haciendo no funciona, haga otra cosa”.
Raquel nos quiso transmitir que padres y madres “somos generadores de cambio y mentores por impacto emocional”. ¿Cómo podemos vivir los conflictos como una oportunidad de mejora? Usando el humor, preguntando con verdadero interés para qué (por las intenciones) en lugar de por qué (así no entraremos en juicios), pensar en el problema como algo externo y del sistema en lugar de centrarse en culpar a personas y formulando críticas constructivas y propuestas.
Como os podéis imaginar, entre el público las principales dudas sobre conflictos iban desde las rabietas hasta la rebeldía adolescente. Raquel recomienda a los padres y madres que expresen a sus hijos cómo se sienten ante el conflicto y cómo quieren estar, que les pregunten cómo lo quieren solucionar. Además, confesó que veía las rabietas, las explosiones de emociones, como algo natural y hay que enseñar a canalizarlas. Y ante ellas, recomendó hablar de cómo nos sentimos padres e hijos y dar legitimidad a su enfado, una vez ha pasado la tormenta de la rabieta.