Seguro que hemos escuchado a alguien decir que sus hijos son muy difíciles, o incluso es posible que lo hayamos dicho nosotros con nuestros propios hijos e hijas.
Entendemos como niño o niña difícil aquel que siempre nos reta, se quiere enfrentar a nosotros y aquel que tiene estallidos emocionales que nos repercuten en la crianza y la educación que queremos proporcionarles. La maternidad y paternidad nos agota, y cuando nuestros hijos tienen “malos” comportamientos aún más. Esto nos lleva muchas veces a dictaminar que porque nuestro hijo tengan ciertas conductas que nos parecen incorrectas, es un niño difícil.
La etiqueta de niño difícil es muy fácil de poner: nos ayuda a justificar el comportamiento de alguien, así como nos ayuda a quitarnos la culpa de lo que hayamos podido influir en esas conductas. Pero esta etiqueta es muy difícil de quitar, aunque se puede empezar por entender a nuestro hijo o hija.
Entiende a tu hijo
¿Por qué consideramos que nuestro hijo es difícil? ¿Es posible que cuando tiene esos malos comportamientos estemos cansados ambos y veamos la conducta peor de lo que es? Las jornadas de trabajo que tenemos actualmente hacen que veamos a nuestros hijos al final del día, cuando tanto ellos como nosotros estamos cansados. Es normal que nuestros hijos e hijas estén irascibles, no quieran hacer lo que les decimos y nos griten. Muchas veces ante esto nos contagiamos de su emoción y ambos estamos en un estado de tensión. Por eso, antes que dictaminar a un niño como difícil, veamos qué puede estar pasando para que se comporte así.
Por otra parte, ¿qué edad tiene nuestros hijos? ¿Tienen entre 2 y 4 años? A estas edades los niños tienen numerosas rabietas, y como señala el psicólogo Rafa Guerrero “a esta edad, los niños aún no tienen desarrollado su corteza prefrontal, que es la parte del cerebro que les ayuda a controlar sus emociones e impulsos, por tanto, no podemos pedirles que, ante algo que no les gusta, actúen como lo haría un adulto, porque aún no está preparado”. Es decir, los niños no están capacitados para poder controlar sus conductas así como sus emociones a esta edad porque esa zona del cerebro todavía no se les ha desarrollado.
Detrás de un niño difícil hay una necesidad no cubierta
A veces, cuando nuestro hijo o hija tiene un mal comportamiento, por ejemplo, nos grita, pega a su hermano o incluso nos pega a nosotros, intentamos corregir esa conducta sin éxito. Nos limitamos a tratar de controlar el comportamiento “erróneo” de nuestros hijos, y esto solo nos llevará a frustrarnos porque no lo conseguiremos, ya que esa conducta está provocada por una necesidad no cubierta. María Soto, experta en disciplina positiva y creadora de Educa Bonito señala que muchas veces nos preocupamos mucho más por la conducta y la llamada de atención y no prestamos atención a la emoción que se esconde detrás de esa acción. “Su conducta es importante, pero más lo es la emoción por la que reacciona así”, cuenta.
Esa desobediencia y ese malestar que presenta nuestro hijo es su forma de reaccionar ante una necesidad no cubierta. “Nuestros hijos se portan mal porque no saben expresar lo que les pasa de otra manera, los malos comportamientos son malas decisiones que nos hablan de una necesidad. Y ante su necesidad mal expresada, muchas veces solo tenemos en cuenta cómo lo expresan, no lo que sienten de verdad”, añade.
Darnos cuenta de que nuestro hijo tiene necesidades no cubiertas, tomar acción y cubrir esa necesidad, va a hacer que esas conductas “inadecuadas” vayan reduciéndose con el tiempo, con paciencia y acompañándoles ante sus conductas erróneas y malestar emocional.
Tomar acción
Cuando estas malas conductas no cambian y se mantienen en el tiempo es un síntoma de que algo le está pasando a nuestro hijo. La etiqueta de niño difícil nos sirve para dictaminar cómo se comporta nuestro hijo mientras que nosotros no tomamos cartas en el asunto. Por eso, debemos se nosotros los que hagamos el esfuerzo por querer cambiar estas situaciones.
¿Queremos ver cómo reaccionamos cuando nuestros hijos tienen un mal comportamiento? ¿Queremos ver qué posibles causas provocan estos comportamientos para así encontrar luego una solución? A través de un Diario de Conducta podemos llevar un seguimiento de los problemas que surgen en casa y de cómo reacciona nuestro hijo. Podéis descargaros un ejemplo de Diario de Conducta en este enlace.
Niños de alta demanda
Es posible que nuestro hijo tengan estos malos comportamientos y por mucho que atendamos sus necesidades, nos pida más. Es posible que nuestro hijo sea un niño de alta demanda. Este se caracteriza por exigir mucha atención, no querer estar solos, necesitar muchos cuidados y recursos en comparación con otros niños. También tiene otras características:
- Problemas para dormir: nada de dormir del tirón a los tres meses. Les cuesta dormirse, tienen muchos despertares por la noche y no les hacen mucha gracia las siestas.
- Maman continuamente.
- Tienen mucha energía y vitalidad. Parece que no se cansan y están siempre activos.
- Son muy sensibles y perciben todo lo que sucede en su entorno. Se disgustan mucho si les reñimos y viven con mucha intensidad sus emociones.
- Suelen ser ansiosos o preocupadizos. Y pueden tener muchos miedos.
- Son muy dependientes del adulto: necesitan aprobación constante y atención.
- A cariñosos y afectuosos no les gana nadie. Necesitan el contacto físico.
- Son inteligentes y despiertos.
- Pueden ser tercos y enfadones, y coger rabietas con facilidad.
- Necesitan al adulto para entretenerse: no saben jugar solos.
- Son muy perseverantes e insistentes.