Nos contaba el periodista Carles Capdevila, en uno de los vídeos de la plataforma Gestionando hijos, que “uno de los problemas (problemas divertidos, pero problemas) que tenemos los padres, es que queremos ser héroes de nuestros hijos y llevamos fatal dejar de serlo”. Además, añadía que esto “ocurre muy temprano, porque nuestros hijos son muy listos, y enseguida descubren nuestros defectos, nuestras limitaciones y que no somos lo que aparentábamos”.
Tras 20 años siendo padre, Carles nos contaba que tenía “dos hijos pequeños que me adoran y dos adolescentes que me odian”, y que esto le hacía sentir “muy equilibrado”, pues sabía que no era “tan odiable como mis adolescentes piensan, ni tan adorable como me ven mis pequeños”.
“Cuando son pequeños nos adoran, pero no tienen criterio”, contaba Carles entre risas. “Esto yo lo descubrí con mi hijo pequeño, con quien entrené un día a fútbol y al terminar me dijo: ¿Cómo es que no juegas en el Barça? Y claro yo me preocupé. Pero, afortunadamente, al año siguiente organizaron un partido de fútbol de padres de la escuela y me pidió por favor que no fuese a jugar porque le daba vergüenza y pensé: ¡Por fin! Mi hijo se ha dado cuenta de que no tengo ni idea de jugar a fútbol”.
Es bueno que nuestros hijos e hijas sepan que no sabemos dibujar, que no sabemos jugar a fútbol, que no somos perfectos. “Que los padres perfectos no existen, y sería mucha casualidad que algún día existiese uno y fueses tú”, apuntaba Carles Capdevila. Además, también añadía que este obcecamiento por ser los mejores padres y madres nos lleva a veces a fingir, por lo que perdemos naturalidad y espontaneidad.
“Una vez estaba hablando con una madre muy angustiada y me confesó algo terrible, me dijo: Yo sé que soy muy mala madre, porque cuando llego cansada del trabajo, cuando he tenido un mal día, y mi hijo me pide que le cuente un cuento, lo hago pero no hago vocecitas. La mujer estaba frustrada, porque tenía un personaje de súper madre que pase lo que pase es capaz de fingir que es la mejor madre del mundo. Así que le dije dos cosas: la primera, que no sabía que había que hacer vocecitas, y la segunda, y más importante, que si algún día llegas cansada del trabajo o has tenido un mal día, no tienes ni por qué contarle el cuento y además deberías decirle a tu hijo/a que papá/mamá ha tenido un mal día”.
En definitiva, Carles Capdevila terminó este vídeo explicando que “esta naturalidad, que los niños/as sepan que somos imperfectos, contribuye a una familia más espontánea, natural y feliz. Porque los padres y madres no somos héroes, ni falta que hace”.
[the_ad id=”77749″]
Si te ha gustado este contenido, no te pierdas las ponencias de Carles Capdevila en nuestros eventos:
Ponencia Carles Capdevila: Educar con humor es posible
Ponencia Carles Capdevila: El papel del padre en la educación de los hijos