Raquel de Diego, de Concilia fam, nos cuenta con una poderosa metáfora (una casa en llamas) cómo podemos ayudar a nuestros hijos a calmarse (o apagar su fuego) sin tomarnos su “mala conducta” como un ataque personal. Y nos recuerda que “cuando un niño se muestra “difícil” es seguro que actúa así porque se siente mal. No se siente merecedor o merecedora de ser bien tratado”. Raquel os da claves para ayudarles a “apagar su fuego”. Muchas veces los niños actúan de una forma que a los adultos no nos gusta nada de nada. Nos resultan incómodos para la convivencia. Incluso pueden resultan agresivos. ¿Me está provocando con su actitud?
Imaginaos que estáis llegando a casa. Que venís de la calle de cualquier actividad agradable. Abrís la puerta, y os encontráis la casa llena de humo. Un humo negro que apenas os deja respirar ni ver nada. ¿Qué haríais? Pues posiblemente os lleguen a la mente varias opciones, como llamar a los bomberos para pedir ayuda, salir de casa corriendo llenos de miedo, o entrar en vuestra casa y comprobar de dónde viene el fuego que está provocando ese humo, ¿no es cierto?
Si aplicásemos este ejemplo en la conducta que nos preocupa de los niños, enseguida podríamos darnos cuenta de que ese humo es la conducta de ese niño: es un síntoma de que algo en su interior no va bien. Es la clave que nos deja ver que tiene un fuego encendido. Y su fuego no le deja apenas ni respirar ni ver con claridad.
Cuando un niño se muestra “difícil” es seguro que actúa así porque se siente mal. No se siente merecedor o merecedora de ser bien tratado. Ni siquiera se da cuenta de que esté haciendo daño a los demás en el grado en el que lo esté haciendo, porque no tiene que ver con un enfrentamiento personal, tiene que ver con castigarse a sí mismo.
Ha aprendido a lanzar una defensa que no le ayuda a estar mejor, aunque pueda que consiga el beneficio de llamar una atención… al precio que sea, o ser protagonista de algo… de lo que sea, o que alguien le nombre… aunque sea con un insulto.
Necesita que alguien le ayude a sacar todo ese fuego que le quema desde lo más profundo de su ser; le envuelve, le confunde. Quiere romper con todo, porque todo le hace daño en ese momento. Es más que posible que él no sepa ni de donde salió ese rescoldo que le aviva de nuevo una llama, que seguramente se produjo hace mucho tiempo. Y eso le genera un conflicto importante en su autoestima.
En la infancia se forjan conexiones a través de las experiencias de afectividad y protección
Los niños necesitan sentirse queridos, bien tratados y tomados en cuenta desde que son bien pequeños. Y cada niño, y cada niña tiene su propia sensibilidad. No por las mismas cosas nos sentimos igual de afectados. ¿O acaso te daban vergüenza las mismas cosas a ti que a tus hermanos, o amigos?, ¿cómo reaccionabas cuando te mandaban callar en clase? Seguro que en cada uno de nosotros, aún en las mismas situaciones, generamos emociones diferentes y con distinta intensidad. Ahora no podemos olvidar que nuestros hijos tengan su propia sensibilidad…
Por eso que podemos ver la casa llena de humo y salir huyendo, o mirar detrás del humo y encontrar ese fuego que puede llegar a estropear grandes cimientos si no lo atendemos pronto.
“Y el fuego se apaga con serenidad, tomando medidas para no quemarnos ni propagarlo”.
Una buena opción siempre puede ser no darle la espalda.
¿Y qué mas se puede hacer si me está provocando con su actitud?
- Puedes “salir” emocionalmente por un momento de la situación, y darte cuenta de que no es un enfrentamiento directo hacia ti. Necesita soltar ese atasco emocional que no sabe cómo canalizarlo, y algo le ha saltado como alarma para que estalle con esa actitud que muestra.
- No avivar el conflicto o la conducta con reproches o castigos en ese momento. Deja que se enfríen las llamas, simplemente dile de forma muy firme sin perder el amor que sientes por él o ella en las formas ni las palabras, que esa no es la manera. Que puede contar contigo para estar de otra manera más tranquila.
- Escuchar sin juicios, mantener la calma, y ofrecerle contención. Si te percibe con una actitud conciliadora podréis retomar lo ocurrido más adelante. Hablándole con cariño y realizando otra actividad agradable juntos, puede confiar en contarte qué le ocurre de forma voluntaria.
- Emplear la despersonalización, y la metáfora, para evitar sentirse de nuevo atacado por esa emoción que le bloquea y tomar perspectiva sobre la situación: “a veces pasa que sale DON GENIO, o DOÑA PEREZA y hace que se complique la convivencia…”. “Hay que saber cuándo la pulga empieza a molestar al perro, porque se rasca tanto que se hace herida y no se deja curar por nadie”
Todos los niños y niñas quieren llegar a sentirse queridos, y eso no solo depende de nosotros, como madres y padres. Depende también de cómo les ayudemos a quererse a sí mismos. Podemos acompañarles durante todo el camino de vuelta a casa y poder encontrarse en un lugar seguro, sin llamas.
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