El desarrollo de la autonomía es una de las mayores preocupaciones que tienen todas las madres y padres. Desean que sus hijos se desarrollen de la forma más óptima posible, pero sin embargo no se suelen propiciar los espacios y las experiencias pertinentes para ello. Precisamente de la autonomía y de la libertad de movimiento vino a hablarnos Emmi Pikler tras la Segunda Guerra Mundial.
Su objetivo principal al crear el instituto Lózcy era evitar el síndrome hospitalario y que los niños se sintieran solos o abandonados. Lo que ella intentaba era que los niños se sintiesen lo mejor posible en un entorno que no era el más idílico. Para conseguirlo les proporcionó total libertad de movimiento, en unos espacios acondicionados y con la ropa adecuada, además de evitar en todo momento el adiestramiento por parte de los adultos en el plano motor.
Al mismo tiempo propuso una idea que resultó revolucionaria: tener una atención lo más personalizada posible, llegando a organizar grupos reducidos de niños a cargo de los adultos, así como promover la idea de que cualquier espacio es bueno para generar una actividad espontánea que ayude al desarrollo psicomotor.
¿Cuáles fueron los efectos de la metodología de Emmi Pikler?
En un estudio realizado por Bowlby se observó la tendencia en el comportamiento de aquellas personas que no recibieron la atención de Emmi Pikler. Así pues, se estableció que la mayoría de las personas que han pasado los primeros años de su vida fuera del medio familiar, sin el desarrollo de un apego seguro con un adulto de referencia, revelan más tarde conductas desadaptativas. Estas se manifiestan esencialmente en relaciones sociales superficiales, en dificultades para controlar sus manifestaciones emocionales (enfados, arrebatos) y, eventualmente, en insuficiencias de las funciones cognitivas y perceptivas.
Si algo debemos tener en cuenta a la hora de entender la metodología de Emmi Pikler es que el proceso de desarrollo del niño debe ser respetado por encima de todas nuestras expectativas. No debemos adelantar un hito del desarrollo motor en el niño, principalmente porque su cuerpo todavía no está preparado para llevarlo a cabo.
Esto está relacionado directamente con, por ejemplo, el hecho de poner a los niños a andar cuando todavía no han experimentado suficientemente la etapa de suelo u obligarles a escribir cuando sus manos y su desarrollo cognitivo no es el adecuado.
Debemos entender que cada persona tiene determinadas posibilidades de desarrollo que vienen definidas genéticamente. Es decir, que por mucho que queramos conseguir un objetivo, si nuestro cuerpo no está preparado, no hay que forzarlo.
¿Por qué habiendo planteado todas estas ideas hace tantos años seguimos sin darle el peso que tienen?
Seguimos cometiendo errores durante el desarrollo con los que se ha comprobado grandes avances en los niños. Continuamos entendiendo al niño de 0 a 3 años como un ser humano absolutamente dependiente de la ayuda del adulto. No comprendemos que, a pesar de ser tan pequeños, ellos son capaces de aprender a través del movimiento.
Todos los bebés utilizan su motricidad no solo para desplazarse o tomar objetos, sino sobre todo para expresar sus emociones, intereses y ansiedades, para pensar y aprender.
Por eso, dejándoles tener más autonomía y libertad podrán experimentar lo que es conocer por sí mismos su cuerpo y todas sus posibilidades, el entorno que les rodea e incluso dejar que se equivoquen.
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