Las faltas de respeto son comunes en la adolescencia, pero esto no quiere decir que tengamos que tolerarlas y aprender a vivir con ellas. Todo lo contrario, debemos hacer ver a nuestros hijos qué líneas rojas no pueden pasar. Y las faltas de respeto son, por supuesto, una de ellas.
¿Por qué los adolescentes faltan al respeto?
Las razones más comunes para las faltas de respeto adolescentes, tal y como enumera la creadora del portal ‘Adolescencia positiva’ Diana Al Azem en su libro ‘Adolecentes de la A a la Z’, son:
- La inmadurez cerebral
Su corteza prefrontal (área del cerebro encargada, entre otras cosas, del control de impulsos), aún no la tienen totalmente desarrollada, lo que hace que su cerebro siga siendo fundamentalmente impulsivo. Esto, en la vida social, puede traducirse en comportamientos no adaptados, como las faltas de respeto.
- El cambio de mirada hacia los adultos
La adolescencia supone el fin de la mirada de admiración de los hijos a los padres. Sus referentes empiezan a ser otros, aprenden nuevas formas de vivir la vida y, en definitiva, a formarse su propia idea de cómo es el mundo. Esto, unido a su impulsividad, puede hacer que su forma de manifestar el desacuerdo con los padres sea excesivamente pasional e incluya faltas de respeto.
- Factores educativos
Si la educación ha sido muy autoritaria, y los hijos sentía que no les estaba permitido expresar sus sentimientos y necesidades. O si, en cambio, ha sido muy laxa y los niños no han conocido límites ni normas, es más probable que en la adolescencia haya faltas de respeto hacia los padres.
¿Cómo actuar ante las faltas de respeto de nuestro adolescente?
El hecho de que las faltas de respeto sean habituales y, hasta cierto punto, normales en la adolescencia, no significa que no debamos actuar cuando se producen. “Los adolescentes necesitan conocer las líneas rojas que no pueden sobrepasar, y es nuestra responsabilidad como adultos marcárselas”, insiste Al Azem, que nos da algunas pistas:
- Busca el motivo de la falta de respeto
No se trata de justificar el comportamiento, pero sí saber de donde viene. El motivo es que detrás de un mal comportamiento siempre hay una persona que lo está pasando mal. Encontrar la causa de malestar te ayudará a tratar de solucionarlo y reducir el conflicto.
- Mantén la calma
Recuerda que tú sigues siendo el adulto y, por tanto, el encargado de que la situación no degenere. Si aún así no eres capaz de calmarte, ve a otra habitación y no regreses hasta que no lo hayas hecho.
- No les faltes al respeto
Nosotros, los padres, somos el modelo en el que se fijan. Si nosotros acostumbramos a faltarles al respeto, que no nos extrañe que esto sea lo que aprendan. por tanto, si cuando nos faltan al respeto respondemos con otra falta de respeto (grito,amenaza, insulto… ) le estamos legitimando la actuación, le estamos diciendo que hacer eso es lo correcto. Esto no significa que no podamos mostrar nuestro enfado con frases tipo: “me ha molestado mucho cómo me has hablado”.
- Deja la conversación para luego
Ante una falta de respeto, es mejor esperar a que pase la tormenta. Más adelante, cuando veas que tu hijo está más predispuesto, cuando a ti se te haya pasado el enfado, puedes llamar a su puerta e iniciar una conversación.
- Pon límites
Cundo hables con él, tendrás que decirle que no vas a aceptar que te trate así, que tú no te mereces que te hable así. Es importante que conozca los límites y que sea consciente de que lo ha sobrepasado.
- Enséñale habilidades de resolución de conflictos
Cuanto más entrenado esté nuestro hijo en la resolución de problemas, menos recurrirá a las faltas de respeto.