Gritos, malas contestaciones, portazos en la puerta…. Según se van haciendo mayores nuestros hijos, se van rebelando cada vez más contra nosotros. Ellos van adquiriendo cada vez más pensamiento crítico, nos confrontan y nos contestan. Y cuando llegan a la adolescencia, a veces parece que nos quieren llevar la contraria, y a veces nos darán unas malas contestaciones.
¿Por qué actúan así? ¿Y cómo debemos reaccionar ante sus malas contestaciones? ¿Debemos marcar la autoridad o es normal que se comporten así? Os contamos todas las claves.
Que te dé una mala contestación entra dentro de su etapa adolescente
Puede que tu hijo o hija haya sido ejemplar durante toda su infancia: no se enfadaba, no te contestaba, sacaba buenas notas, era responsable… Pero llegada la adolescencia, puede que notes que te hayan cambiado a tu hija. Es otra persona a la que tú has educado.
A veces, si no nos preparamos para la adolescencia y no entendemos que están entrando en una etapa diferente en la que buscan independencia, buscan su propia identidad y su sentido de pertenencia, nos puede chocar que nuestra hija o hijo esté cambiando, no le entendamos y de ahí que tengamos tantas discusiones y malas contestaciones. Así nos lo explica la educadora Sara Desirée Ruiz: “La adolescencia, sobre todo si no nos preparamos para ella, hace que se experimente “de repente” una sensación de pérdida muy profunda que puede llegar a ser muy dolorosa. Si no se han ido identificando las señales que han ido avanzando la nueva etapa, se puede tener la percepción de que todo ha pasado de un día para otro”.
Además dentro de todos los estímulos externos que puede tener, como amigos, pareja o la propia sociedad que dictamina cómo tienen que ser los adolescentes, el cerebro de nuestro hijo también promueve estos cambios. Rafa Guerrero nos contaba en esta entrevista cómo la parte parte inferior del cerebro del adolescente está en esa etapa mucho más operativa, una parte que es impulsiva e inconsciente. Por el contrario, la parte del neocórtex que se encarga del funcionamiento ejecutivo, es decir, donde se desarrolla la planificación, la espera a la gratificación o el control de los impulsos, se está desarrollando y no está muy activa. De ahí que muchas de sus conductas las hagan sin pensarlo mucho, como por ejemplo darnos una mala contestación.
¿Cómo reaccionar ante las malas contestaciones?
Una vez que entendamos que estas malas contestaciones no tienen por qué ser algo personal, algo que nos lo dicen para hacernos daño, nos podemos poner en marcha para que cuando se dé una mala contestación, podamos reaccionar bien. ¿Qué debemos hacer y qué debemos evitar hacer o decir?
A evitar
- Contagiarte de su emoción: si está enfadada y te grita, demos un paso atrás y respiremos antes de que nos secuestren las mismas emociones.
- Decirle el famoso “y tú mas”: imaginemos que nuestro hijo nos ha dicho “no te soporto”, y nosotros para estar por encima de él le respondemos “yo sí que no te soporto”. Intentemos evitar esto.
- Retirarle tu amor: “ya no te quiero porque me has contestado así”.
- Gritarle y castigarle: esto perjudicará a tu vínculo y tu hijo o hija no obtendrá ningún aprendizaje.
- Ser arbitraria: como hoy estoy de buen humor no me importa que me hable así. Pero al día siguiente como estoy yo cabreada, le castigo por la misma contestación.
Prueba a
- Tener en cuenta el contexto de tu hija: ¿está pasando por una etapa estresante? ¿Le ha pasado algo ese día?
- Decirle: cuando faltas el respeto a alguien, le haces daño. Me has hecho daño y me pone triste. Tienes derecho a estar enfadado, pero no a contestarme mal.
- Fomentar la confianza con él o ella: alaba sus capacidades, refuerza las cosas que hace bien… Así volverá a confiar en ti.
- Tener en cuenta cómo reaccionas y buscar la calma en vez de la confrontación.
- Acompañarla en su emoción e intentar hablar con ella cuando se haya calmado.