Es común observar que muchos niños se comparan con sus hermanos, compañeros o amigos. Esta comparación puede ser buena cuando sirve como un puntapié y les motiva a mejorar. Sin embargo, el problema está cuando esa comparación es constante, sobre todo si tienen un sesgo y se fijan más en los aspectos positivos del otro que en los negativos porque puede generarles inseguridades y afectar su autoestima.
¿Por qué nuestros hijos se comparan constantemente con otros niños?
“Compararse con los demás es una tendencia completamente natural y necesaria para conformar nuestra autoestima, nuestro autoconcepto y nuestra identidad”, explica la psicóloga Úrsula Perona. Es algo que hacemos todos inevitablemente, observamos a quienes nos rodean para nutrirnos de aspectos positivos y para encontrar modelos a seguir. Así mismo, descubrimos los aspectos y las conductas que no deseamos imitar.
Aunque es cierto que “muchas veces la tendencia a compararse demasiado con otros proviene de que los padres lo han hecho constantemente”, asegura la experta. Por ejemplo, cuando comparamos a uno de nuestros hijos con su hermano o amigo: “Mira a Álvaro, qué buenas notas tiene, aprende de él”, “tu hermano se come todo y no se queja, no como tú”…
Este tipo de comparaciones que solemos hacer incluso de manera inconsciente, nuestros hijos las interiorizan como una manera de relacionarse con el mundo y de ver si su comportamiento es válido o no. En este sentido, “los padres tenemos un papel muy importante a la hora de modelarlo”, confirma la especialista, pues nuestros hijos se dan cuenta de que nosotros también comparamos y de esta manera naturalizan la acción.
¿Qué podemos hacer si nuestros hijos se comparan siempre?
Debemos prestar atención al modo en el que se comparan, sobre todo si lo hacen de una manera negativa, perjudicial y dañina para su autoestima. En caso de darse esta situación, la psicóloga Úrsula Perona nos da varios consejos:
- No comparar a nuestros hijos con otros. “Cada persona es única y genuina, y está bien ser como uno es. Este mensaje se transmite a través del amor incondicional. Queremos a nuestros hijos simplemente por ser como son, independientemente de lo que hagan o no hagan, de sus logros… y ellos tienen que sentir este amor incondicional”, comenta la experta.
- No sobreprotegerles. “Otro aspecto importante para que nuestros hijos tengan una buena autoestima y no necesiten tanto medir su valor en base a los demás es no sobreprotegiéndoles. Cuando les sobreprotegemos no les dejamos desarrollarse plenamente, ni equivocarse y aprender de sus errores, ni permitirles ver que pueden conseguir las cosas por ellos mismos”, puntualiza la psicóloga.
- Fomentar el amor propio. Ayudémosles a reconocer y valorar sus propias cualidades y logros. Tenemos que enseñarles a apreciar sus talentos únicos y a entender que todos somos diferentes y eso es algo maravilloso.
- Promover una comunicación abierta. Hemos de crear un ambiente donde se sientan cómodos expresando sus preocupaciones e inseguridades. Escuchémosles atentamente y mostremos empatía, dándoles apoyo y comprensión en todo momento.
- Fijarnos en el esfuerzo, no solo en los resultados. Debemos destacar el proceso y el esfuerzo que ponen en sus actividades, en lugar de enfocarnos únicamente en los resultados. Tenemos que ayudarles a entender que el crecimiento personal se basa en el aprendizaje y la dedicación.
- Reforzar la autorreflexión positiva. Animémosles a reflexionar sobre sus propias fortalezas y áreas de mejora sin compararse con los demás. Enseñémosles a establecer objetivos realistas y a celebrar cada pequeño progreso en el camino.
Con todo ello, es conveniente recordar que cada niño es único y especial a su manera. Nuestro papel es apoyarles y cultivar la confianza y el amor propio en ellos. Ayudémosles a comprender que su valía no depende de la comparación con otros, sino de su autenticidad y crecimiento individual.
