Mi hijo ve porno: ¿Qué puedo hacer?

La pornografía es un contenido audiovisual que abunda en Internet. Con una búsqueda rápida nuestros hijos e hijas pueden tener acceso a ello. Y es que con la democratización de las tecnologías, el acceso y consumo de porno comienza cada vez más en edades tempranas.

Según datos de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD), los niños comienzan a ver pornografía entre los 8 y 12 años, y en adolescentes de edades entre los 13 y 17 años, el consumo es constante. Por parte de los padres y madres, 9 de cada 10 desconocen que sus hijos tienen acceso a este tipo de contenido.

El informe (Des)información sexual: pornografía y adolescencia de Save The Children señala que un 63% de los niños y niñas ha consumido porno entre los 6 y los 12, edades en las que no tienen ni desarrollado su pensamiento crítico, ni saben distinguir lo que es real y lo que es ficción.

“En temprana edad como tal no existe un consumo, sino que más bien existen encuentros. Ahí empieza a cuentagotas, hasta que se convierte en algo más frecuente, sobre todo en la preadolescencia con el aumento del interés sexual”, cuenta la sexóloga Nayara Malnero.

¿Por qué ven porno nuestros hijos?

Desde que son pequeños, los niños tienen curiosidad sobre muchos aspectos de la vida, también sobre aquellos que las familias tratan como un tema tabú. La sexualidad sigue siendo un tema prohibido del que hablar con sus hijos para muchos padres y madres.

Es por eso que los hijos acuden a la pornografía por falta de información. Los niños escuchan las palabras “sexo” “sexualidad” en las películas, entre sus amigos y no saben qué es. Debido al ocultismo en las familias sobre estos temas, los niños y niñas buscan la información en otro lado y acaban encontrando porno.

La pornografía se convierte así, en su principal fuente de información. “Como no hay una educación sexual de fondo o una base, el único modelo que tienen es ese”, indica Malnero.

Efectos de la pornografía en niños y adolescentes

El consumo de pornografía a edades tempranas puede afectar a la percepción de la sexualidad de los niños y niñas, como nos indica Lara Avargues en el curso de Educar es Todo “Educar en sexualidad en familia”.

Por una parte, Lara advierte que con este consumo en niños pequeños “se ha observado un aumento de las prácticas sexuales de riesgo, tales como sexo sin precauciones, sin consentimiento o el ciberacoso”. En los contenidos pornográficos se muestra contenido con violencia, casi siempre dirigido a la mujer, así como estereotipos estéticos y de género. “Muestran una realidad que no tiene nada que ver con las relaciones sanas y de respeto”, menciona Avargues. Por eso, el visionado de porno lo que hace es que nuestros hijos e hijas aprendan “patrones de desigualdad” y crea unas expectativas del sexo basadas en la violencia y la coerción. “El problema está en tomar como modelos de comportamiento y de relaciones (sexuales y no sexuales) a actores y actrices de ciencia ficción que, al final, es lo que es la pornografía, ciencia ficción de la sexualidad humana”, cuenta Malnero.

Cómo actuar si pillo a mi hijo viendo pornografía

Pillar a nuestro hijo o hija viendo porno no es una situación agradable ni para nosotros ni para ellos. Es un momento en el que nuestro hijo sentirá mucha vergüenza. Por eso, debemos tener cuidado con el lenguaje con el que nos dirijamos a él. No debemos usar frases como “me avergüenzas” o “quién te ha enseñado esto”. Nuestra comunicación con ellos debe basarse en la confianza y en la comprensión.

En casa es esencial educar a los niños en sexualidad, desde la infancia y adaptándonos a su edad para que estas situaciones se vivan con menos incomodidad. Esto no significa dar charlas a los niños, sino tratar el tema con naturalidad y responder a sus preguntas. “Sigue existiendo la creencia de que hablar de ello lo fomentará, cuando las experiencias educativas demuestran justo lo contrario”, explica Malnero.

Sin educación sexual no podemos abordar las problemáticas que conlleva el porno con ellos, porque sentirán aún más vergüenza y no querrán hablar con nosotros sobre los motivos por los que han accedido a este contenido. Debemos hablar sobre sexualidad y sexo con anterioridad, para que ellos y ellas sepan de antemano que, si consumen porno, lo que ven no es real.

¿Debo prohibir a mi hijo ver porno?

Hay algunas preguntas que nos rondan a los padres y madres sobre este tema: ¿Cómo conseguimos que nuestro hijo no vea porno? ¿Está bien si le prohibimos ver este tipo de contenido?

Por una parte, los niños pequeños no deben tener acceso a este contenido, puesto que como se ha señalado antes, no tienen conciencia de lo que es realidad y ficción, y tampoco tienen desarrollado su pensamiento crítico. Por eso, podemos hacer uso del control parental para prohibir los contenidos sexuales. Sin embargo, la mejor herramienta para evitar que nuestros hijos accedan al porno es la educación sexual. Debemos explicarles, siempre con una comunicación adaptada a su edad, que si se topan con contenido raro en el que hay gente desnuda, deben cerrarlo porque no está recomendado para su edad.

Por otra parte, debemos educar a nuestros hijos adolescentes en un consumo responsable de la pornografía. Ellos deben tener toda la información necesaria para reconocer que lo que ven no es realista, y que no van a imitar esas conductas. “Si los jóvenes que consumen pornografía tienen información de calidad y las ideas claras sobre sexo seguro e igualitario, el consumo no tiene por qué ser problemático”, comenta Avargues.

La idea no es prohibir conectase a las redes, sino hacer un uso adecuado de cómo hacerlo, asesorando a la juventud en el proceso de búsqueda. No censurando, sino guiando la capacidad crítica para entender qué significa la pornografía, desarrollando así una sexualidad libre y ética.

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Alicia Mendoza

En el camino a convertirme en periodista y comunicadora audiovisual descubrí que hay varios valores que quiero que acompañen siempre a mis palabras: el compromiso, la verdad y la igualdad. Valores que también aplico a mi día a día para contribuir a una sociedad cada vez más justa. La educación, los feminismos, los cuidados y los vínculos emocionales conforman los pilares sobre los que me formo cada día.

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