Hablamos con Mónica Mendoza, psicóloga experta en ventas y protagonista de una divertida ponencia, de la importancia de la inteligencia emocional y del modelaje en la educación de nuestros hijos. Si te preguntas qué hace una experta en ventas en un evento sobre educación, Mónica Mendoza, que además es madre, lo tiene claro: “Con los hijos estamos intentando convencerlos continuamente de que hagan lo que tienen que hacer. Ahí estaría el nexo de unión”. Disfrutaremos de nuevo de una ponencia llena de humor y frescura de la mano de Mónica Mendoza el 24 de noviembre en Madrid.
La inteligencia emocional debería tener más peso en la formación y en los procesos de selección
Para esta psicóloga, es fundamental que en los procesos de selección y en la formación se dé la importancia que merece a las competencias emocionales. “Defiendo la inteligencia emocional como la capacidad de ser feliz más veces, es lo más importante. Tener tres carreras y hablar cinco idiomas no correlaciona con un nivel de felicidad elevado y creo que está descompensada la carga lectiva que se ocupa en este tipo de tareas versus la carga lectiva en las de inteligencia emocional”. Por esto mismo, no se explica por qué en los procesos de selección “no coges a una persona que tenga habilidad de relación, tolerancia a la frustración, capacidad de empatizar con los demás y los números ya los hará el ordenador” y aplaude que algunas entidades bancarias “ya se han dado cuenta de que tienen que cambiar los procesos de selección en función de otras habilidades”.
La inteligencia emocional tiene que ver con la felicidad
Hay dos constructos dentro de la inteligencia emocional que explican su estrecha relación con la felicidad: “la automotivación, la capacidad de motivarse uno mismo cuando las condiciones son adversas, y el autoconocimiento. Cuando tú te conoces bien sabes qué situaciones o personas te pueden hacer daño o hacer infeliz y sabes evitarlas. El que no se conoce cae en situaciones que le hacen sufrir más”.
Y es que lo importante no es lo que nos pasa sino cómo vivimos lo que nos pasa. Y esto es muy importante transmitírselo a nuestros hijos. Mónica lo ejemplifica así: “Si vamos en un avión y hay muchísimas turbulencias, miramos a la tripulación. Si las azafatas y azafatos están nerviosos y muestran signos de ansiedad, nos pondríamos nerviosos. Si ante las mismas turbulencias ves que el personal está tan tranquilo, te dará tranquilidad, porque percibes que si están tranquilos todo irá bien”. Por eso Mónica advierte contra la tendencia de trasladar “nuestros miedos a nuestros hijos sin darnos cuenta”.
Mónica quiso insistir en la importancia de educar con el ejemplo. Y afirma: “Si supieran los padres lo que el modelaje influye en los niños nos comportaríamos diferente, porque influye muchísimo más que intentar racionalizar una idea. Es nuestra conducta lo que más les influye”.
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