Lo que nadie te contó sobre el niño malcomedor

Uno de los temas que más suele preocupar a los padres sobre la alimentación de sus hijos es que dejen de comer o no coman suficiente. Es entonces cuando empiezan las guerras en casa a la hora de la comida. Es lo que se conoce como “niño malcomedor”.

Tengo que confesar que, antes de nutricionista, fui niña malcomedora. De repente, alimentos o platos que comía, dejé de comerlos. Además, me volví muy selectiva con lo que decidía comer. Por no hablar de probar nuevos alimentos. ¡Eso era algo impensable para mí!

Cabe decir que, también, está muy integrado en nuestra sociedad y cultura el comer hasta dejar el plato limpio. El no comer, o comer poco es señal para muchos de posibilidad de enfermar. En mi caso, además, soy de comer poca cantidad, y me tomo mi tiempo, por tanto, os podéis imaginar la situación cada vez que tocaba sentarse en la mesa.

Dado que es un tema que se da en muchas casas en algún momento de la vida de los peques, y teniendo en cuenta mi experiencia, junto con los conocimientos que tengo hoy en día al haberme formado en la nutrición, voy a explicaros qué sucede realmente y cómo podemos gestionarlo.

Apetito errático

Lo primero de todo que hay que saber es que el apetito en los niños varía en función de su crecimiento. Se dice que el apetito de los niños es un “apetito errático”. Esto significa que habrá épocas en las que sentirán más hambre, y otras menos, dependiendo si se encuentran en pleno momento de crecimiento o, por el contrario, de estancamiento. La mayoría de adultos hemos perdido, o no hacemos caso a nuestra sensación de hambre, pero los niños aún lo conservan y deberíamos intentar que lo mantengan. Por ello, si empiezan a comer menos cantidad, hay que respetarlo. Ya vendrán otros momentos en los que vuelvan a crecer y empiecen a comer más.

Neofobia

Por otro lado, entre los 2 y 6 años de edad, es posible que de repente se vuelvan muy selectivos y rechacen probar nuevos alimentos o platos por su presentación, textura, marca, olor… Es lo que se le denomina neofobia o miedo a probar nuevos alimentos. Es algo pasajero y habitual, y forma parte de nuestra evolución como humanos. No suele alargarse durante mucho tiempo, pero en mi caso, debo de reconocer que me duró unos cuantos años más.

Cantidades distorsionadas

Otro asunto a tener en cuenta es el tema de las raciones en el plato. Como he comentado anteriormente, en mi caso, soy de comer poca cantidad. Si le sumamos que muchos adultos ofrecen raciones casi de adultos a los niños, es muy probable que el plato no quede vacío. Y no es porque no coman suficiente, sino porque la ración no es acorde a su edad y necesidades energéticas.

Cómo actuar

Cómo ya has podido ver, estos comportamientos son normales en diferentes etapas de la vida de nuestros hijos. Por ello, lo importante es saber cómo gestionarlo.

Antes que nada, si no quieren comer no hay que obligarles, ni presionarles. Por tanto, tampoco premiarles, ni castigarles. Intentaremos siempre tener una despensa saludable en casa y que alimentos sanos estén siempre a su alcance. ¿Qué más dará que coman un plato de lentejas que un plátano y unas nueces?

Intentaremos siempre cuidar mucho la presentación y el cocinado. A nadie nos motiva comernos un plato de coliflor hervida y encima pasado de cocción. Será mejor si se lo presentamos como una coliflor gratinada al horno, o formando parte de la base de una pizza. Y no dejar de ofrecérselo, pero con texturas y recetas diferentes. Nuestros peques son los críticos más estrictos que podemos encontrarnos como cocineros.

Ganaremos mucho si les hacemos partícipes tanto de la compra como de la planificación y la elaboración del menú. Además de familiarizarse con ellos, y experimentar con sus texturas, olores, colores…, también trabajaremos sus habilidades psicomotoras, su compromiso a la hora de elegir los platos que estarán dispuestos a comer y, sobre todo, aumentaremos su autoestima.

“Lo que haces grita tan fuerte, que no me deja escuchar lo que dices”

– Ralph Waldo Emerson

Pero el aspecto más importante de todos, es cumplir con el ejemplo. Los niños en sus primeros años de vida aprenden por imitación, y van a repetir los patrones que ven en casa. Por lo tanto, si queremos que se alimenten de forma saludable, tendremos que ser coherentes y predicar con lo que queremos fomentar.

Y para terminar, ¡tranquilos! No se van a desnutrir ni a quedar con hambre. En mi caso, puedo deciros que empecé a hacer las paces con la comida cuando terminaron las presiones y castigos, y me adentré yo misma en la cocina.

Puedes descargar de forma gratuita el decálogo de nutricoles, que te ayudará a realizar el cambio hacia unos hábitos saludables en los más peques de la casa, aquí: https://www.nutricoles.com/download/1029/

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Vanessa Fernandez

Coach nutricional, especializada en obesidad, nutrición clínica, nutrición vegetariana y nutrición infantil en Nutricles, proyecto formado por nutricionistas para ayudar a madres/padres y educadores a luchar contra la obesidad infantil fomentando una alimentación saludable. Alguno de sus libros: “Los 5 primeros pasos para conseguir cambiar de hábitos”. Hizo las paces con los alimentos tras su etapa como niña malcomedora.

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