Niños que sufren por exceso de empatía. Cómo ayudarlos

Aunque la empatía es una capacidad muy positiva, hay niños que sufren por tenerla excesivamente desarrollada. El psicólogo Alberto Soler nos da pautas para ayudarles y evitar que sufran

A estas alturas, todos sabemos que el mundo necesita personas empáticas para convertirse en un lugar más respetuoso, tolerante y amable, pero es que además, fomentar en nuestros hijos la empatía hará que sean mucho más felices, puesto que esta habilidad les ayudará a establecer mejores relaciones personales con los que le rodean.

El motivo es que gracias a la empatía, tal y como explica el psicólogo Alberto Soler, “tendrán la capacidad para percibir los sentimientos, pensamientos y emociones de los demás, entender a una persona desde su punto de vista en vez del propio y experimentar indirectamente lo que siente o percibe la otra persona”.

Pero ¿se puede tener un exceso de empatía? Alberto Soler nos dice que “rotundamente, sí”. Esto, lejos de ser beneficioso, “puede traer mucho sufrimiento a quién lo padece”.

De esto habla Alberto en este vídeo colgado en su canal de YouTube.

Señales que pueden alertarnos

Aunque hay personas que deberían fomentar más su empatía, también hay otras que tienen tan desarrollada esta capacidad que puede llegar a suponerles un problema. Si pensamos que nuestros hijos pueden encontrarse en este segundo grupo, conocer dos características muy comunes de las personas hiperempáticas puede permitirnos confirmarlo.

Sienten como propios los problemas de los que les rodean rodean

Las personas hiperempáticas son personas que conectan tanto con los demás, que al final acaban sufriendo por todo aquello negativo que perciben. Así, este exceso de empatía les acaba generando estrés, ansiedad y un bajo estado de ánimo.

Por ejemplo, el hecho de ver una persona en situación de necesidad les puede producir una reacción emocional muy intensa, al punto de llegar a sentirse emocionalmente muy afectadas. “Tampoco es que debamos ser indiferentes ante el sufrimiento o la necesidad de los demás, pero no es adaptativo reaccionar de una manera tan intensa que acabe interfiriendo en tu día a día”, nos recuerda Soler.

Falta de asertividad

La asertividad se define como la habilidad de expresar nuestros deseos de una manera amable, franca, abierta, directa y adecuada, logrando decir lo que queremos sin atentar contra los demás. La hiperempatía va a incapacitar a nuestros hijos a expresar y velar por sus intereses y necesidades, poniendo siempre por encima la de los demás. Esto puede llevar a nuestros hijos a no rechazar hacer un favor; al conectar tanto con la necesidad de la otra persona resulta complicado no ofrecerse para ayudar. “Nuevamente, lo mismo que comentábamos antes, no es que no debamos hacer favores a otras personas, pero si una excesiva empatía nos impide decir que no, al final no somos dueños de nuestras decisiones ni de nuestro tiempo”, alerta Soler.

Como vemos, los extremos no son buenos. En un mundo tan poco empático, un niño muy empático acabará sufriendo.

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María Dotor

Tener solo unas líneas para presentarse no es fácil. Espero hacerlo bien 😉 Soy periodista y amante de la educación. Una de mis frases favoritas es: “La educación no cambia el mundo, cambia a las personas que van a cambiar el mundo” de Paulo Freire. Por eso creo que es tan importante tomárnoslo en serio. Por eso, y porque educar es el más apasionante e importante de los viajes. ¿No crees?

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