Todos queremos que nuestros hijos e hijas nos hagan caso, no tengamos que repetir las cosas varias veces y lo hagan sin rechistar y sin ponerlo todo patas arriba. Sin embargo, cuando nuestros hijos son pequeños, es muy complicado que hagan las cosas a la primera, que entiendan las órdenes que les decimos y que las ejecuten.
Cómo es el cerebro de un niño pequeño
No podemos pedir que nuestros hijos no sean impulsivos si no entendemos la razón por la que lo son. La razón por la que de pequeños son así la encontramos en el cerebro.
En los primeros años de vida de nuestros hijos su cerebro se está empezando a desarrollar. La zona que está más evolucionada y que está más activa es la zona más emocional, tal y como nos contaba el psicólogo Rafa Guerrero. Justo a partir de los dos años, la desobediencia se ve reflejada en los niños a través de las rabietas. Cuando están viviendo una, ellos no atienden a razones, principalmente porque su parte del cerebro más racional no está muy desarrollada, de ahí que no puedan racionalizar lo que les pasa y no puedan controlar su conducta. “Cuando a un niño le decimos ‘no’, cuando a un niño no le permitimos hacer algo o tiene que hacer algo que no quiere hacer, en ese momento puede entrar en rabia”, señala el experto.
El proceso de rabieta comienza con una hiperactivación de la amígdala que segrega dos sustancias: la adrenalina, que le invita a la acción, y el cortisol, la hormona del estrés, que le impide pensar. Así, nuestro hijo está en plena rabia emocional y no está en un estado para razonar.
¿Significa esto que nuestro hijo va a estar siempre en un estado de rabia cuando le pidamos algo? No, pero entender que su cerebro no le permite comprender bien las órdenes porque la parte racional no está tan desarrollada como la emocional, así como entender que es muy posible que ante una negativa o algo que no le apetezca hacer puede entrar n rabia, nos ayuda a ajustar las expectativas que tenemos de nuestro hijo como una persona obediente. Como apunta Guerrero, “no es personal, es cerebral”.
Cómo conseguir que se hagan responsables de sus actos, no tanto de que obedezcan
Recordemos que nuestro objetivo no es que siempre obedezcan nuestros hijos. ¿Querríamos que siempre hicieran caso a sus amigos incluso cuando les invitan a hacer cosas peligrosas o que no se levantase ante una injusticia por acatar todo lo que le dicen alrededor? Nuestro objetivo es que sean responsables con sus actos y consecuencias, no obedientes. Por eso, os damos ciertas claves para que poco a poco sean responsables.
- Fijar límites: es necesario fijar unos límites y no ceder ante los deseos de nuestros hijos e hijas si no queremos vivir con arbitrariedad en casa. Fijarlos desde pequeños y pactar las consecuencias cuando van creciendo les va a ayudar a hacerse responsables de sus actos.
- Lenguaje sencillo: palabras claras y frases cortas que entiendan nuestros hijos.
- No bases toda tu comunicación en dar órdenes
- No cedas: no cedas ante los límites, pues entenderán
- Deja que se equivoquen y tomen sus propias decisiones
- Tener paciencia
- Ofrécele varias opciones en donde pueda escoger
- Atiende sus necesidades emocionales