“O recoges tus juguetes o no vamos al parque”. Esto es lo que a bote pronto te suele salir cuando tu hijo se niega a recoger los juguetes que ha esparcido por todo el salón. Y os seré sincera, esto es lo que estuve a punto de soltarle yo a mi hijo (de 2 años) cuando una vez más (digamos que recoger no es lo suyo) se negó a guardar los coches que había sacado de su caja.
Cómo conseguir que tu hijo recoja los juguetes sin recurrir a chantajes
Pues bien, os voy a contar lo que finalmente decidí hacer yo el otro día ante un episodio más de “no pienso recoger”. Si algo tengo claro es que castigar, amenazar, gritar o enfadarse, no suele funcionar. Cuanto peor se siente el niño, menos dispuesto está a hacer lo que se supone que tiene que hacer. En otras palabras, cuanto más te metes en la actitud de “obligar/imponer” más control pierdes sobre la situación (y no estoy criticando estas actitudes en las cuales yo también caigo de vez en cuando, lo que digo es que a mí no me funcionan).
Vaya por delante que ese día en cuestión tenía tiempo (hecho importante porque sin tiempo primamos el corto plazo y esto que os cuento no funciona). Lo que hice ante la negativa de Mateo a recoger (y ante el primer impulso de enfadarme y pensar “¿otra vez igual? O recoges o nos quedamos sin parque!”) fue conectar con él y no entrar en el típico pulso de a ver quién puede más.
Esto es importante porque Mateo, en cuanto detecta una situación de este tipo, se pone nervioso y se cierra por completo a hacer lo que se le dice. Es más, si me apuras te diré que casi se pone a hacer lo contrario…. En fin, lo cogí y lo senté en mi regazo con tranquilidad. Él se puso a hacer circular un coche por mi cabeza como si fuera una carretera. Yo le “seguí el rollo” y elegí disfrutar de ese momento de juego con él. Eso me permitió conectar con él y abrir una vía de comunicación entre nosotros. Nuestra relación fluía y en consecuencia todo a nuestro alrededor también.
Una vez conectados (e insisto en que esto es lo más importante) , le dije: “Mateo, vamos a ir al parque y antes tenemos que recoger. Yo te ayudo”. Jugando, me inventé una canción para recoger juntos y celebrábamos cada coche que se metía en su caja. ¡Mateo lo hizo encantado! Y en 15 minutos lo teníamos todo recogido y lo mejor: ¡con nuestra relación intacta! Al día siguiente, pasó lo mismo pero esta vez tardamos menos en recoger. Y al siguiente, otro poco menos…así que ¡vamos consiguiendo forjar el hábito!
Poner el foco en la solución
Hay que tener en cuenta que si tienes prisa, esto no funciona. Y ciertamente NO se puede hacer siempre. Sin embargo, a menudo podemos encontrar momentos para conectar y reforzar la relación con nuestros hijos. Poner el foco en la solución es mucho más efectivo que ponerlo en el problema.
Y acabo este post con una pequeña reflexión que me ronda estos días. Estamos ante un nuevo paradigma de todo: profesional, social, empresarial y como no, también educativo ¿Cómo lo sabemos? Porque lo que funcionaba antes, ahora ya no funciona ¿O no os habéis dado cuenta de que los niños reaccionan diferente a cómo lo hacíamos nosotros? Que necesitan cosas diferentes y dicen cosas que nos dejan con los ojos como platos…
Entonces, si lo antiguo no funciona a la hora de educar ¿qué hacemos a partir de ahora? Ahí está el bloqueo donde nos encontramos la mayoría de profesores, docentes, padres, etc…
Así nace “AEIOU” un método basado en el nuevo paradigma educativo que valora la conexión antes que la autoridad; pone el foco en la solución antes que en le problema; y considera a los niños personas completas y con sus propios recursos.