Seguro que desde el confinamiento las pantallas tienen mucha más presencia en la vida de tus hijos. No en vano, según datos de un estudio de la Universidad Miguel Hernández citados por UNICEF, “antes de la cuarentena, solo un 15% de los niños y niñas españoles usaba pantallas más de 90 minutos al día; durante la cuarentena, subió a un 73%”. Sin duda, el teletrabajo, la necesidad de conciliar, la falta de socialización o de acceso al aire libre nos obligó durante estos duros meses a recurrir a pantallas para trabajar, estudiar y, también, para evadirnos. Y ya sabemos lo complicado que resulta eliminar un hábito ya instaurado durante nada menos que seis meses. Así que si este es el caso en tu familia, si te has visto obligada u obligado a bajar las exigencias en cuanto al uso de pantallas y ahora quieres volver a poner orden, tal vez te puedan ayudar estos tips.
1. Entender el efecto de las pantallas en el cerebro de tus hijos.
No es cuestión de ser alarmistas, pero el primer paso es contar con información suficiente. Y para eso nada mejor que revisar la ponencia de Catherine L’Ecuyer (autora de los bestsellers Educar en el asombro y Educar en la realidad) en uno de nuestros eventos, en la que relacionó “el consumo de pantalla en la infancia con la inatención más adelante”. Catherine cita a Dimitri Christakis, experto en el efecto pantalla, que dice que “una exposición prolongada a cambios rápidos de imágenes durante los primeros años de vida condicionaría la mente a niveles de estímulos más altos, lo que llevaría a una falta de atención más adelante en la vida”. De hecho, subraya L’Ecuyer, un estudio dice que “por cada hora diaria de consumo de pantalla antes de los tres años, hay un 10% más de probabilidad de tener inatención con siete”.
2. Retomar actividades que son mucho más beneficiosas para tus hijos.
En uno de los vídeos de nuestra plataforma, el conocido psicólogo Alberto Soler expone una reflexión de sentido común: “¿Por qué es tan importante limitar el tiempo de los niños ante las pantallas? ¡Pero si es que les encantan! Es porque el hecho de estar delante de una pantalla ocupa un tiempo que de otro modo podía haber sido empleado en otras cosas mucho más importantes y con un beneficio mucho más claro para nuestros hijos: leer, correr, jugar con los amigos, desarrollar una afición, estar en contacto con la naturaleza. Es lo que se llama coste de oportunidad. No es que los medios sean tan malos en sí, sino que su uso desplaza otras alternativas que sí han demostrado que tienen unos beneficios muy claros a nivel psicosocial”. Soler propone limitar el uso de todas las pantallas, cuando nuestros hijos son mayores de seis años, a un máximo de dos horas. Ya no estamos encerrados, así que ir al parque, dar paseos, practicar deporte al aire libre o incluso hacer actividades en familia en casa, como una partida a un juego de mesa o cocinar algo rico, son actividades que podemos retomar. Y sobre todo, como nos decía Pepa Horno en una reciente entrevista, no es conveniente ni sano aislarse.
3. Conseguir que el mundo en tres dimensiones sea más atractivo que el mundo plano de las pantallas
En su ponencia cautivadora, Catherine L’Ecuyer, advierte de la atrofia de los sentidos que supone la hiperestimulación de las pantallas, subraya la importancia de la educación sensorial y nos propone volver a actividades lentas que requieran paciencia (como cocinar, leer, pintar), replantear nuestra propia relación con las pantallas como padres y madres y no dejarse llevar por la idea de que “no es para tanto”. “Esa frase refleja una actitud de tirar la toalla y de cinismo”, considera L’Ecuyer.
4. Entender que “desengancharse” cuesta y pensar juntos soluciones
Si durante el confinamiento y los meses posteriores, tus hijos han tenido prácticamente barra libre de pantallas porque no te ha quedado más remedio, sería rarísimo que ahora, cuando quieres poner ciertos límites, te agradezcan la genial idea de cortarles ese grifo. Entender ese enfado, validar esa emoción, es el primer paso para poder reconducir una situación que se nos ha ido de las manos. Teniendo como marco todas las reflexiones anteriores, podemos buscar con nuestro hijo una solución al tema del abuso de las pantallas. Por ejemplo, podemos elegir juntos a qué vamos (o va) a dedicar el tiempo libre a partir de ahora, cómo quiere repartir el tiempo limitado de pantallas, qué actividades quiere retomar… No olvidemos ser amables, pero también firmes, a la hora de abordar este problema en casa.
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