Por qué ver “Diecisiete” con tus hijos, la nueva producción española de Netflix

Netflix estrenó hace poco la película “Diecisiete”, la historia de un adolescente problemático que se escapa del centro de menores donde está recluido e inicia una aventura por los pueblos de Cantabria. Todo esto con el objetivo de encontrar al perro que tanto le ayudó cuando estaba encerrado en el centro.

Adolescentes, animales, familia y muchas lecciones de vida son los ingredientes de esta producción española que supone, a su vez, una excusa perfecta para sentarnos con nuestros hijos en el sofá y disfrutar y reflexionar todos juntos viendo esta maravilla. Os contamos porqué.

6 aprendizajes que extraemos de la película “Diecisiete”

1. Las acciones tienen consecuencias

Desde el principio de la película ya vemos que Héctor, el protagonista, es un chico que suele meterse en líos pero que, hasta el momento, nunca ha sufrido las consecuencias de sus actos. Sin embargo, es su propio hermano quien le denuncia por sus últimas fechorías, pues considera necesario que Héctor aprenda de sus errores y comportamientos delictivos. Y no es una venganza o un castigo, sino un acto de amor.

2. Es necesario aprender a perder

En un momento de la película, Isma, el hermano mayor de Héctor, le dice unas palabras que consideramos necesario reproducir, tanto por su idoneidad como por la verdad que rezuman:

“Hay momentos en la vida en los que hay que saber perder. Para ganar algo. Para ganar lo que sea. Para que alguna vez ganemos algo, tenemos primero que aprender a perder. […] Una cosa es perder, que hemos perdido y mucho. Y otra cosa es aprender a hacerlo. A perder con orgullo, aceptando la derrota”.

3. La importancia de hablar y expresar los sentimientos

Héctor e Isma son dos hermanos cuya relación no se basa precisamente en las conversaciones a corazón abierto, sino más bien todo lo contrario. Una de las consecuencias de esto que podemos apreciar claramente en la película es que Héctor crece pensando que su hermano no se preocupa por él, que prefería deshacerse de él. Y sí, puede que a veces los adolescentes interpreten los actos de los adultos a su propia manera, pero lo que está claro es que la falta de conversación tampoco contribuye a que sean más conscientes de lo que sentimos por ellos y de todo lo que hacemos pensando en su bien.

4. Los beneficios de los animales, en especial los perros, en la evolución de las personas

Esto es algo de lo que ya se ha hablado mucho, pero que nunca viene mal recordar. La película nos muestra lo beneficiosa que puede ser la compañía de una mascota en la vida de una persona. Para aprender a cuidar de otros, de uno mismo. Para aprender lo que es querer incondicionalmente, para volver a reír, o para sentarse durante horas y compartir el silencio de los pensamientos. Ellos siempre están ahí.

En la película podemos apreciar todos estos beneficios tanto en Héctor como en su abuela, ¡pero tendréis que verla para saber de qué forma afecta a cada uno!

También nos parece importante mencionar la llamada a la atención de la película sobre el maltrato y el abandono animal, así como de la importancia de adoptar y no tratar a los animales como caprichos o regalos de los que uno se cansa.

5. La importancia de invertir bien el tiempo

Héctor es un jovencito brillante, solo que ha tomado una mala decisión sobre en qué invertir su tiempo. Esto es algo fundamental que nuestros hijos e hijas necesitan aprender. Encontrar algo que les apasione y dedicarle su tiempo y su esfuerzo les hará sentirse realizados y, a la larga, felices.

Esto lo vemos en la película claramente, pues en el tiempo que Héctor pasa dentro del centro de menores aprende un montón de cosas por las que realmente siente interés y curiosidad. Y demuestra que aprender no cuesta cuando algo te apasiona.

6. El amor por los abuelos mueve el mundo

Durante toda la película podemos observar que lo que mueve a Héctor, siempre, es intentar conseguir lo mejor para su abuela. Él sabe que ella siempre estuvo ahí para él y para su hermano, cuidándolos, incondicionalmente. Y ahora que ella ya es mayor, es su turno de devolverle todo el amor que le dio durante toda su vida. Una preciosa reivindicación y muestra de amor por esas personas que tanto hacen en el día a día de nuestros niños y niñas. 

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Marina Borràs

Cuando era pequeña me sentaba a diez centímetros de la televisión para ver las noticias todas las mañanas antes de ir al cole. Cuando crecí un poco, se dieron cuenta de que la razón por la que me acercaba tanto al televisor era porque necesitaba gafas, aunque yo prefiero pensar que por aquel entonces ya había encontrado mi pasión: de mayor quería ser periodista. Y así fue. Estudié periodismo y comunicación política, y sigo formándome en los temas que me apasionan: educación, igualdad de género y nuevas tecnologías.

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