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¿Podemos educar a doble velocidad?

Seguro que ya habéis escuchado notas de audio de WhatsApp a doble velocidad y os habéis divertido. Pero ¿qué retos plantea esta posibilidad de acelerar mensajes? ¿Qué efectos tiene esto en tareas que por definición son lentas o más a largo plazo, como una conversación real o educar?

Seguro que ya lo sabéis y hasta os habréis echado unas risas: WhatsApp se ha actualizado con la opción de escuchar las notas de audio a doble velocidad. Y así escuchas el largo mensaje de tu amiga con voz aguda, en la mitad de tiempo, captando lo fundamental y dejando fuera la paja… Todo son ventajas, ¿verdad? Ya disfrutamos de esta opción en Youtube y la usamos para momentos poco interesantes de los vídeos, que no estamos para perder el tiempo, ¿a que no? ¡Incluso Netflix habilitó esta opción para ver series y películas a toda velocidad! Pero ¿qué retos plantea esta posibilidad de acelerar mensajes? ¿Qué efectos tiene esto en tareas que por definición son lentas o más a largo plazo, como una conversación real o educar? Reflexionamos sobre esto con una historia.

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Ojalá pudiera pasar a doble velocidad sus sermones

Laura es una adolescente que va siempre con prisa por la vida. Ya tiene móvil y le apasiona tener tanta información, tantos contactos de amigos y tanto que cotillear a golpe de clic. Le encanta enviar audios a sus amigas para contar sus cosas, es casi mejor que hablar cara a cara: lo manda a muchas personas a la vez y nadie la interrumpe. Sus padres, Carlos y Ana, también están bastante enganchados al móvil, menos para hablar por teléfono que para consultar mails, estar en contacto con WhatsApp y redes sociales y ver y leer en diagonal artículos y vídeos que se han hecho virales. Es muy normal que Laura, y también sus padres, pasen de una ventana a otra, abandonen un artículo a medio leer, pasen rápido los vídeos si hay un fragmento menos interesante o consulten el móvil en tiempos muertos. Ahora han descubierto la doble velocidad en los mensajes de audio y Carlos y Ana han empezado a usarlos para abreviar: no tienen tiempo para escuchar notas de audio larguísimas de compañeros de trabajo o incluso de familiares y seguro que oyéndolos más rápido y en la mitad de tiempo podrán captar lo fundamental. Laura también ha empezado a usar esta opción por diversión: es muy gracioso escucharse o escuchar a sus amigos hablar a toda velocidad y así se queda con la información fundamental si el audio es para planificar una quedada. Y la verdad es que a los padres y a la chica les está resultando tan útil que empiezan a pensar que es una lástima que esta opción no exista cuando escuchan aburridos los problemas de una amiga en directo o cuando están en una reunión o en clase. Y Laura ya ha llegado a decir a sus padres que ojalá pudiera pasar a doble velocidad sus sermones sobre la importancia de dejar las pantallas un rato. ¡Qué pesados son!

Como nos contaba Catherine L’Ecuyer en una ponencia que esperamos que hayáis visto a la velocidad normal porque lo merece, cuando nosotros veíamos la Abeja Maya, volaba lentamente con Willy y era todo muy lento. Ahora están rehaciendo muchos de los contenidos que nosotros veíamos de pequeños pero a una velocidad vertiginosa”. Así, “el niño se acostumbra a esa velocidad, que no existe en el mundo real. Cuando vuelve al mundo real todo le aburre”. 

El problema de acostumbrarse a leer en diagonal y a vídeos y audios a doble velocidad es que la vida real no es así. Y educar es, sin duda, una actividad lenta y a largo plazo que no podemos pasar (aunque muchas veces quisiéramos, especialmente en los momentos de las rabietas, los sermones o las malas contestaciones, ¿verdad?) a doble velocidad. Como nos decía Javier Urra en una ponencia, “en esta sociedad tan trepidante, competitiva y consumista, todos queremos recetas rápidas para ser superpapás”, pero “educar es un arte que no se puede cocinar al microondas”. Si nuestros hijos, pero también y sobre todo nosotros, nos hacemos más impacientes porque nos acostumbramos a prestar atención a medias y a pasar los mensajes rápido para no aburrirnos, nuestra labor educativa se podría ver perjudicada. Y también nos atreveríamos a decir que se ve perjudicada ya nuestra vida social: ¿cuántas veces miramos el móvil en un pequeño descanso de una conversación con una amiga o interrumpimos la conversación porque nos ha llegado una notificación no urgente?

Claves para educar a fuego lento y saborearlo

Por eso, aunque la doble velocidad pueda ser práctica y divertida en ocasiones, creemos que es muy importante educar (y sobre todo, insistimos, educarnos) la atención en tareas reales, más lentas, que requieran paciencia. Para eso os damos algunas claves:

  1. Resistirse a mirar el móvil en los tiempos muertos cuando estás en compañía: Es mejor contemplar el paisaje, la gente con la que estás, saborear con intensidad lo que estás comiendo en la terraza, tomar notas de cosas importantes…
  2. Cuando ves una serie o una película en casa, no estar a dos pantallas: Si mientras ves un capítulo de tu serie estás pendiente de tu móvil estás educando mal tu atención y dejando de disfrutar de tu serie. Además no olvides que tus hijos siempre te están viendo.
  3. Escuchar las notas de audio a su velocidad normal mientras haces una tarea más automática, como conducir por una ruta conocida, doblar ropa, limpiar los baños o dar un paseo. Las notas de audio son una gran oportunidad para mantenerte al día con amigos y no es urgente correr a escucharlas en cuanto lleguen. Las puedes disfrutar a fuego lento.
  4. Cuando has quedado o estás en tiempo en familia, quitar el móvil de tu vista. Intenta atenderlo solo si suena y si es un mensaje importante. Si es una notificación que puede esperar (como un comentario nuevo a tu publicación en Instagram), ¿por qué interrumpir una quedada que llevas tiempo organizando si lo puedes dejar para después?
  5. Buscar tareas lentas y reales que hacer en casa con los peques, como jugar a juegos de mesa o de cartas, leer juntos un libro, ver una película sin distracciones, redescubrir los dibujos animados (más lentos, eso sí) que veías en tu infancia, mantener una conversación profunda mirando a los ojos…

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