Muchas veces hemos confesado nuestra profunda admiración y respeto por los profesores y nuestra firme convicción de que lo inteligente es aliarnos con ellos en favor de nuestros hijos. Este punto de vista lo desarrolla de manera brillante Eva Bach en esta conferencia que tuvo lugar en nuestra primera edición de Gestionando Hijos.
La maestra y madre empezó su ponencia con una metáfora: “Familia y escuela vamos en la misma barca. En ocasiones nos miramos, cooperamos, nos hablamos y nos coordinamos. En ocasiones nos ponemos de espaldas, no nos miramos, no nos hablamos, no nos organizamos. Y entonces no avanzamos. Y los niños están en el agua, esperando que nos pongamos de acuerdo”. De este modo, Eva Bach hace hincapié en que los enfrentamientos entre padres y profesores perjudican seriamente a nuestros hijos, por lo que en su conferencia nos brinda diez ideas para que padres, madres y profesores “podamos cooperar en beneficio del crecimiento y la educación de nuestros niños”.
Los principios que nos propone son diez. Lo primero que nos propone Eva Bach es fomentar la confianza: “Los padres tenemos que estar convencidos de que nuestros hijos están en buenas manos”. Además, debemos buscar colegios con los que sintamos una “sintonía de fondo: nos deben guiar unos valores, unos objetivos, unos sentimientos, unas motivaciones parecidas, similares, coincidentes, cuanto menos compatibles”. Es importante también “tener muy claras las funciones de cada cual”. La experta recuerda que muchas veces “algunos padres pretendemos decir a los profesores cómo lo tienen que hacer o qué tienen que hacer al enseñar” y en ocasiones “hay profesores que piensan que son mejores que los padres de sus alumnos, se sitúan en una posición de superioridad y desde ahí aleccionan”.
A pesar de la necesidad de la sintonía de fondo, Eva Bach subraya que los niños deben tener claro que “en el cole rigen las normas del cole; en casa de los abuelos, las de los abuelos, y en nuestra casa, las nuestras”. No es necesario estar de acuerdo en todo, “lo único que necesitan los niños y las niñas es que las personas responsables de su educación nos respetemos y nos validemos entre nosotros. Cuando nos validamos ganan ellos y ganamos todos”. Otro de los principios de los que quiso hablar Eva es la comunicación asertiva. Como explica ella misma, “consiste en poner corazón incluso cuando discrepamos”. Para comunicar con asertividad, es necesario expresar nuestro punto de vista de manera respetuosa y escuchar el punto de vista de la otra persona: “Es una danza entre el tú y el yo. Es “yo siento esto, ¿tú qué sientes?”. El sexto principio consiste en recordar que hasta los profesores menos brillantes también educan y tener presente “una frase muy asertiva que nuestros hijos y nosotros debemos aprender: ‘No me gusta no significa que no vale’. Las personas que no nos gustan también pueden enseñaros, aportarnos y es importante descubrirlo”.
Por otro lado, Eva recuerda que es necesario que nuestros hijos sean los responsables de llevarse bien con sus profesores y sus padres y madres “les vamos a dar recursos, herramientas sociales y emocionales, para que puedan relacionarse positivamente”. El octavo principio es esencial para la vida: “el contagio emocional positivo”. Eva Bach nos anima a “revisar qué emociones estamos transmitiendo a nuestros hijos sobre los profesores, la escuela, el aprendizaje, el crecimiento, la vida, los otros…”. Nos invita a “ver si estamos transmitiendo esperanza, confianza, alegría, entusiasmo, respeto, ternura, calidez, o todo lo contrario”. Aplicado a la relación con los profesores, Eva recomienda “tratar de ver algo positivo en los profesores de nuestros hijos para luego transmitirlo a nuestros hijos”. En cuanto a las alianzas que hay que crear, se trata de construirla “con sus profesores a favor de nuestros hijos. No debemos exigirles lo que no les corresponde darnos, ni proyectar en la escuela todo lo que nos supera y pedirles que arreglen todo lo que no sabemos arreglar”. Incluso, recuerda Eva, tampoco deberíamos sobreproteger a nuestros hijos frente a los profesores para librarnos de nuestro sentimiento de culpa por no dedicarles tiempo.
Eva nos anima a implicarnos en la necesaria tarea de “restablecer el prestigio de la profesión docente. La profesión docente es la única que enseña y ayuda a desarrollar todo el resto. Tenemos que contribuir a que los profesores sean mirados con toda la autoridad y todo el respeto”. Y por último, nos recomienda usar una varita mágica: “Todos tenemos una varita mágica, algunas las tenemos en desuso. Os recomiendo recuperarla y usarla para convertiros en magos y hadas. Un mago o una hada es una persona que activa nuestro potencial. Cree en nosotros más allá de nuestras limitaciones y nuestros errores, que nos catapulta a los mejores sueños, que nos da ánimos en horas bajas y soporte y consuelo ante los grandes retos”. Pues bien, Eva nos anima a usar “la varita para iluminar el corazón y el potencial de vuestros hijos y también utilizarla para ver a los profesores como grandes magos y hadas para nuestros hijos y para el mundo y la sociedad en general”.