Ponencia de Fernando Botella y Daniel Abad: “La buena música de la educación armónica está en vuestras manos”
Deleitándonos con el piano, Daniel Abad Casanova, director de orquesta, y Fernando Botella, experto en talento y creatividad, nos traen cuatro lecciones que hemos aprendido de la música y que nos pueden inspirar en nuestra labor como educadores: la armonía (“tenemos una responsabilidad como educadores, padres y madres: afinarnos, pararnos, observarnos, saber que no somos perfectos, que va a haber muchos momentos en los que vamos a perder la armonía. Pero sabemos que si recuperamos la armonía recuperaremos la sintonía”), el ritmo (“¿cómo es nuestro ritmo en el día a día? La vida es solo eso, ritmo, tiempo. La velocidad con la que usemos ese tiempo está marcando nuestra vida”), la escucha (“lo más importante que nos aporta la música es aprender a escuchar”) y el modo (“está en el yo, es un ángulo desde el que miramos la realidad”).
Armonía: “Es el equilibrio que se produce en las relaciones humanas”.
Nos explica Daniel que “la armonía es la base de la melodía. Cuando tocamos dos o más notas juntas lo llamamos acorde. La relación entre lo acordes nos dará la armonía”. Es, nos aclara, como los pilares de una casa. Fernando Botella lo traduce en nuestra vida diaria: “Es el equilibrio que se produce en las relaciones humanas, también en la familia”. Cuidar la armonía supone “cuidar el equilibrio y la proporción adecuada en las relaciones. Cuando no hay armonía, todo cae hacia abajo y no suena bien la sinfonía que estamos componiendo”. Reconoce Fernando que “a diario perdemos un poco la armonía” y cuando nos pase “nuestra labor es recuperarnos e intentar que vuelva a sonar todo armónicamente”. Resalta Fernando que puede ocurrir que, por una mala armonía, “matamos la creatividad, paramos las mentes fértiles, o no les permitimos aprender de los errores y la armonía se empieza a romper”.
En el campo de la armonía, padres, madres y educadores “tenemos una responsabilidad: afinarnos, pararnos, observarnos, saber que no somos perfectos, que va a haber muchos momentos en los que vamos a perder la armonía. Pero sabemos que si recuperamos la armonía recuperaremos la sintonía, generaremos diversidad, entender desde la diversidad que todos somos uno. Porque la verdadera educación se basa en inteligencia conectiva. En música lo que conecta la inteligencia colectiva es la armonía”. La importancia del equilibrio del conjunto es bien conocida en música, nos cuenta Daniel, por eso “cuando me pongo delante de cualquier orquesta le dedicamos un tiempo muy necesario a la afinación. Porque, si la orquesta es muy buena pero un solo músico está desafinado, el resultado del conjunto no será positivo. Nuestra individualidad se pone siempre al servicio del grupo”.
Educar armónicamente no supone ser rígidos, nos dice Fernando, que subraya que “la armonía es precisamente para improvisar en sentido armónico. Puedo improvisar, hacer cosas que no esperaba y además divertirme improvisando”.
El ritmo: “¿Cómo vamos muchas veces nosotros por la vida? ¿Con el ritmo adecuado o como correcaminos?”
En música, el ritmo “es el pulso que alterna elementos fuertes y elementos débiles que según el periodo en el que se repite nos da una estructura de la obra”. Para ver la importancia del ritmo en música, Daniel nos toca una canción muy conocida pero irreconocible porque aplica un ritmo que no le toca.
Fernando nos pregunta: “¿Cómo vamos muchas veces nosotros por la vida? ¿Con el ritmo adecuado o como correcaminos?”. Fernando ya sabe la respuesta: “Vamos siempre con mucha prisa. Entonces la canción sale de una forma diferente, no se entiende muy bien o no resuena. En la educación de nuestros hijos nos pasa a veces esto”. Por eso nos propone “quitar un poco de la p de la prisa. Entonces se convierte en risa, en estado agradable”. Nos recuerda Fernando que de las 24 horas del día “nos pasamos 8 durmiendo, 10 trabajando, 3 haciendo cosas de la casa, 2 viendo la tele. Y nos queda una hora, muchas veces para conversar. Esto es una media bastante normal”. Nos recuerda que “la vida es solo eso, ritmo, tiempo. La velocidad con la que usemos ese tiempo está marcando nuestra vida. Vivir es hacer uso del tiempo”, por eso si queremos cambiar de vida tendremos que cambiar de prioridades, de uso del tiempo.
La escucha: “La mejor forma de conectar con una buena escucha es hacer buenas preguntas. La escucha es para generar sintonía”
Daniel comienza diciendo que todos tenemos oído, porque somos capaces de identificar “por el tono de voz de nuestra madre al teléfono sabemos si está triste, alegre o si ha pasado algo”. Aprender a escuchar, cree el director de orquesta, es “lo más importante que nos aporta la música”. Por eso, nos pide que escuchemos una pieza pensando en “el vuelo vital de una persona amada que ya no está con nosotros”. Después de este genial ejercicio, Fernando nos dice que “para escuchar de verdad necesitamos la atención lo más plena posible. Eso es lo que necesitamos muchas veces cuando estamos con nuestros niños, no estar contestando un mail al mismo tiempo que me está hablando mi hija. El mensaje que estamos dando es que no nos importa”. Porque es cierto que “todos sabemos que la escucha es la solución, pero ¿escuchamos?¿Escuchamos o estamos ensayando en nuestra mente lo que le queremos contestar?”. Para que no ensayemos la respuesta, nos invita Fernando a hacer un ejercicio muy sencillo con nuestros seres queridos: escucharlos “como si en lo que estuvieran diciendo tuvieran toda la razón”, lo que no quita que luego “tengamos la oportunidad de contar lo que pensamos”. Nos dice Fernando que escuchando así “veréis qué felices os sentís y mirad la mirada del que está enfrente, cambiará completamente”. Y otra idea más para practicar la escucha de verdad: “la mejor forma de conectar con una buena escucha es hacer buenas preguntas”.
El modo: “El humor tiene que ver con la capacidad de disponernos ante lo que ocurre”
Nos cuenta Daniel que hay dos grandes modos en música: “el modo mayor, que nos transmite alegría, y el modo menor, que nos transmite tristeza”. Y nos toca la melodía de Heidi en tono mayor y en tono menor. “Únicamente he cambiado una nota, el mi natural por el mi bemol”, afirma. Con un juego de palabras, Fernando nos dice que “el modo está en el yo, está en el mí. Y eso cambiará lo que está ocurriendo” y tiene que ver con el sentido del humor, que es “la capacidad de disponernos ante lo que ocurre, el ángulo desde el que miramos la realidad y nos hace ser capaces de poner el foco en la solución y no en lo que nos molesta”.
Después de que Daniel toque al piano el My way, de Sinatra, Fernando concluye diciendo que “la buena música de la educación armónica está en vuestras manos. La música de la vida es una oportunidad y hay que aprovecharla”.