El curso escolar está a punto de comenzar. Nuestros hijos se van a preparar para un curso lleno de aprendizajes, en el que van a brillar sus habilidades. Como padres y madres podemos potenciar su talento de diferentes formas, una de ellas es no protegiéndoles de más.
Pero ¿qué es la sobreprotección? ¿Cómo podemos saber si somos unos padres sobreprotectores? ¿Qué podemos hacer para cambiarlo y dejar que nuestros hijos brillen con su talento propio?
Sobre todo esto hablamos con la periodista y escritora experta en hiperpaternidad Eva Millet en nuestro evento La educación importa para potenciar el talento de nuestros hijos.
¿Qué es la sobreprotección?
La sobreprotección es una tendencia que adoptan los padres y madres basada en proteger de más a los hijos e hijas. Eva Millet lo ejemplifica como “los mayordomos de las series inglesas en los que les trae el té antes de que se lo hayan pedido”. La sobreprotección conlleva que los padres se anticipen a las necesidades de los niños y las tengan cubiertas aún cuando no las han nombrado.
Es una postura que se adopta por el temor a que los niños “se traumen” y “no sufran”. Las consecuencias para los niños tienen una repercusión negativa. “Les transmiten el mensaje de <<sin mí, sin mi protección y sin mi ayuda, sin mi intervención tú no puedes>>”, a lo que Millet añade que repercute “a su autoestima” ya que hace que los niños sean “menos autónomos, más inseguros, más frágiles, no se atreven a lanzarse a explorar su mundo porque tienen miedo”.
Se trata de un modelo de paternidad, cuenta Millet, que nos viene importado de EEUU porque “es un país obsesionado con la seguridad y el riesgo cero”. Pero también hemos adoptado este modelo en el siglo XXI porque cada vez es más complicado tener hijos, y frente a hace unas décadas en las que había muchos más niños en la familia, ahora la media por familia es muy baja y tratamos al niño como si fuera “un milagro”. Por eso, “se convierte en un proyecto de vida que hay que vigilar, supervisar y anticipar cualquier problema que pueda tener a toda costa”.
Asimismo, la comparación con otras familias hace que nos convirtamos en sobreprotectores. Millet pone un ejemplo: si vemos a una familia que va en su coche 4×4 y deja a sus hijos en la puerta del cole, aunque el camino de nuestro hijo al cole es de 200 metros, vamos a querer hacer lo mismo y copiarles. Es lo que la periodista y escritora denomina “efecto dominó”.
Diferentes tipos de sobreprotección
Padres sherpa: Son los padres que cargan con todo lo que le dan sus hijos. “Lo primero que hacen antes de saludarte es darte la mochila para que tú la cargues”. Para evitar esto, si les pesa mucho la mochila, se les puede descargar algunos libros, pero ellos deben llevar la mochila, “porque es una manera de construir la responsabilidad, la autonomía y también la autoestima”
Padres dron: La versión del siglo XXI de los padres helicóptero, ya que ahora tenemos más dispositivos electrónicos que “nos permiten actuar cual drones” para supervisar cada aspecto de la vida de los hijos.
Padres secretarios: Se trata de ser el asistente personal de los niños. Les hacemos todo, incluso las cosas más simples que pueden hacer ellos. Millet pone de ejemplo que les hacemos los deberes por sistema o recogemos su ropa por el miedo irracional a que el niño se haga daño recogiéndola del suelo.
¿Cómo parar de serlo?
Millet apunta que la clave está en pensar si lo que se va a hacer por el hijo lo puede hacer por sí solo. “Si la respuesta es sí, no se interviene. Aunque se lleve un pequeño disgusto, aunque no saque un 10, aunque no haga el dibujo perfecto. Si intervenimos en todo, les arrebatamos la autonomía”. Es decir, si creemos que no es necesario la intervención de los progenitores, es mejor dejar que nuestro hijo haga esa tarea por sí solo.
Puedes ver la entrevista completa con Eva aquí:
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