Como ya sabéis los que sois fieles seguidores de Gestionando hijos, durante este mes de diciembre estamos llevando a cabo el Homenaje a la Educación, con 15 maravillosos expertos que nos están brindando espectaculares ponencias llenas de ideas y aprendizajes.
El otro día pudimos disfrutar de la ponencia de la psicóloga experta en relaciones, dependencia emocional y autoestima, Silvia Congost, y hubo una reflexión que se quedó rebotando en mis pensamientos y que me gustaría trasladaros.
Silvia habló sobre cómo la relación de pareja que tengamos los padres puede influir de múltiples maneras en nuestros hijos. Uno de los aspectos más importantes que abordó fue el ejemplo que les damos, por ejemplo, cuando no somos felices con nuestra pareja y nos aferramos a ella a pesar del malestar que nos produce.
Obviamente no estamos hablando de que al primer problema en una relación debemos abandonar; nos referimos a que, cuando el amor se ha acabado, cuando hay discusiones, cuando la relación perjudica a las personas que están involucradas en ella… al final va a acabar repercutiendo de forma negativa en el estado y el clima familiar y, por supuesto, también en el ejemplo que les demos a nuestros hijos, y que probablemente tenderán a replicar en su futuro.
Respecto a esto, Silvia Congost nos lanzó una reflexión. Pensad en vuestros hijos e hijas cuando sean adultos, cuando tengan la edad que tenéis vosotros ahora, por ejemplo… ¿Qué relación os gustaría que tuviesen? ¿Cómo os gustaría que fuesen?
Es una reflexión muy potente, sin duda…
Seguramente queráis que vuestros hijos mantengan relacionas sanas y estables, que les aporten (y no les resten) y les hagan felices. Que hayan aprendido a decir no cuando la situación lo requiere y sepan huir cuando se encuentren en una relación tóxica, cuando alguien no les quiera o no les trate bien.
Creo que todos estamos de acuerdo en que nos gustaría que nuestros hijos e hijas tuvieran esto en el futuro, ¿verdad?
Entonces, parémonos a pensar, ¿nosotros lo tenemos? ¿Les estamos dando ese ejemplo para que ellos lo aprendan?
Esta reflexión la podemos extrapolar a muchísimos otros ámbitos:
- ¿Nos dedicamos tiempo a nosotros mismos? ¿Nos priorizamos y cuidamos nuestra salud mental? ¿Nos queremos a nosotros mismos? ¿O siempre nos dejamos en el último lugar de nuestra lista de prioridades?
- ¿Sabemos decir que no cuando no queremos/podemos hacer algo? ¿Tenemos la asertividad suficiente como para no dejar que nos pisen y expresarnos con respeto?
- ¿Nos comunicamos y relacionamos con respeto con las personas que nos rodean?
Y así podríamos seguir durante un largo rato…
Cuando tenemos hijos, sin lugar a dudas, se convierten en nuestra prioridad. Tanto, tanto, que a veces nos olvidamos de nosotros mismos en muchísimos aspectos. Y hay aspectos como los mencionados en las líneas anteriores que no podemos perder de vista a pesar de convertirnos en madres o padres. De hecho, precisamente por ser madres y padres, por estar a cargo de una personita que depende de nosotros, debemos aprender a priorizarnos también, a poner el foco en lo que hacemos, en lo que queremos y en cómo nos sentimos.
Y visualizar esto es mucho más sencillo cuando pensamos en si lo que tenemos ahora mismo -la relación en la que estamos, el ritmo de vida que llevamos, la forma en que nos relacionamos- es lo que querríamos que tuvieran nuestros hijos en un futuro.
Si la respuesta es no, el primer paso que debéis dar es entender que nuestros hijos nos aprenden a nosotros, incluso cuando pensamos que no nos ven o no nos escuchan: somos su principal ejemplo.
En definitiva, priorizarse a uno mismo como madre o padre es entender que nuestro bienestar emocional será la base para el bienestar de nuestros hijos. No lo olvidéis.
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