¿Te imaginas que nos prohibiesen respirar, andar por la calle o ir al baño? ¿Qué pensaríamos si nos prohibiesen vivir donde queremos, estudiar algo que nos guste, lavarnos los dientes o simplemente vivir?
Es algo inimaginable, ¿verdad? Básicamente porque son derechos y porque son cuestiones beneficiosas para nosotros. Entonces, ¿por qué cada vez vemos más carteles por la calle de ‘Prohibido jugar a la pelota’? ¿Por qué castigamos a nuestros hijos y a nuestros alumnos sin recreo y sin jugar, que es un derecho contemplado en la Declaración de los Derechos del niño firmada en el año 1959, junto al derecho a la Educación? Y es que el juego, el esparcimiento, el tiempo de ocio (y más si es al aire libre) es algo esencial en la vida y en la infancia de cualquier niño:
- Es la base de su desarrollo físico e intelectual
- Es clave para el aprendizaje
- Promueve su creatividad y les prepara para vivir en sociedad
- Fomenta hábitos saludables tanto físicos como emocionales y es un factor protector para su salud mental
Hace solo unos días, éramos testigos de un debate acalorado acerca de si podía permitirse o, en cambio, debía prohibirse jugar a la pelota en una urbanización de una gran ciudad. Hasta el momento, se permitía jugar siempre y cuando esa pelota fuera blanda, de espuma. El límite estaba en los balones de reglamento. Pero en el fragor del debate, no pocas personas reivindicaron que directamente se prohibiera jugar con cualquier tipo de pelota. Sin discusión. En Educar es todo siempre hemos manifestado que las palabras ‘prohibir’ y ‘jugar’ no deberían ir juntas en la misma frase.
Este 20 de noviembre conmemoramos el Día Internacional del Niño como una forma de proteger a la infancia y de dar voz y reivindicar a estas personas que no son el futuro, sino que ya son, hoy, parte de la sociedad, aunque no voten o produzcan. Tienen voz y derechos y como tal han de ser escuchados.
Jugar no es perder el tiempo, porque el valor del juego no está en su utilidad. Jugar es una condición indispensable para el bienestar y el desarrollo de los niños. A través del juego, nuestros hijos potencian sus habilidades y sus herramientas para resolver problemas, habilidades sociales, confianza y autoestima. Ahí es nada.
A través del juego, los niños:
✔️Trabajan múltiples procesos intelectuales, como el razonamiento lógico, el pensamiento abstracto, la memoria, la atención, el vocabulario…
✔️Adquieren competencias socio emocionales y habilidades sociales…
✔️Maduran su función ejecutiva, que es la capacidad que tenemos de orientarnos a las metas, de planificar, corregir, dirigir, supervisar, mantener la atención…
✔️Liberan las tensiones acumuladas en el aula a través del juego físico y del juego libre y se ponen en práctica las actitudes, conocimientos y valores adquiridos en el aula.
El juego es un derecho que debe ser garantizado, pero desgraciadamente sabemos que los niños españoles juegan cada vez menos, en torno a una hora y media diaria para ser más exactos. Y dejan de jugar antes, según un estudio de Psyma para la Asociación Española de Fabricantes de Juguetes. Hay, pues, un déficit de recreo. Y por eso, recientemente el Observatorio del Juego Infantil reclamaba a los centros educativos que cuidaran y preservaran el derecho a jugar de los niños y el tiempo de recreo, sin que se minimicen esos tiempos ni se pierda el derecho al juego a través de sanciones o conductas punitivas. El recreo no se negocia ni es un instrumento de castigo.