¿Qué tienen que ver tus tripas con tu cerebro para tomar buenas decisiones?
El doctor Dan Siegel, coautor de El cerebro del niño, escribe en su blog un artículo que explica que el buen liderazgo (y ya hemos dicho muchas veces que ser padre o madre es liderar) no se debe centrar solo en la parte lógica y racional del cerebro. De hecho, “la neurociencia nos dice que otras partes de nuestro cuerpo realizan un trabajo esencial procesando la información. Y los mejores líderes saben cómo analizar y usar toda esa información”. El doctor sugiere “usar todo tu cuerpo (que incluye escuchar las tripas, ser consciente de las emociones del corazón y unirlo con el razonamiento) para tomar decisiones” y enseñar a nuestros hijos a hacerlo para encontrar “su brújula interior”. De la necesidad de escuchar nuestras emociones y no solo la parte racional ya nos habló Álvaro Bilbao en su taller sobre el funcionamiento del cerebro en la toma de decisiones.
“Sabemos que nuestros intestinos, nuestras tripas, tienen una red de procesadores neuronales que funcionan como ordenadores sofisticados, en una suerte de red de telarañas en forma de procesadores paralelos que tenemos en nuestros intestinos y alrededor de nuestro corazón”. Por eso, Siegel aclara que cuando hablamos de emociones que tienen lugar en la tripa o en el corazón “no son metáforas poéticas”. No se trata de un procesamiento lógico de información, “pero es un modo muy importante en que todo nuestro ser procesa información y muchas veces es una fuente de sabiduría del cuerpo que es muy útil cuando dirigimos una organización” o cuando educamos, cabría añadir.
Las tripas se conectan con el cerebro “a través de una capa de la médula espinal. Parte de esta información va a la parte más profunda del cerebro, el bulbo raquídeo, y ejerce su influencia en el ritmo cardiaco, la respiración y otros procesos como estos. Otra parte va al hipotálamo y afecta al sistema endocrino y a las hormonas. Una tercera parte de esa información de los intestinos va al córtex prefrontal (justo debajo de tu frente) y en concreto afecta a la ínsula, que, en un artículo en New Yok Times, se considera “la fuente de las emociones sociales, cosas como el deseo o el asco, el orgullo y la humillación, la culpa y la reparación. Ayuda a que surja la intuición moral, la empatía y la capacidad de responder emocionalmente a la música”. Otra de las partes del córtex prefrontal afectadas por la información de las tripas es el córtex del cíngulo anterior, responsable de procesos autónomos como la presión sanguínea, pero también de procesos menos autónomos como la toma de decisiones, la empatía y las emociones.
Dan Siegel encuentra “fascinante que la gente que es consciente de su interior tiende a ser más empática. Una mayor capacidad para ser consciente del propio mundo interior implica una mayor actividad de la ínsula derecha y una mayor conciencia de uno mismo, al menos de las emociones”. El doctor sugiere “usar todo tu cuerpo (que incluye escuchar las tripas, ser consciente de las emociones del corazón y unirlo con el razonamiento) para tomar decisiones”.
“La conciencia del cuerpo y la conciencia de información en bruto, espontánea y no racional es competencia del hemisferio derecho del cerebro. El izquierdo, por el contrario, no escucha tanto el cuerpo y analiza los datos que percibe, fragmenta la información, crea categorías, hace un “análisis digital”. Si nos damos cuenta de que el hemisferio izquierdo es digital y el derecho es analógico, los líderes tienen que entender que ambos son importantes. El izquierdo ve los detalles, el derecho ve toda la imagen. Ambos son realmente importantes, así que los líderes con conciencia de sí mismos conocen la diferencia entre estos dos modos de procesar, reconocen su importancia y los integran” .
El neurocientífico advierte que “escuchar tus tripas no significa necesariamente responder directamente a ellas. Como con toda fuente de información, es importante analizarla, no responder a ella ciegamente“. Y pone un ejemplo: “Sólo porque una vez te mordió un perro y cada vez que veas uno tus tripas te digan: “alerta, alerta”, debas esperar que te vayan a morder otra vez”.
En una entrevista en Forbes, Dan Siegel habla de educar a nuestros hijos para que escuchen a sus tripas: “Todos tenemos brújulas internas. Esta brújula tiene que ver con nuestras tripas y nuestro corazón que literalmente nos dan señales de autenticidad. Si no escuchamos esas señales o sentimientos, no estaremos en contacto con nuestras brújulas internas y estaremos guiándonos por factores externos”. En cambio, este experto propone ayudar a nuestros hijos a “tener una perspectiva más amplia sobre la naturaleza del funcionamiento de sus mentes. Así las personas podrán encontrar sus voces propias que les digan lo que hacer, lo que tiene mucho que ver con la autenticidad”.
Practicar a la hora de escuchar nuestras tripas, nuestro corazón y nuestra cabeza nos puede ayudar a guiar nuestro camino y a acompañar a nuestros hijos en la búsqueda del suyo propio.
Imagen: Tumisu /Pixabay