Escrita por nuestro experto Antonio Ortuño, esta guía gratuita publicada por la CEAPA (Confederación Española de Asociaciones de Padres de Alumnos) que se puede encontrar aquí nos acerca a los motivos por los que aparece la frustración, que, nos dice Antonio, “es inevitable” y nos explica que “la ira es una emoción necesaria para la supervivencia, pero hay que aprender a manejarla”. En la guía se presenta la metáfora de que en nuestros hijos conviven una liebre muy despierta que lo quiere todo ya y se guía por el instinto de supervivencia y una tortuga más calmada que planifica y procesa la información más despacio, “el personaje que tiene que liderar el autocontrol”. Entender los motivos de la frustración de nuestros hijos y dar claves para conseguir que la tortuga de nuestros hijos lidere ese autocontrol sin desoír a la liebre es el objetivo de esta estupenda guía.
Siguiendo con esta metáfora, “cuando nuestros hijos e hijas nacen, son todo liebre, y en líneas generales, la educación consiste en espabilar a su tortuga, sin descuidar y sin desatender a su liebre”. En este campo, se afirma en la guía, “nuestro objetivo es ayudar a nuestros hijos e hijas a conocer bien sus recursos, a aceptar sus posibilidades y limitaciones, a ajustar bien sus expectativas, para poder sortear sus propios muros con inteligencia, fortaleciendo su motivación para continuar su camino y no quedarse bloqueados delante de cualquier obstáculo”.
En la guía se señala que “el objetivo final educativo es que la tortuga de nuestro hijo o hija aprenda a controlar los arrebatos de ira de su propia liebre”. Para eso, debemos “recordar que la tortuga es más débil al nacer, tenemos que alimentarla. Y la liebre está muy empoderada al nacer, tenemos que entenderla”. ¿Y cómo podemos ayudarles a alimentar su propia tortuga?
. Atendiendo a su liebre, comprendiéndola, siendo amable con ella, pero firme con lo que decimos. Ser coherentes, claros, concisos, previsibles.
• Espabilando a su tortuga, con más preguntas y menos afirmaciones.
• Razonando con su tortuga, no con su liebre. Pero ¡ojo!, el exceso de argumentos dispara a la liebre.
• Defendiedo el lenguaje interior de nuestro hijo o hija. Dejar que sea su propia tortuga la que le diga las cosas a su liebre.
• Dejando a la tortuga que saque sus propias conclusiones. Nuestras valoraciones externas reiteradas, bloquean a la tortuga y empoderan a su liebre.
• Acompañándola, pero que sea ella la que construya, la que piense. Haciendo que se sienta competente, válida, relevante.
Podéis encontrar la guía, que trata temas sobre cómo perciben nuestros hijos el NO, cómo negociar o cómo tomar decisiones en familia con respeto y seguridad, pinchando aquí.