Muchas veces nos preguntamos: ¿cómo es posible que nuestro hijo o hija dedique tanto tiempo a esta red social? ¿Qué es lo que lo hace tan interesante? ¿Por qué sus contenidos “enganchan” tanto?
La respuesta es sencilla: las redes sociales están diseñadas para que las personas pasemos el mayor tiempo posible dentro de ellas. Ese es uno de sus principales objetivos, porque de ello depende la propia existencia de la red social.
“Creamos Facebook para generar adictos”, reconoció Sean Parker, cofundador de Facebook, en un evento médico en Philadelphia, lo que nos da una primera idea de porqué nuestros hijos parecen estar enganchados a las redes sociales.
Las redes sociales funcionan de forma similar a las drogas
“Las redes sociales funcionan de forma similar a las drogas o el alcohol en nuestro cerebro. Cada vez que una persona consume cocaína, marihuana, tiene relaciones sexuales, ve pornografía, juega a videojuegos… experimenta placer. Y el placer está regulado en el cerebro por varias hormonas, pero principalmente por la dopamina”, nos contaba la psiquiatra Marian Rojas Estapé en uno de nuestros eventos. “Y cada vez que yo recibo un like, tengo en mi cerebro microchispazos de dopamina”.
Y esto no es una coincidencia, como Marian nos explica, “Internet y las redes sociales son herramientas muy útiles, pero están al servicio de los grandes programadores, y a ellos no les importa la educación de nuestros hijos”. Además, Marian añade que “estos grandes programadores llevan a sus hijos a escuelas dónde no hay pantallas, ni Internet, porque conocen el efecto negativo que tiene en el efecto de los niños”.
El algoritmo, la clave de la adicción
Abrirse un perfil en una red social es gratis, no tenemos que pagar por ello. Y, sin embargo, TikTok, Facebook, Twitter y el resto de las redes sociales son empresas que facturan miles de millones de euros con miles de empleados. ¿De dónde obtienen los ingresos si son gratuitas? “De la publicidad que los anunciantes contratan para que se muestren a las personas que utilizan las redes sociales. Estos anuncios están clasificados en función de los datos personales, los intereses y los gustos que la plataforma recopila sobre cada uno de nosotros, de forma que cada usuario recibe la publicidad que la red social considera que puede ser más eficaz para los objetivos comerciales del anunciante. Cuanto mayor audiencia tenga la red social, y más tiempo consumamos dentro, más posibilidades habrá de que veamos anuncios, y más dinero ingresará la red social” nos dice la experta en marketing digital y autora del libro ‘Redes sociales y menores’.
“Por eso, los contenidos que vemos dentro de una red social no aparecen en orden cronológico, sino ordenados según la relevancia y el interés que la red social considera que puede tener para cada uno de nosotros: el algoritmo detecta qué tipo de contenidos nos gustan, con cuáles interactuamos más, a qué tipo de vídeos dedicamos más atención, qué fotos compartimos o qué comentarios realizamos, y calcula qué contenidos similares pueden captar más nuestra atención y tener más éxito para evitar que nos vayamos de la red social”.
La paradoja es que en un entorno digital que parecería el medio óptimo para ampliar visiones, abrir la mente y contrastar enfoques, se corre el riesgo de que “los algoritmos seleccionen contenidos a medida de las creencias y prejuicios de cada persona, apuntalando su posición. Y este proceso es aún más importante en el caso de los más jóvenes, porque su vía principal de acceso a la información son las redes sociales: ni la prensa, ni la radio, ni la televisión tradicional”.
El papel de las madres y padres
¿Qué podemos hacer las madres y padres para que nuestros hijos e hijas sean conscientes de esto? En el curso gratuito que hemos elaborado junto a Orange: “Redes Sociales para padres y madres” María Lázaro nos da 4 claves. Ya están disponibles el capítulo uno y dos de este curso.