Como dijo Aristóteles, somos animales sociales. Convivir es vivir junto con los demás, una realidad que nuestros hijos van a tener que aprender para ser felices. Naturalmente, en esta convivencia se generarán conflictos que, si gestionamos bien (o enseñamos a nuestros hijos a gestionar bien) pueden ser una oportunidad para crecer y mejorar, negociar y llegar a acuerdos y soluciones.
Educar para la convivencia implica enseñar a escuchar, a manifestar de manera respetuosa nuestro punto de vista, a ponerse en el lugar de los demás, a negociar, a llegar a acuerdos y a gestionar los conflictos de manera no violenta y respetuosa. La convivencia es una enseñanza fundamental en nuestra vida porque, como nos cuenta Marisa Moya en una entrevista que publicamos aquí: “sentirse tenido en cuenta e importante para tus allegados es la finalidad de todos los seres humanos, sobre todo en los niños y más que nunca en la edad temprana, que es cuando se forjan los cimientos de la individualidad. La conexión es crucial en todas las relaciones educativas”.
Y como siempre solemos decir, si queremos que nuestro hijo aprenda a convivir debemos predicar con el ejemplo y ser empáticos, asertivos, respetuosos, abiertos a la negociación y capaces de gestionar conflictos en nuestra propia familia, unas capacidades que no suelen venir de serie. De nuevo Marisa Moya nos dice que debemos darnos cuenta de que “somos entrenadores de vida y con cada una de nuestras conductas podemos estar consolidando aquello de lo que nos quejamos, que los niños sean difíciles”.
Eva Bach, que estará con nosotros en Barcelona, recuerda la importancia de negociar en la educación de nuestros hijos. La pedagoga considera que es importante “ir contando con la opinión del niño, con cómo se sienten. Eso no significa que nosotros debamos hacer siempre lo que ellos quieren, pero sí que hay que calibrar cómo se van sintiendo, cómo se encuentran, cómo opinan, cómo lo ven, cómo se sienten con lo que les decimos, con el tipo de familia que somos”. Eva Bach considera que para negociar, el punto de partida ha de ser “tomar en cuenta las necesidades, sentimientos y pareceres de cada uno y esto se concreta en: ¿Tú qué necesitas para sentirte bien y yo qué necesito para sentirme bien como madre o padre? ¿Cómo podríamos tener en cuenta ambas necesidades? ¿Cómo puedo ayudarte yo a hacer lo que tienes que hacer y ayudarte a crecer y a sentirte bien y cómo puedes ayudarte tú a ti mismo?”.
Ana Roa, a la que entrevistamos aquí, propone unas claves para educar en la gestión positiva de conflictos en Sapos y Princesas, que van desde brindar atención y cariño constante, la transmisión de valores familiares como el respeto y la honestidad, la participación de nuestros hijos en el establecimiento de reglas y la oposición a la violencia.
Si enseñamos a nuestro hijo a hablar de sus necesidades de manera respetuosa, a escuchar y tener en cuenta las de los otros y a negociar la forma de satisfacer ambas, con toda certeza estaremos sentando las bases para que, ante los conflictos que puedan surgir en su vida social, los resuelva de manera positiva y respetuosa. Por eso, en este cortometraje nuestro hijo no será ni el reno ni el oso, sino el mapache. ¿Os animáis a ver este vídeo con vuestros hijos para reflexionar sobre el tema?
Imagen: Dance like I do. Stefan Lins /Flickr