Madres y padres queremos que nuestros hijos e hijas aprendan a decir no. Según van creciendo, se encuentran con cada vez más situaciones que no les apetece hacer, en las que no se sienten cómodos o de las que no quieren participar. Es esencial que desde pequeños vayan aprendiendo a decir que no para que un futuro puedan hacerlo sin sentirse cohibidos. Pero no van a poder hacerlo si antes no les ha dicho nadie que no, no se les ha puesto unos límites y no les han enseñado que pueden decir que no.
La asertividad es esencial para comunicar cómo decimos a los demás que no, pero si antes no nos han enseñado que tenemos derecho a decir que no, de nada nos servirá.
Cómo los límites les van a ayudar a decir que no
Nuestros hijos e hijas según crecen tienen mayor comprensión y mayor capacidad para actuar dependiendo de la situación en la que se encuentren. Por eso, los expertos recomiendan que a partir de los 2 años se pueden empezar a poner normas. Pongamos un ejemplo de límite para entenderlo mejor:
Le decimos a nuestro hijo que no puede pegar a otros niños, porque cuando se pega a otra persona, les hacemos daño, y a nadie le gusta que le peguen. Puede que nuestro hijo no entienda este límite y lo sobrepase porque no sabe ni regular sus emociones ni sus conductas. Por eso, es muy importante que les repitamos que no pueden hacer eso, que no está permitido nada más se dé esa conducta.
Podemos comunicarlo con un lenguaje positivo, se les puede decir: “Entiendo que quieras jugar solo con la pelota. Pero eso no significa que tengas derecho a pegar a tu amigo. No se puede pegar, porque haces daño a los demás. Entiende que tu amigo no quiera estar un rato contigo porque le has pegado. ¿Te parece que cuando se calme le vayamos a pedir perdón?
Este límite les va a ayudar a tratar bien a los demás y a respetarse a sí mismos. Les va a ayudar a saber que nadie tiene permiso de pegarles, que hay que poner límites y que tienen derecho a decir no en situaciones que no nos gustan. Si no les ponemos límites, no van a tener reglas ni una dirección, por lo que tampoco nos respetarán, y tampoco aprenderán a hacerse respetar en un futuro. Así lo cuestiona la experta en disciplina positiva y creadora de Educa Bonito María Soto: “¿nos van a respetar o se van a respetar si nosotros no nos respetamos?”.
Además, les van a ayudar a poner límites ellos mismos en un futuro. Si de pequeños tienen límites, entenderán que todos tenemos limitaciones, también nosotros mismos con las personas con las que nos relacionamos.
¿Cómo ponemos estos límites?
- Hacerlos concretos. No decirles “pórtate bien”, sino señalar el límite de manera concreta: “cuando alguien esté hablando, tenemos que esperar a que termine de hablar”.
- Firmeza. No ceder ante los límites.
- Decir los límites de manera segura sin gritar.
- Dar opciones para cuando sean mayores. Se puede negociar el cómo y el cuándo.
- Explicar el porqué y el para qué de la norma. Si son pequeños de una manera simple: “Si muerdes haces daño”. Si son mayores, podemos extendernos y explorar para que entiendan que hay un gran beneficio si respetamos todos la norma (respetamos los espacios y las necesidades de cada uno de nosotros). Han de confiar en nosotros.
Decir no en la adolescencia
La adolescencia es una etapa en la que nuestros hijos e hijas tienen más experiencias y están más expuestos a situaciones en las que quizás no se sienten cómodos. La presión de grupo en esta etapa puede afectarles mucho: el no adaptarse, el no ser como los demás, el miedo al rechazo puede hacer que nuestros hijos e hijas digan que sí a situaciones en las que prefieren no estar.
Por eso, es vital que, además de tener límites que les permitan decir que no, tengan pensamiento crítico. El tener una conciencia crítica con lo que escuchan y con lo que les dicen de hacer les va a ayudar a saber qué viene bien a su desarrollo y qué es de lo que pueden pasar.