Si quieres que tus hijos protagonicen historias virales, que sea con respeto y por sus genialidades
En Internet padres y madres encontramos muchas veces ideas brillantes, historias inspiradoras y virales que nos hacen reflexionar, pero también encontramos historias terribles por la obsesión de la viralidad. Seguro que habéis conocido la historia del youtuber a la que se le ha retirado la custodia de dos de sus hijos (que están con su madre, ex pareja del youtuber Mike Martin) por hacerles blanco de bromas pesadas en vídeos que colgaban en su canal de Youtube, que contaba con 750.000 suscriptores en el canal DaddyOFive. Los vídeos reflejan un trato vejatorio a los niños solo por el afán de hacerse virales y dicen muy poco tanto de los padres como del público que se suscribió al canal. En un tiempo de sobreexposición de nuestras vidas en las redes sociales, en el que se anhela convertirse en viral, hay otros ejemplos que nos reconcilian con la vida y la humanidad, como estupendos blogs de maternidad y paternidad. Una de las historias virales que más nos ha gustado es la de James Breakwell, que tuitea pequeñas conversaciones geniales con sus hijos, como esta: “Hija de 4 años: “¿Puedo usar tu silla de oficina?”. Yo: “La estoy usando yo”. “Hija de 4 años: “No estás girando”. Yo: “No quiero girar”. Hija de 4 años: “La estás usando mal”.
En los vídeos de DaddyOFive, que fueron denunciados por otros youtubers vemos que el padre graba una pelea de sus hijos, que la pareja riñe injustamente a voz en grito a su hijo por verter tinta en la alfombra o por tirar juguetes hasta que le dicen: “Solo es una broma”. El niño, que termina siempre llorando, le dice en uno de los vídeos: “¿Así que me hacéis todo esto solo por una estúpida broma? Estoy cansado de esto”. Aunque ahora han colgado un vídeo pidiendo disculpas, hace tiempo publicaron otro, titulado “Bloqueando a todos los que nos odian”, en el que responden a los comentarios negativos que recibían en la red social, en los que se les acusaba de maltratar a los niños: “Hay gente que protesta porque gritamos a los niños y lloran”, “Pero es solo una broma”, dice uno de sus hijos. “Mucha gente no lo entiende”, dice el padre. “¿Alguno se quedó traumatizado?”, pregunta la mujer. Cody, el principal objeto de las “bromas” virales contesta: “Ni siquiera sé lo que significa eso, pero no”. “Solo es que tenéis envidia”, dice uno de los chicos. La madre dice: “Gente que nos odia, sois los que provocáis el drama a nuestros hijos, los que nos causáis problemas y nos avergonzáis”. La niña, que ahora está con su madre, señala: “Sois los que nos estáis arruinando la vida”. En el vídeo de disculpas, que lleva más de tres millones de visitas, la pareja reconoce que “hicimos cosas que no deberíamos haber hecho”. La madre afirma que “los niños siempre miraban cuántos visionados tenían los vídeos, estaban muy emocionados con este tema” y que para tener más éxito apostaron por “el shock en lugar de la realidad”. Afirman que están asistiendo a terapia familiar y quieren ser mejores padres y llevar una vida normal. “Queríamos hacer felices a nuestros hijos, pero lo hicimos de una manera equivocada”, sigue diciendo entre lágrimas la madre.
Virales, y de hecho mucho más virales que los vídeos de las vejaciones (y felizmente, podríamos decir) son los tuits de las conversaciones que mantiene un cómico con sus cuatro hijos pequeños. James Breakwell tiene 867.000 seguidores en Twitter y publica conversaciones llenas de humor y genialidad con sus cuatro hijas, cuya identidad, por cierto, preserva, pues no tuitea fotos ni vídeos ni nombres. Su cuenta se convirtió en viral en abril del año pasado gracias a estas conversaciones. Veamos algunos ejemplos tronchantes:
El 28 de abril del año pasado tuiteaba: “`[Momento de ir a la cama] Yo: Mamá te dijo que te fueras a la cama. Niña de tres años: Hay un monstruo en mi armario que me da miedo. Yo: ¿Más miedo que mamá? Niña de tres años: Se va a la cama”.
El 1 de mayo publicó: Yo: ¿Quién hizo este desastre? Hija de 4 años: Un holograma. Yo: ¿Desde cuándo sabes qué es un holograma?Hija de 4 años: Desde que vi uno haciendo este desastre.
Y el 30 de abril trató de convencer a su hija de seis años para que comiera verdura apelando a nuestra identidad como especie: Yo: Somos omnívoros. Comemos carne y verdura. Hija de seis años: Solo cuando mamá nos obliga.
El mismo día, también sobre la comida, tuvo muy clara la paternidad de su hija de un año: “Le pregunté a mi hija de 1 año si quería pizza. Dijo sí con la cabeza con tanta efusividad que casi se cae. Así que, sí, estoy seguro de que es hija mía”.
El 30 de abril dio para mucho, porque en la iglesia su hija de dos años miraba a una mujer embarazada. Y él le dijo: “Tiene un bebé en la tripa”. Y la niña le contestó, murmurando: “Se lo ha comido”.
Y deja claro que no entiende la coquetería de sus hijas con esta conversación: “Hija de seis años: Me duelen los pies con estos zapatos. Yo: Pues no te los pongas. Hija de seis años: Pero son bonitos. Yo: No lo entiendo. Hija de seis años: No, no lo entiendes.
Y acabamos con dos mensajes sobre la paternidad. El 29 de abril contaba James una conversación con un amigo sin hijos: “Yo: No hay nada mejor que tener niños. Amigo sin hijos: “Puedo hacer pis solo”. Yo: me pongo a llorar”.
El 5 de mayo, James tuiteó la imagen de una conversación con un seguidor, diciendo: “Escribir bromas en Internet no es siempre divertido. Mis palabras tienen consecuencias”. El seguidor le dice: “Me has inspirado para tener hijos. Gracias”, a lo que él contesta: “Siento haber arruinado tu vida”.
Y es que lo que vivimos de verdad con nuestros hijos, sin necesidad de provocar situaciones y menos aún faltas de respeto, puede dar para historias virales llenas de humor, como vimos con el vídeo de la ponencia de Carles Capdevila. Y aunque la mayor conexión que tenemos que tener es con nuestros hijos, como dice Álvaro Bilbao, si queréis ser virales, que sea por sus genialidades y no por faltas de respeto.